¿Qué puede aportar el Cristianismo a la espiritualidad?



[Publicado en Crítica, n. 900 (Diciembre 2002) p. 47-50].

            Hoy vivimos sin duda un tiempo paradójico y convulso donde casi todo se puede afirmar y negar al tiempo. Paralelo al proceso de secularización y de ausencia de Dios, es un hecho recurrente en nuestra cultura la búsqueda de espiritualidad, en sus formas más diversas. Cada vez más hombres y mujeres buscamos una espiritualidad que nos humanice, nos de sentido a la vida, ofrezca futuro a nuestro planeta y nos salve de tanta intranscendencia y vacío... Es verdad que no siempre encontramos respuestas adecuadas, pero lo que es incuestionable hoy es la búsqueda.
            En esta situación nos preguntamos ¿qué puede aportar el cristianismo a la espiritualidad?. Con esta pregunta sólo queremos subrayar algunas de las riquezas que la fe cristiana puede ofrecer a nuestro momento histórico, no pretendemos excluir, ni minusvalorar la riqueza de otras religiones.
A su vez esta pregunta supone otra previa ¿qué es espiritualidad?. Soy consciente de las dificultades con las que, incluso hoy, la reflexión teológica se encuentra para precisar sus posibles significados [1], y no es el objetivo de este artículo hacer un análisis exhaustivo del término, sino explicitar por cuál de sus diversas acepciones me decanto en este momento.
Espiritualidad, en el lenguaje cotidiano, en primer lugar remite a "espíritu".[2]. y siguiendo a Pedro Casaldáliga afirmo que "el espíritu" de una persona es lo más hondo de su propio ser: sus motivaciones últimas, su ideal, su utopía, su pasión, la mística por la que vive y lucha y con la cual contagia a los demás "[3].. Entendido así, el espíritu es la dimensión de mas profunda calidad que el ser humano tiene [4].Por tanto el espíritu de un sujeto, colectivo o pueblo es su forma de ser y relacionarse con la totalidad de la realidad, con lo que ésta tiene de trascendente y de histórica.
            Podemos por tanto entender la espiritualidad de una persona o de una determinada, comunidad, pueblo, cultura como el talante con el que afronta lo real.  
            Algo así como si pudiéramos decir "dime cómo afrontas la realidad de la vida , cómo te sitúas en ella y te diré cuál es tu espiritualidad" La espiritualidad, así comprendida, es patrimonio de todos los seres humanos. Es también una realidad comunitaria, es como la conciencia y la motivación de un grupo, de un pueblo. Su espiritualidad será la talla de su propia humanidad. Cada comunidad tiene su cultura y cada cultura tiene su espiritualidad. "[5]. Hoy, la espiritualidad está siendo descubierta como una dimensión profundamente humana, como algo imprescindible  para la eclosión de una humanidad y una cultura nueva..[6]

            Desde esta acepción de espiritualidad me pregunto ¿qué subrayados podría aportar el cristianismo, en éste momento histórico, en el modo de afrontar lo real?. No quiero hacer una pregunta especulativa sino cuestionadora personal y comunitariamente. Deseo que responder a ella nos sirva para cuestionarnos si nuestro talante, nuestro modo de situarnos ante lo real, es cristiano, es decir expresa y hace creíble el espíritu de Jesús, o más bien muestra "otros" espíritus.
            Sin más preámbulos paso a enumerar algunos rasgos que considero significativos en el talante o modo cristiano de afrontar la realidad, por razones de espacio, sólo desarrollaré alguno de ellos y te dejo a ti lector/a que hagas el resto.

            Un modo "encarnado" de vivir en la realidad.
Un talante místico-profético.
            Una clara apuesta por la vida, especialmente por las vidas más amenazadas.
            Un talante de amor inclusivo, no excluyente.
            Un modo esperanzado y celebrativo de estar en la vida.
            Apostando por una paz que se besa con la justicia..
           
Un modo "encarnado" de vivir en la realidad.

El centro de la fe cristiana podría resumirse en esta frase: "Y la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros"(Jn.1,14). La encarnación es el misterio, escándalo, piedra de toque, centro del cristianismo que afirma la imposibilidad de ver y comprender a Dios y a la humanidad y a toda la realidad, separadas. Aquí sí que de un modo privilegiado deberíamos los cristianos defender que "lo que Dios ha unido (en Jesús) no lo separe el hombre".
Jesús de Nazaret, rostro visible del Dios invisible, no sólo reveló a Dios en su cuerpo y a través de él, sino que se comprometió con los cuerpos sufrientes, doloridos, encorvados, paralizados...,para devolverles salud, bien estar, recuperar su verdadera talla y su dignidad. Es más, vinculó el futuro absoluto de la humanidad al modo de situarnos en la historia, ante los seres humanos doloridos en sus cuerpos: "Tuve hambre, sed, estaba desnudo, encarcelado.." (Mt 25).
Ante la realidad de nuestro mundo, ¿cuál sería "el talante" de quienes tenemos como referencia fundante que el Dios cristiano se nos ha revelado, en  Jesús, vinculado a la humanidad y en ella a toda la realidad como cuerpo de Cristo.(Mt.25)?
Un modo encarnado de situarnos, como cristianos, en la realidad supondría, entre otras cosas:
·        No poder separar, porque está definitivamente vinculado: Dios-humanidad; Dios cuerpo sexuado; Dios-historia; Dios-tiempo; Dios vulnerabilidad; Dios en el abajo de la historia comprometido con ella.
·        Afirmar con los hechos, que no hay dos realidades, una sagrada y otra profana, sino una sola: la realidad de Dios en la realidad del mundo. Por eso no hay relación con la realidad que no sea relación con Dios en Cristo: "¿Cuándo te vimos...?"(Mt.25) y viceversa, no hay relación con Dios, en Cristo, sino es en la realidad.
·        Hacer de la oración un espacio privilegiado de consciencia creyente: ver la realidad como es, con honradez y lucidez y contemplar en ella la presencia del Señor llamando a hacerle visible, comprometiéndonos con el dolor de nuestro mundo.
·        Convertir la vida cotidiana en espacio "sagrado", lugar del culto agradable a Dios ("en Espíritu y verdad"). No vivir un compromiso con el mundo fuera de su fe. Ni su fe fuera del compromiso con este mundo.
·        Proclamar que la increencia e injusticia de nuestro mundo no son más que la doble cara de una misma realidad. No haremos a Dios creíble mientras no hagamos al ser humano posible.

Nos corresponde ahora preguntarnos, a los que nos llamamos cristianos, ¿ nuestra manera de situarnos en la realidad revela una espiritualidad de encarnación?.



Un talante místico-profético.
            En nuestra cultura occidental, llena de ídolos, Dios está cada vez más ausente. Lentamente va desapareciendo del horizonte como referencia fundante, mientras cada vez más proliferan los ídolos que siempre generan víctimas, que siempre producen muerte.
            Jesús fue un hombre apasionado por su Dios. La experiencia fundante del ¡Abba!, Dios Madre-Padre, le estructura en su ser. Es un hombre des-centrado, des-quiciado porque su centro, su quicio es Dios y su Reino. Esta experiencia nuclear hizo de Él un místico profeta. Su denuncia profética de los ídolos de su tiempo (honor, poder, dinero, legalismo, ritualismo etc, no tan alejados de los nuestros,) brotaba de su experiencia sentida y gustada de Dios como único absoluto.
            ¿Vivimos hoy los cristianos con dolor la ausencia de Dios? , ¿o estamos tan instados, adormecidos o encantados con nuestros ídolos que no sentimos su silencio que nos quema y por tanto no vivimos la pasión por su búsqueda?.
            La espiritualidad necesita recuperar la pasión por Dios, el dolor por su ausencia, la búsqueda de su presencia presentida en la noche de la injusticia y la increencia.
            El cristianismo está llamado a aportar a la espiritualidad actual "testigos" que, porque se han dejado fecundar en el silencio por la Palabra, sienten que ésta les quema las entrañas y no pueden dejar de testimoniar lo que han "visto, oído, tocado...".Testigos que hagan de su cuerpo denuncia de los ídolos y anuncio del Dios vivo, amigo de la vida..
Nuestro tiempo busca mujeres y hombres "TESTIGOS"  que a través de su cuerpo griten cotidianamente que Dios es Amor.
Esto supone al menos:
Ojos que "han visto a Dios" y no sólo han quedado prendados de su hermosura, sino que también han aprendido de El a "ver" el dolor del pueblo a "fijarse" en cómo lo tiranizan, convirtiéndolo en esclavo (Ex 3,7-9); ojos que ven la realidad y contemplan en ella al Dios de la vida amando y llamando; ojos que como los de Jesús lloran por el dolor de su gente (Jn 11,35;Lc19,41); que miran y devuelven la dignidad(Mc 12,41-44) y la esperanza (Lc 19,4-5); perdonan (Jn2,9-11) y  aman (Mc 10,21).
Oídos  que han escuchado su propio nombre como bendición, que han escuchado Una Voz que les dice: "Tu eres mi hij@ amad@ en quien Dios se complace" (Mc 1,11) porque eres hij@, no porque seas buen@ y esa experiencia l@s devuelve a la vida transformad@s; oídos que se hacen discípul@s de la vida y saben aprender de l@s herman@s del camino; oídos que no se cierran a a las alegrías y dolores de nuestro mundo y del cosmos; oídos que saben escuchar la brisa suave que les anuncia la presencia del misterio de Dios en la vida cotidiana.
Boca que sabe hablar y callar a su tiempo; que sabe ben-decir y cierra sus labios a la mal-dición; que denuncia y anuncia la Buena Noticia de Jesús; que canta el canto de la vida sencilla y une su canto al del pueblo; que grita de dolor y de placer; que besa y hace del beso el sacramento del amor; que ríe y relativiza sanamente con sentido del humor, para no tomarnos excesivamente en serio a nosotr@s mism@s y no dramatizar la vida.
Manos parteras de la vida que ayudan a dar a luz a todo aliento de vida allí donde emerge y que saben esperar el lento dilatarse del útero- entre dolores de parto- de tanta vida nueva como quiere brotar, si sabemos alentarla y no abortarla; manos que amasan en la cotidianeidad el pan de la sororidad; que se unen a otras manos para tejer el manto de la solidaridad; que dan, comparten, no acaparan para sí; que saben pedir conscientes de su propia pobreza; manos que saben acariciar con ternura y pasión; que aguantan, sostienen, levantan al caído, curan heridas, las ungen con el ungüento de la entrañable ternura; manos al fin que pasan por la vida, sencillamente, "echando una mano" a quien lo necesite.
Pies peregrinos y buscadores con otr@s, sin grandes seguridades, pero con las certezas que guardan en el corazón; pies "próximos" ante quienes hoy están tirados en el camino (continentes enteros).apaleados, saqueados, mal heridos; pies que saben descalzarse ante el misterio del otro; pies que danzan la fiesta de la vida y las conquistas en el camino de la liberación sobre todo de los pobres de este mundo; pies que, como los de María, la madre de Jesús, y las otras mujeres: María Magdalena, María la de Cleofás, Marta y su hermana...se hacen seguidores de Jesús hasta el final y que cuando los tiempos son difíciles, en vez de huir, permanecen de pie junto a l@s crucificad@s de este mundo.
Entrañas que se dejan fecundar por el amor; que se creen capaces de dar a luz vida nueva, aunque ya sean viejas y les hayan hecho creer que son estériles; entrañas capaces de aguantar los propios dolores de parto con esperanza, ensanchando las fronteras del propio útero para que el/la otr@, l@s otr@s puedan nacer y ser ell@s mism@s libres y autónomos; entrañas de misericordia, de ternura siempre renovada; entrañas que se estremecen de dolor y de gozo, son incapaces de permanecer insensibles.
Sexo que se vive sin dejarse atrapar por los estereotipos de género que empequeñecen al hombre y a la mujer y les impide ser personas enteras; que no hace de las diferencias sexuales lugar para la exclusión y marginación, sino lugar de encuentro enriquecedor en la diferencia; sexo que se hace relación corporal amorosa y placentera, lugar del amor que se entrega y se recibe, éxtasis de sí para trascenderse en el abrazo y descubrir en el encuentro la Fuente de su amor, lugar de placer humanizador y compartido.
Piel que se hace lugar de contacto, de encuentros vinculantes, constructores de identidad y reconocimiento sin fusiones indiferenciadoras, ni dependencias destructivas; piel que ha renunciado al "despelleje" continuo de los otros; que ha renunciado al "ojo por ojo"; piel que sabe poner límites al despilfarro, al consumismo, a la violencia como modo de solucionar los conflictos, piel que aprende a respirar el "aire de Jesús" hasta que su Espíritu se revele en nosotr@s a "flor de piel"; piel que rompe los estrechos moldes de su identidad corporal para abrirse a toda la humanidad como a su propio cuerpo, porque ha experimentado que cuando se cierra a su hermano se cierra a su propia carne. Piel, al fin, que descubre sus verdaderas dimensiones que no se agota en los límites de nuestro pequeño cuerpo, sino que se extiende a toda la humanidad y a toda la creación como "Cuerpo de Dios".[7]
Cuando todo esto acontezca en nuestras personas de creyentes en Jesús, entonces nuestro cuerpo será testigo, es decir transparencia de un Amor que nos ha alcanzado y nos va poco a poco transformando a su imagen y semejanza.

Una clara apuesta por la vida, especialmente por las vidas más amenazadas.

            Hoy, cuando poseemos los medios necesarios para salvar la vida, quizá como nunca, la vida está amenazada en nuestro planeta. La cumbre de Johanesburgo, de este verano, ha vuelto a poner de relieve que el sistema neoliberal actualmente vigente ha activado una gran bomba de relojería en nuestro mundo y ésta es el hambre, la injusta distribución de los bienes. Los datos son abrumadores y a base de oírlos nos inmunizamos: más de 800 millones de personas padecen hambre, y más de 1.000 millones sobreviven con menos de 1 dólar diario, se ha reducido drásticamente la esperanza de vida en más de 30 `países, que no llega a los 50 años, hay más de 21 millones de refugiados en el mundo... Así podríamos ir desgranando un largo etc. cuyo eco dominante es: la vida humana y la del ecosistema están en peligro.           
Este es el desafío más urgente de nuestro tiempo y no podemos hablar de "espiritualidad" al margen de este reto.
Dar vida fue la pasión de Jesús, de tal manera debió ser así que el evangelistas Juan pone en su boca , como expresión del sentido de su vida, estas palabras: "Yo he venido para que todos tengan vida y vida abundante" (Jn 10,10). Dar vida, protegerla, sanarla, defender su dignidad, denunciar todo lo que la amenaza y luchar contra ello fue en definitiva lo que le llevó a perder su propia vida.
Desde esta verificación ¿qué podría aportar el cristianismo a este grave problema de nuestro mundo?. De un modo metafórico podría sintetizarlo en tres imágenes sugerentes:
"Parter@s de la vida"[8] , mujeres y hombres que, como hizo Jesús, hacen de sus manos un lugar para ayudar a generar vida allá donde amanece, quizá en los lugares más inesperados; que saben esperar el lento dilatarse del útero de nuestro mundo donde está amaneciendo vida nueva. Parter@s que ,como Sifrá y Púa (Ex.1,15-23), supieron decir sí a la vida y no a la muerte enfrentándose a la máxima autoridad político-religiosa de su tiempo (el Faraón). Sabían que arriesgaban su vida pero fueron sagaces y valientes para perderle miedo al miedo y optar por la vida, supieron poner su profesión al servicio de la vida de todos, pero especialmente de aquellas pobres mujeres hebreas, extranjeras y sometidas e esclavitud como tantas mujeres y niñ@s hoy.
            "Vigías"[9] que velan en la noche de nuestro mundo y de nuestras iglesias, vigías que desde muy diversas atalayas y sabiendo utilizar las TIC (Tecnologías de la Información y de la Comunicación) alertan de los innumerables "náufragos del sistema". Vigías lúcid@s que no se dejan amedrentar, ni manipular por las informaciones sesgadas, por las mentiras a medias, por la mal llamada información vigilada, y nos hacen llegar otra información alternativa, otras propuestas de acción. Vigías que denuncian, señalan dónde están los náufragos del sistema, los sacan del silenciamiento y del olvido sistemático, desenmascara las causas de esos naufragios, nos ayudan a reconocer las conexiones cotidianas entre las actitudes, hábitos, acciones de los viajeros de "los superpetroleros"(nosotr@s) y los náufragos. Finalmente nos muestran que " únicamente el sufrimiento compartido solidariamente faculta para percibir en los <<rincones oscuros de nuestro mundo>> (B. Brech) las responsabilidades históricas propias de tanto dolor [...] El sufrimiento compartido no se contentará con ser fuente de conocimiento crítico, necesitará convertirse en saber operativo" [10].
También hoy necesitamos escuchar al Espíritu de Jesús impulsándonos a unir nuestras fuerzas con otros grupos y movimientos , convirtiendo nuestras comunidades, organizaciones, instituciones en globalizador@s de la solidaridad":[11] Hombres  y mujeres organizad@s en movimientos cada vez más amplios y universales, redes de solidaridad que hagan crecer la consciencia de la interdependencia y que griten al mundo entero que "otro mundo es posible"., Que promueven una cultura de la sobriedad solidaria, una nueva conciencia más justa y planetaria, hagan protestas con propuestas
A nosotros, cristianos, nos bastaría mirar con ojos nuevos a Jesús para descubrir que hace mucho que tendríamos que haber hecho de la vida ( especialmente de la vida de l@s más amenazad@s) el centro de nuestra espiritualidad [12] y esa sería hoy la aportación mas urgente a nuestro planeta amenazado de muerte.

            Que el cristianismo aporte o no toda esta riqueza a la búsqueda de espiritualidad de nuestros contemporáneos depende, en gran parte de que los cristianos nos situemos o no ante lo real con talante evangélico.

Emma Martinez Ocaña.


[1] En los años 80 Augusto Guerra hablaba de "Teología espiritual una ciencia no identificada"  Respir 39 (1980) 335-414. No deja de ser significativo que en el Nuevo diccionario de espiritualidad  de 1983 no aparece entre las nociones del diccionario el término Espiritualidad propiamente dicho. Sólo encontramos: "Espiritualidad contemporánea" (S.De Fiores, 474-475)  y "Experiencia espiritual en la Biblia" (Maggione.B, 498-542)
[2] "Espiritualidad". Naturaleza espiritual o cualidad de lo que es espíritu" LAROUSSE, Diccionario enciclopédico,1999, 415.
[3] CASALDALIGA, P.-VIGIL, J. Mª., Espiritualidad de la liberación, Sal Terrae, 1993 23. En esta misma línea "La espiritualidad es la motivación que impregna los proyectos y compromisos de vida..., la motivación y mística que empapa e inspira el compromiso." .GALILEA, S. El camino de la espiritualidad. Ed. Paulinas. Bogotá, 1985. ,26
[4] En el sentido que P. TILLICH, hablaba de la dimensión antropológica de la "profundidad" y  su significado religioso Cf. La dimensión perdida. Descleé de Brouwer, 1970.
[5]  Es la espiritualidad "macroecuménica" de la que habla Casaldáliga CASALDALIGA-VIGIL, o:c. 23-25, o "la dimensión teologal fundamental de la espiritualidad" como la llama SOBRINO.J. Cf. "Espiritualidad y seguimiento de Jesús." en Misterium Liberationis. Conceptos fundamentales de la Teología de la Liberación. Trotta,19990.T.II,449-476.
[6] Leonardo Boff en diálogo con el Dalai Lama define la espiritualidad  como"aquello que produce en nuestro interior una transformación" en  Espiritualidad. Un camino de transformación .Sal Terrae, 2002.
[7] "El mundo como Cuerpo de Dios" es la bella metáfora que utiliza MCFAGUE, S en Modelos de Dios. Teología para una era ecológica y nuclear. Sal Terrae, 1994, 126-137.
[8] Dada la escasez de espacio de este artículo remito a l@s lector@s a leer el desarrollo de que hago de esta imagen en "Orar desde las relaciones labores" uno de los capítulos de GOMEZ-ACEBO I. (Ed) Orar desde las relaciones humanas DDB, Colección En Clave de Mujer,, DDB, 2001,133-186
[9] He tomado esta imagen de la parábola del "Superpetrolero" que transcribe y comenta CORMENZANA, J. De cara al tercer milenio. Cristianismo y Justicia, 1994,79-114  También GARCÍA-ROCA, J. "Vigías de la noche. Inventario de resistencias" en Sal Terrae, 1.007 (1997:12) 901-914. Yo misma vuelvo sobre ella en el capítulo "orar desde las relaciones laborales"  citado anteriormente
[10] Ibidem 92
[11] MONEREO, M. -RIERA, M (Eds)  Porto Alegre. Otro mundo es posible.  El viejo Topo, 2001.
[12] En esta línea lleva insistiendo José María Castillo hace años en su comprensión de la Espiritualidad Cristiana buena cuenta de ello son dos de sus últimas publicaciones, Los pobres y la Teología ¿qué queda de la Teología de la Liberación?. DDB, 1997 y El Reino de Dios. Por la vida y la dignidad de los seres humanos. DDB, 1999.