El concilio de la escucha y el humor



(Publicado en Retos de la Iglesia ante el nuevo milenio. Fundación Santa María, PPC, 2.001, p. 289-296].

MESA REDONDA: "SI TUVIERA QUE CONVOCAR UN CONCILIO...."

Emma Martinez Ocaña.
Profesora de Psicología de la Religión en el Instituto de Ciencias Religiosas y Catequéticas, San Pío X,
Mesa redonda: 15 de Abril del 2.000. Martes de Pascua.



            Si yo tuviera que convocar un concilio...mucho habría cambiado la Iglesia católica para que yo, mujer y laica, pudiera hacerlo, pero soñemos, que los sueños pueden llegar a ser realidad.

            Convocaría el Concilio de ¡la escucha y el humor!.

            La convocatoria la haría con una breve exhortación que más o menos diría así:

"Hermanas y hermanos, nos convocamos como Iglesia a vivir la experiencia de gracia de un nuevo Concilio Ecuménico cuyo lema sería: ¡Escuchemos a nuestro Dios, Madre-Padre, en la voz de nuestr@s hermanas y hermanos, en el grito de la tierra que gime con dolores que pueden llegar a ser de parto y no de aborto. ¡ No perdamos el humor!, que es el amor con hache, porque lo vamos a necesitar para atravesar el desierto de la purificación que nos espera."


            El objetivo principal de este Concilio sería recuperar para la iglesia, hoy, algunas de las notas características que Jesús soñó para su comunidad:
·        Una comunidad profética que denuncia y anuncia, con palabras y hechos, que el Reino de Dios está ya en medio de nosotr@s, como buena noticia para los pobres.
·        Una comunidad contemplativa que mira con ojos y corazón limpio, que reconoce el rostro materno y paterno de Dios en la entraña de lo real, en los pueblos crucificados, en la cotidianidad, ambigua muchas veces y opaca, pero capaz de trasparentar la presencia amorosa de Dios.
·        Una comunidad martirial que testimonia con su vida y si hace falta con su sangre, que la gloria de Dios consiste en que los seres humanos vivan como herman@s y en que toda vida, por insignificante que parezca, sea cuidada y protegida.
·        Una comunidad apasionada por seguir a Jesús, por convertirse en discípula suya en los caminos de nuestra historia, porque aprende a ser discípula de la vida, capaz de escuchar el clamor del Espíritu en nuestro hoy.


Pero, hermanas y hermanos, escuchar de verdad, no es fácil. Saber hacerlo  en actitud de acogida incondicional, con capacidad para escuchar desde el mundo de referencias de quien nos habla, sin pre-juicios, sin defensas que nos dificulten la nitidez del mensaje emitido, es don y tarea.
Don del Espíritu al que invocaremos incesantemente, tarea en la que os pido nos empeñemos todos y todas especialmente aquellas personas que estamos más acostumbrad@s a hablar que a escuchar, a dar lecciones que a ser enseñad@s, a mandar más que a obedecer.

Como oración os sugiero ésta para toda la Iglesia:
¡Ven Ruah, dadora de vida, abre nuestros oídos, libéralos de sorderas cómplices, de tapones distorsionadores. Limpia nuestra mirada, transforma nuestro corazón, ensancha nuestras entrañas, aligera nuestros pies en la dirección que tú nos marques. Haz, Tú, posible que este tiempo sea de docilidad a tu acción, de soltar nuestros controles, de abrir puertas y ventanas. Danos la capacidad de acoger las interpelaciones que nos vengan: molestas algunas, difíciles de aceptar otras, que nos desconcertarán, nos producirán dolor, miedo y seguramente nos desplazarán de muchas de nuestras seguridades y certezas hacia la búsqueda permanente de tus caminos. Concédenos también que este tiempo lo sea de humor entrañable para acoger nuestra debilidad y pecado, para no tomarnos demasiado en serio y poner así de manifiesto que el Reino que buscamos es tuyo y no nuestro, don tuyo y regalo que pide ser acogido y cuidado. Amen. !Ven que te necesitamos.

La metodología de la preparación del Concilio será fundamentalmente participativa y comunitaria, optando por fomentar en tod@s nosotr@s actitudes que nos posibiliten llegar a expresarnos libremente y escucharnos con respeto y sin prejuicios.
Sueño y deseo un proceso de diálogo no solo dentro del pueblo de Dios, con especial atención a las personas más pobres y excluidas de este mundo; sino también acogiendo las voces de nuestr@s herman@s separad@s; abriendo nuestra mente y corazón a todos los hombres y mujeres creyentes de otras religiones; a quienes se declaran agnósticos, ateos, indiferentes. No quiero, tampoco, que se deje de oír la voz  de aquellas personas a las que consideramos "fuera de nuestra iglesia" por razones varias: homosexuales, parejas en situaciones que llamamos "irregulares"; mujeres que se han visto abocadas a abortos, muchas veces no deseados; ex-sacerdotes  que, deseándolo, no han podido rehacer sus vidas dentro de la Iglesia católica etc.
Un equipo de personas expertas elaborarán una serie de cuestiones, abiertas siempre a sugerencias, con las que iniciaríamos esta primera fase de nuestro diálogo.
En cada Diócesis se organizarán los equipos necesarios para que desde las parroquias, comunidades de base, movimientos, grupos, congregaciones religiosas etc. se haga llegar dichas cuestiones al mayor número de personas posibles, para ser dialogadas y posteriormente procesadas adecuadamente. Esperando recoger así la polifónica voz del Espíritu, que en cada iglesia local resonará con voz propia.
Toda la recogida de datos se hará, también, a nivel local, desde los ámbitos cercanos a los más amplios. Teniendo en cuenta no solo datos y frecuencias sino los argumentos y razones que cada comunidad  y o grupo aporten.


El proceso culminará con la elección de una o dos personas por diócesis para asistir, junto a sus obispos, al Concilio. Los gastos serán asumidos de un modo fraterno por las diversas Iglesias, las que disponen de más medios ayudarán  a subsanar los gastos de las que disponen de menos recursos económicos.
Dado que las cuestiones elaboradas por l@s expert@s estarán abiertas a sugerencias de toda la Iglesia, yo quiero colaborar aportando las mías, es decir, expresando sobre qué temas y realidades creo que no podemos pasar hoy sin prestar nuestro oído, nuestra escucha atenta, arriesgando incluso a hacer preguntas que quizá nos resulten incómodas, difíciles, provocativas... pero que considero de sumo interés para acoger la voz del Espíritu que hoy, como ayer, nos habla en lenguas diversas y desconcertantes.

Mi sugerencia se refiere tanto a los grupos que deberíamos escuchar, como a  los temas y cuestiones sobre los que tendríamos que dejarnos iluminar por ellos. 

Especialmente dirigido a l@s laic@s.

·        Cómo responder hoy con fidelidad creativa a los grandes retos de nuestro mundo: el hambre y todas sus secuelas de muerte, enfermedad, emigración etc;  la guerra y el comercio asesino de armas, drogas, órganos humanos, mujeres y niños; la violencia institucionalizada y de grupos, la violencia doméstica; la degradación del ecosistema; las desigualdades por razón de clase, raza, sexo y un largo etc.
·        Qué verdades de fe alimentan realmente su vida cristiana y cuáles son ajenas a ella. Cuales serían sus aportaciones para renovar el discurso teológico de nuestra Iglesia: cómo sienten y viven a Dios, qué rostro suyo han descubierto desde la pluralidad de sus experiencias; .quien es Jesucristo para ell@s, qué Iglesia sueñan y desean...
·        Con relación a la moral: cuáles son para ell@s los grandes problemas morales que hoy requerirían una especial atención. A las parejas cristianas, de un modo especial, sería conveniente pedirles perdón por una moral sexual elaborada durante 20 siglos por varones célibes, sin darles a ellas el protagonismo, que les corresponde, en relación a los temas familiares, sexuales, decisiones sobre el número de hijos etc. Después de ello, urge pedirles que, desde su experiencia humana y cristiana de vivirse en pareja, nos hagan llegar los cambios que introducirían y los argumentos y reflexiones cristianas que aducen para ello.
·        En relación a los preceptos, mandatos, obligaciones múltiples que les imponemos, cuáles consideran esenciales para ser discípul@s de Jesús y constructores de su Reino y cuáles consideran accidentales, caducos, incluso perjudiciales y escandalosos si así fuese. Sería bueno saber los porqués de sus respuestas.
·        En relación a la Iglesia son muchas las cuestiones sobre las que urge pedirles su opinión. Les decimos insistentemente que ellos y ellas son Iglesia, sería importante que nos respondan a los interrogantes siguientes: cómo y dónde les permitimos ejercer su vocación profética, sacerdotal y real; qué cauces operativos tienen para ejercer la corresponsabilidad eclesial, si no tienen acceso a ningún lugar donde se toman las decisiones, muchas de ellas que les afectan directamente; si no pueden participar, para nada, en la elección de sus presbíteros, obispos, Papa, ¡cuando, además, sabemos que eso no fue así en los primeros siglos de la Iglesia!. Según su opinión ¿qué es lo que está impidiendo que seamos, de hecho, una comunidad de iguales, inclusiva, donde tod@s nos sintamos responsables y adult@s?. ¿Qué carismas y ministerios echan en falta en nuestra comunidad cristiana y en qué medida los existentes revelan un reparto equitativo del poder y son lugares privilegiados de servicio?.
·        A las mujeres, que tanto tiempo hemos silenciado y marginado, les tendríamos primero que pedir perdón, en este año jubilar por las deudas que como Iglesia tenemos con ellas. Pero, eso sólo no basta, pues como dice la doctrina ya clásica en nuestra Iglesia para poder perdonar lo robado hay que restituirlo. Por tanto, tendríamos que preguntarles a ellas, cómo podemos devolverles las tierras que les hemos robado: la tierra de su palabra profética, magisterial, y doctrinal; la tierra de su poder para decidir, ni siquiera se la hemos dado sobre sus propias personas; la tierra de los ministerios ordenados; la tierra de la visibilidad de su trabajo en la sociedad y en la Iglesia, la tierra de su capacidad para ser imagen de Dios, rostro femenino y no solo masculino de nuestro Dios/a y otras muchas tierras que ellas podrán ayudarnos a nombrar y devolver.

A las religiosas y religiosos

·        Además de contestar a las preguntas anteriores, que sean de su incumbencia, deberían ser preguntad@s si se han sentido respetad@s en sus vocaciones específicas, alentad@s como ell@s lo necesitarían, valorad@s suficientemente por que son ellas y ellos los que de un modo más claro hacen verdad el servicio a los más pobres, abandonados y tirados en el camino. ¿Qué nos denuncian y qué nos piden a quienes ejercemos la autoridad en la Iglesia?. A las religiosas, de un modo especial, pregúntesele como se sienten cuando les imponemos la presencia de hermanos suyos en sus Congregaciones Generales, cuando ellas no asisten a las de sus hermanos.

A los sacerdotes .

·        También, después de responder a las preguntas pertinentes del cuestionario anterior, debemos preguntarles cúales son las principales dificultades con las que se encuentran en su trabajo pastoral. Qué caminos proponen para ir hacia una Iglesia de bautizad@s, donde la contraposición clerigos/ laicos desaparezca. Qué piensan de la obligatoriedad del celibato, y ellos que propondrían. Esto último de un modo especial recójase la opinión de los sacerdotes latinoamericanos y africanos.

A los teólogas y teólogos, escrituristas, moralistas e historiador@s de la Iglesia.

·        Igualmente contestarán lo que vean conveniente del cuestionario anterior, a ellos les pediría, como aportación específica, que señalasen, según sus especialidades, aquellas cuestiones que, en su opinión, requieren con urgencia una reflexión eclesial abierta, clara, sin miedos, interdisciplinar. Argumentando su elección y explicitando las consecuencias que se derivarían de orillar esos temas y sustraerlo a la reflexión de la comunidad cristiana.
·        Sería importante que se expresen sobre: si se sienten con libertad para investigar, expresar los resultados de su investigación, para proponer a la reflexión y al consenso de la comunidad cristiana temas que están sin resolver. Pregúntenles, también, qué opinan acerca de  los métodos utilizados por el Dicasterio Romano para la Doctrina de la fe cuando se generan disensos en temas teológicos. Qué otras formas de resolver los conflictos, inevitables, ellos proponen.


II. CUESTIONARIO A LOS HOMBRES Y SOBRE TODO A LAS MUJERES POBRES, A L@S Y EXCLUID@S DE ESTE MUNDO.

            Cada diócesis deberá prever y proveerse de los mecanismos oportunos para que realmente pueda llegar su voz con la mayor nitidez posible, la necesitamos de un modo especial.
            Además de las preguntas que los equipos de expertos y expertas determinen yo pediría que ell@s pudieran expresarse acerca de los aspectos siguientes:
·        Si hay algo que les escandaliza de la Iglesia Católica. En caso afirmativo que digan qué.
·        Si tienen experiencia de que la iglesia, que ell@s conocen, hace verdad el deseo de Jesús de ser iglesia de l@s pobres, qué lugar se sienten ocupando en ella, qué influencia tienen en la Iglesia (en sus decisiones y en su doctrina) las demandas y necesidades que ell@s expresan, en qué les piden su opinión.
·        Deseo que se les pida: ayuda para buscar caminos, con ell@s y desde ell@s, para que puedan abandonar la marginalidad y la pobreza en la que se encuentran y perdón por nuestra colaboración en su pobreza y exclusión.
·        Qué quieren pedir al Papa, a los obispos, sacerdotes y a tod@s l@s creyentes en el Dios de Jesús, en este momento importante de preparación de un Concilio Ecuménico, al iniciar el siglo XXI.
·        Otros temas de los que deseen hablar. 

III A LOS HERMAN@S de OTRAS IGLESIAS Y RELIGIONES..

            Queremos que a nuestro Concilio Ecuménico asistan algunos representantes de las otras Iglesias Cristianas y de las Grandes Religiones del mundo para que puedan traernos su voz autorizada.
            De entre las diversas cuestiones a cerca de las cuales puedan aportarnos luz, yo sugiero algunos temas sobre los que tendría interés que nos contestasen:
·        Cuáles son los principales obstáculos, que las otras Iglesias Cristianas achacan a la Iglesia Católica, para lograr la unión de tod@s l@s cristian@s. Y de acuerdo a ello qué nos pedirían, en concreto, a l@s católic@s para llegar a un diálogo ecuménico más auténtico.
·         En qué grandes desafíos de nuestro mundo podríamos unirnos tod@s l@s creyentes y qué nos lo impide.
·        Cuáles serian las actitudes que podríamos comprometernos a cultivar para poder llegar a acuerdos eficaces en orden a trabajar por la paz y la justicia.

III. A LOS AGNÓSTICOS, ATEOS, INDIFERENTES..

Me gustaría que pudieran compartir con nosotr@s:
·        Qué es lo que les ha llevado a la increencia o les impide creer.
·        Cómo nos perciben a l@s que decimos creer en el Dios de Jesús.
·        Todas las luchas en las que podemos participar junt@s para proteger la vida en todas sus formas.
·        ¿Hay algo que hace tiempo querrían decirnos, y no se han atrevido nunca?.      
           

IV.- A LOS QUE HEMOS EXCOMULGADO, O CONSIDERAMOS FUERA DE LA IGLESIA O IMPEDIMOS ACCEDER LIBREMENTE A LOS SACRAMENTOS.

            Una vez más tendríamos que empezar pidiéndoles perdón por la osadía de expulsar o impedir a nadie participar de la Iglesia de Jesús, cuando, paradójicamente, Él nos propuso generar comunidades de inclusión, no de exclusión, donde los pobres, los pecadores, los enfermos, las mujeres y todos los excluidos, fueran acogidos incondicionalmente, y considerados los predilectos, como la hace el Dios Madre-Padre que El nos reveló.
Con humor no exento de ironía nos dejó bien claro que en la casa del Padre hay fiesta cuando algún hijo o hija que había perdido el camino, regresa, cuando, aunque no regrese por sí mismo, es buscado amorosamente con tanto interés como el pastor lo hace con sus ovejas o el ama de casa con su moneda perdida. Hoy, el Maestro vuelve a decirnos que "los recaudadores de impuestos y las prostitutas" (como símbolo de los excluidos de la religión) nos precederán en el Reino de Dios", y que por encima de todas las leyes y tradiciones, por sagradas que sean, está la persona humana, su dignidad y su felicidad.
Nos gustaría que juntos salgamos al encuentro para que, fundiéndonos en un abrazo, celebremos la fiesta del encuentro, danzando la danza de la fraternidad. Estoy segura de que para esa fiesta no faltará el buen vino, María se encargará de ello Unos 700 litros (como nos propone el evangelista Juan en 2,6) no nos vendrán mal, pues seremos much@s l@s que en esta fiesta daremos por zanjadas todas las exclusiones y excomuniones, por siempre jamás.
 Ya hemos despertado del sueño, es la hora de la realidad, pero ésta no es sólo lo que hoy está en acto, sino que también es real lo que está en esperanza, la esperanza de una comunidad como Jesús nos soñó con amor y con humor. 

Emma Martinez Ocaña