Hacia una nueva vida con sabor a evangelio

 


EL EVANGELIO DE LA CREACIÓN Y DE LAS RELACIONES HUMANAS


I- UNA FORMA DE VIDA CON SABOR A EVANGELIO.

1.1 Qué es saborear

1.2 Qué se nos invita a saborear en estas encíclicas

II- CUÁL ES EL OBJETIVO FINAL DE ESTE “SABOREO”.


III - LA PARÁBOLA DEL BUEN SAMARITANO UNA PROPUESTA DE RELACIONES HUMANAS CON SABOR A EVANGELIO.

3.1 La parábola en sí misma: el texto en el contexto.

3.2 La parábola un paradigma del estado del mundo.

· Un ser humano herido tirado en el camino saqueado y apaleado

· Los asaltantes

· Los que pasan de largo


3.3 La parábola como paradigma de conversión.

3.3.1 El buen samaritano símbolo “del amor fraterno-sororal”.

3.3.2 El Buen samaritano símbolo del “amor político”.

· En el ámbito estructural

· En el ámbito social

· En el ámbito cultural

· En el ámbito personal

· En el ámbito religioso.

I.UNA FORMA DE VIDA CON SABOR A EVANGELIO.

1.1 Qué es y de qué nos habla ese “saborear”.

Saborear es una experiencia corporal y espiritual al mismo tiempo, nos habla de algo sentido y gustado no pensado, una experiencia que deja un gusto no sólo en la boca sino en todo nuestro ser.


Se nos invita a acoger los diversos sabores de la vida. Gustosos unos, dolorosos y amargos otros…Pero todos sabores de vida que necesitamos aprender a acoger y descubrir lo que nos revelan debajo de su específico sabor.

En este encuentro se nos invita a saborear el evangelio de las relaciones humanas. Las relaciones humanas son los lugares que más capacidad tienen para hacernos felices y para hacernos sufrir de ahí la importancia de aprender a acoger y discernir los sabores de nuestros encuentros.

El término sabor también hace alusión a “sápere”, sabiduría. ¡Qué bueno sería que sepamos saborear la vida, las relaciones humanas descubriendo en ella la sabiduría del evangelio!

· ¿Nuestra vida a qué nos sabe?

· ¿De qué sabores tenemos experiencia?

· ¿Saboreamos pasar por la vida como personas y comunidades samaritanas?

· ¿Saboreamos el evangelio y sobre todo dejamos sabor a evangelio a nuestro paso?

1.2 Qué se nos invita a saborear en estas encíclicas.

¿Qué propuesta nos hace el Papa Francisco que podrían ayudarnos a saborear la fraternidad-sororidad evangélica?

· Saborear que no solo soy, sino que SOMOS. (FT nº 17, LS nº89)

El Papa aquí nos invita a degustar una experiencia mística.

Se trata de desear y ojalá poder experimentar quiénes somos en el último nivel de nuestro ser: SOMOS relación, comunión, conexión, interconexión. Es esta una experiencia narrada por todas las personas místicas de todos los tiempos, credos y espiritualidades, aunque cada persona lo formule de acuerdo a su cultura, creencia, experiencia.

A lo largo de las dos encíclicas una y otra vez el Papa Francisco nos dice que poder sentir y gustar esta profunda verdad supone hacer un un profundo éxodo:

salir de un antropocentrismo individualista (LS.115-136) que arrincona toda referencia común, ocultando la realidad de que todo está conectado con todo, y creyéndose dueño y dominador entonces “la misma base de su existencia se desmorona. En vez de ser colaborador de Dios quiere suplantarlo” (LS.117)

hacia un nuevo modo de comprendernos y sentirnos, saborear que

· Somos una única familia común con toda la humanidad, (por eso habla de un amor universal)

· una familia biótica,

· habitando una misma casa común,

· SIENDO EN el Misterio sustentante de todo lo que existe, un Misterio que Jesús nombró como ABBA.

(FT. Nº 17 y LS. 2, 13, 42, 52,76, 89, 92, 119,139-141,160,162, 202-203, 219, 220, 228)

“En esa presencia vivimos, nos movemos, existimos y SOMOS”

SOMOS EN ESA PRESENCIA que lo único que puede ser es AMOR- RELACIONAL y eso que SOMOS ya nada ni nadie nos lo puede arrebatar

¿Cómo cambiaría el sabor de nuestra vida si pudiéramos sentir y gustar que en esa PRESENCIA AMOROSA “respiramos, vivimos, somos”?

¿Cuáles son los caminos que nos pueden conducir a saborear nuestra pertenencia a la humanidad, a la tierra, a la vida? ¿Cómo ayudarnos a sentir y gustar que no sólo soy, sino que somos?

¿Cómo vivir y cultivar el sentimiento de unidad en una cultura y sociedad tan profundamente individualista?

· Saborear que no sólo somos humanos sino hermanas/os.

(LS nº 92; FT nº 1)

El Papa proclama con toda claridad un “sueño” que quiere contagiar a toda la humanidad, como una esperanza comprometida: que seamos capaces de descubrir y hacer verdad la fraternidad universal. Tenemos la misma carne, una común pertenencia, habitamos la misma casa común, tenemos la misma dignidad como seres humanos y para los cristianos, hay otra gran razón, somos hijas e hijos del Dios que Jesús llamó “Abba”

Nuestra fe nos lo recuerda continuamente cuando nos invita a orar ¡Padre “nuestro”! aunque no hayamos aprendido aún a vivir esta realidad. Proclamamos, con las palabras, que todas las personas somos hijas e hijos de Dios, sin discriminación alguna y por tanto formamos parte de su familia. En lo más profundo de nuestro ser somos relación amorosa, estamos para siempre vinculado por los lazos de la filiación y la sororidad-fraternidad.

¿Es esta una experiencia vital sentida, gustada y hecha verdad?

· Saborear nuestra interdependencia.

Los seres humanos nos necesitamos y nos debemos los unos a los otros (FT nº35) por eso estamos llamadas todas las personas a cuidar y cuidarnos en nuestro profunda fragilidad y vulnerabilidad (FT nº115).

En el capítulo II de la LS cuando el Papa hace alusión a los relatos simbólicos de la creación se nos recuerda una vez más que lo seres humanos somos seres relacionales, nuestra existencia se realiza en la relación mutua por eso insiste en invitarnos a hacer del cuidado un eje estructurador de nuestras vidas, de nuestras sociedades, de las decisiones políticas. (LS nº 67, 68, 78. 79)

Hay una afirmación muy fuerte en la Laudato Sí “Cuando todas estas relaciones son descuidadas (se está refiriendo a las relaciones de cuidarse a sí mismo, a los otros y a la tierra), cuando la justicia ya no habita en la tierra, la Biblia nos dice que toda la vida está en peligro” (nº70).

Lo dice la Biblia porque así es. Nos construimos en las relaciones de amor y el cuidado es una de las realidades más imprescindibles en nuestras vidas, sin cuidado perecemos los humanos y destruimos la vida en nuestra tierra.

Hago aquí una llamada a tomar conciencia de que hasta hace muy poco esta tarea muy poco valorada se nos he encomendado a las mujeres, cuando es una responsabilidad humana que urge cad--a vez más ser compartida en partes iguales, no solo por “ayudar a las mujeres” sino porque si tenemos derecho a ser cuidados eso supone que tenemos todas las personas (hombres y mujeres) la obligación de hacerlo.

Cuidar es demás un modo excepcional de practicar y saborear la sabiduría del amor.

· Sentir el sabor de nuestra eco-dependencia. Una y otra vez se nos recuerda, en ambas encíclicas, que formamos parte del entramado de la vida, que todo está conectado con todo (LS nº117, FT nº 34) y nuestra existencia está entrelazada y sustentada por la vida en nuestra madre Tierra.

No podremos saborear nuestra eco-dependencia mientras no cambiemos nuestra mirada sobre la Tierra. Hay una fuerte llamada a dejar de mirarla como fuente de recursos a explotar para mirarla como Madre buena, es más para descubrirnos “siendo en ella, es más siendo tierra que siente, que piensa, que ama, que adora”

También aquí se nos pide un éxodo importante aprender a vivir en equilibrio y equidad con nuestra madre tierra renunciando a tener sobre ella un dominio “despótico” sobre ella y los bienes que ella posee.

La invitación es a saborear la belleza de la tierra, a admirarnos de su profunda sabiduría, a dejarnos asombrar por su misterio, a vivir en un respeto reverencial contemplando en cada criatura el reflejo de esa Presencia misteriosa de Dios.

· Saborear la ternura, que es la filigrana del amor y se caracteriza por un amor que se acerca con delicadeza y se vuelve real ofreciéndonos lo que más necesitamos (FT nº 194).





· Sentir el buen sabor de boca que nos deja cooperar en la creación de una cultura del encuentro que nos enriquece con la pluralidad y nos capacita para trascender nuestras diferencias y divisiones y poder gustar la pluralidad como riqueza (FT nº 215)



Estas dos últimas invitaciones que el Papa nos hace: saborear la ternura y la cooperación en hacer verdad una cultura del encuentro la desarrollaré más adelante.

II- CUÁL ES EL OBJETIVO FINAL DE ESTE “SABOREO”



El Papa Francisco en la Laudato Sí n. 19 nos dice con toda claridad cuál ha sido el objetivo de escribir esa encíclica:

” Nuestro objetivo no es recoger información o saciar nuestra curiosidad, sino tomar dolorosa conciencia, atrevernos a convertir en sufrimiento personal lo que le pasa al mundo y así reconocer cuál es la contribución que cada uno puede “aportar”.

Nos ofrece un sabor amargo pero imprescindible para poder reaccionar: Saborear como nuestro el sufrimiento de la humanidad.

¿Para qué nos propone ese sabor?

Para reaccionar y darnos cuenta de qué y cómo podemos cada persona contribuir a disminuir ese dolor.

Una propuesta profundamente evangélica: Dejar que se estremezcan nuestras entrañas con el grito de la tierra y el grito de los pobres, para que como le pasaba a Jesús de Nazaret ese estremecimiento movilice toda nuestra persona: nuestra cabeza para dejarnos alterar por los criterios de Jesús, nuestro ojos para mirar cómo él miraba y lo que él miraba, nuestros oídos para no cerrarlos a los gritos de dolor de nuestro mundo y nuestros pobres, nuestra boca para saber anunciar y denunciar, nuestro corazón para hacer más amoroso y transparente el amor que nos constituye y nos habita, nuestras manos para hacerlas parteras de vida, nuestros pies para que sean samaritanos eso sería responder desde nuestras posibilidades personales e institucionales al llamado del Papa.

Este es el objetivo último del Papa Francisco que escuchemos: “el gemido de la hermana tierra, que se une al gemido de los abandonados del mundo con un clamor que nos urge a cambiar de rumbo” (LS nº53) y a reaccionar ante estos dramas a nivel personal, comunitario, social, nacional e internacional (LS nº 54-57).

Y con mucha fuerza nos llama a decir no a la indiferencia cómplice. “Esta situación da lugar a la globalización de la indiferencia, ya no se nos conmueven las entrañas. La cultura del bienestar nos anestesia”. (L.S nº 53-55)

La encíclica Fratelli Tuti profundiza en este gran deseo del Papa Francisco ayudarnos a salir de la globalización de la indiferencia dejándonos conmover las entrañas.

Solo la información o la reflexión no nos movilizan, necesitamos una mística, una pasión capaz de sacudirnos para poder cambiar de rumbo.

El cambio que necesitamos hacer es de gran calado, un cambio radical que afecta a la raíz de nuestra cultura, de nuestro sistema socio-político, nuestro modelo económico, nuestra manera de sentirnos, vivirnos, estar en la realidad, nuestro modo de vivir nuestra fe cristiana.

III- LA PARÁBOLA DEL BUEN SAMARITANO UNA PROPUESTA DE RELACIONES HUMANAS CON SABOR A EVANGELIO.

Fratelli Tutti es una urgente llamada a experimentar el sabor de la fraternidad-sororidad universal y evangélica a partir de esta parábola que es central en el proyecto de Jesús.

El mismo Papa Francisco nos dice que esta parábola “es un ícono iluminador, capaz de poner de manifiesto la opción de fondo que necesitamos tomar para reconstruir este mundo que nos duele” (nº 67).

Y ve en ella un paradigma para el estado del mundo y, al mismo tiempo, para la conversión hacia la fraternidad y la amistad social más allá de las fronteras de religión, lengua, clase y nación: "La inclusión o la exclusión de la persona que sufre al costado del camino define todos los proyectos económicos, políticos, sociales y religiosos" (nº 69)



3.1 La parábola en sí misma: el texto en el contexto. ( Lc 19,25-37)

Esta parábola de Lucas, hay que situarla en su contexto: Un maestro de la ley le pregunta a Jesús sobre qué es lo fundamental para entrar en el Reino y Jesús le va responder con esta escandalosa parábola. Escandalosa y profundamente revolucionaria para su tiempo y para el nuestro.



La parábola la conocemos y no necesitamos ahora recordarla.



En ella aparecen cuatro tipologías que responde a distintas maneras de situarnos ante la realidad:

· “los ladrones” que saquean y apalean al caminante y lo dejan abandonado,

· “la persona herida”,

· “los que dan un rodeo y pasan de largo”, (el sacerdote y levita),

· y el que se deja conmover las entrañas y no solo lo cura, sino que carga con él para pedir al dueño de un albergue que lo atienda, y él correrá con los gastos.



A la pregunta del maestro de la ley de ¿quién es mi prójimo? Jesús le contesta con claridad: prójimo es todo aquel que necesita de nosotros (Lc 10, 25-35). Y aunque no se lo pregunta el maestro de la ley también la parábola dice que hay una manera de mirar, sentir y actuar que genera “proximidad” y otra que pasa de largo y genera indiferencia.

La lectura que hace el Papa Francisco no es individual, sino que, en coherencia con todo el enfoque de la encíclica, hace una lectura social, económica y política.

Esta parábola tan conocida está en Fratelli Tutti actualizada e historizada: lo que aquí se narra no es algo que pasó, no es un mito, es algo que sigue pasando aquí y ahora.

3.2 Un paradigma del estado del mundo.

A) Un ser humano herido tirado en el camino saqueado y apaleado es una buena imagen del mundo en el que vivimos y la situación de nuestra madre tierra.

Hoy, no son sólo personas y colectivos, sino continentes enteros saqueados y tirados en la cuneta de la historia.

Son las víctimas

· de este sistema neoliberal que en la Evangelii Gaudium y la Laudato Si el Papa denomina “asesino y ecocida”(EG nº 53; LS nº 48) y aquí lo reafirma: “un modelo económico basado en las ganancias, que no duda en explotar, descartar e incluso matar al hombre” (nº 22 ) que provoca millones de personas muertas y “descartadas” y un escandaloso abismo entre países, continentes, grupos de podee ricos y pobres ( nº 20) y que a su vez es causante de una violencia estructural que oprime y que se manifiesta en una desigualdad insoportable (nº 22)

· de la especulación financiera que pone las ganancias económicas por encima de la vida sometiendo a los países a sus dictámenes (nº 172,177,189)

· de la violencia estructural y mediática que busca destruir al otro distinto, mediante la descalificación y las calumnias, la nombre como “agresividad sin pudor” (nº 44-46) “Hoy en muchos países se utiliza el mecanismo político de exasperar, exacerbar y polarizar.” (nº 15)

· de las guerras, que son “una negación de todos los derechos y una dramática agresión al ambiente” (nº 257) un fracaso social y político “no hay guerras justas”; guerras en muchos casos por acaparar recursos, pero disfrazadas de defensa de valores, (nº 258). El papa ha hablado muchas veces de que estamos ante la “tercera guerra mundial por etapas”

· de la pena de muerte como una realidad inadmisible hoy (nº 263)

· de “los populismos insanos”(nº159) “e irresponsables” (nº 161) que engañan y manipulan al pueblo y al tiempo y también hay víctimas de visiones liberales individualistas que acusan de “populistas” a quienes defienden los derechos de los más débiles (nº 163) (de hecho al Papa lo acusan algunos de populismo)

· de la vulneración de los DDHH (nº 22-24) que provocan múltiples injusticias a millones de personas en nuestro mundo, entre ellas las mujeres que “son doblemente pobres, sufren situaciones de exclusión, maltrato, violencia, porque frecuentemente se encuentran con menores posibilidades de defender sus derechos” (nº 23)[1] .

· de la violencia estructural que oprime y mata, violencia en muchas ocasiones ejercida por los propios Estados que llegan, incluso, a realizar, de modo sistemático, "ejecuciones extrajudiciales o extralegales, que son homicidios deliberados cometidos por algunos Estados o por sus agentes, que a menudo se hacen pasar como enfrentamientos con delincuentes o son presentados como consecuencias no deseadas del uso razonable, necesario y proporcional de la fuerza para hacer aplicar la ley" (nº 267).

· de las múltiples formas de esclavitud que perviven hoy como son la explotación sexual, y laboral, trata de personas, “redes y mafias criminales” que engañan , someten a mujeres y niñas, la venta de órganos.(nº 22, 189)

· de políticas migratorias que no respetan la dignidad de las personas en las fronteras, víctimas de mafias no perseguidas; de muros defensivos “asesinos”, de una “criminalización” de los inmigrantes, del crecimiento de una xenofobia que se extiende cada vez más (nº 37-41)

· del silencio cómplice e inaceptable, tanto mediático como internacional y personal ante tantas y tan graves injusticias, violaciones de derechos, atropellos…(nº 29)

· de una siembra interesada de desesperanza, desconfianza y desmotivación y miedo disfrazada de valores (nº 15)



Son todas las víctimas provocadas, de un modo directo o indirecto por acción u omisión, por los personajes simbólicos de la parábola: los saqueadores y los que pasan de largo.

Muchas veces el clamor de quienes están tirados al borde de la vida a veces ni siquiera nos llega, ya no tienen fuerzas ni para gritar, ni protestar

B) Los asaltantes

El Papa dice en la encíclica: “los conocemos” (nº 72) parecería que no los nombra, pero no es así, a lo largo de toda la encíclica los va poniendo muy claramente de manifiesto al desvelar dónde están las causas de tantas víctimas tiradas en el camino.

Los asaltantes de hoy.

· quienes sostenemos de múltiples maneras este sistema que está contra la vida (nº 22) que provoca muertes, violencia, descarte de personas y alimentos, explotaciones varias, tráfico de personas y órganos

· los que además alimentamos una cultura que sostiene este sistema, que sitúa el dinero por encima de las personas y de la tierra y dificulta la toma de conciencia de la gravedad de la situación en la que estamos (nº 18,20,21)

· quienes sostenemos, con nuestras compras y colaboraciones, a empresas nacionales y multinacionales que destruyen las economías nacionales y la naturaleza (nº 24, 28)

· quienes nos adormecen y distraen y manipulan mediáticamente para no tomar conciencia de nuestras acciones inmorales (LS nº 56) “…intentando no ver (los problemas), luchando para no reconocerlos, postergando las decisiones importantes, actuando como si nada ocurriera” (LS nº 59)

· los que cooperamos construyendo una cultura de “muros”, muros excluyentes no solo en la tierra sino en los corazones, para evitar el encuentro con otras culturas y otras personas” sin darnos cuenta de que “cualquiera que levanta un muro, termina siendo un esclavo dentro de los muros que ha construido sin horizontes. Porque le falta esa alteridad” (nº 27)



· quienes fomentamos de muchas maneras violencia, enfrentamientos, venganza, odio; es decir quienes no fomentamos una cultura del dialogo ni del perdón (nº 236)



· quienes, con nuestras conductas, vivimos una antropología individualista, consumista e indiferente “ (nº 12,20) que destruye la consciencia del “nosotros” (nº 222) y debilita los sentimientos de pertenencia a una misma humanidad y el sueño de construir juntos la justicia y la paz parece una utopía de otras épocas. Con lucidez dice: el “sálvese quien pueda” se traducirá rápidamente en el “todos contra todos”, y eso será peor que una pandemia (nº 36). Todos estamos en la misma barca. Por eso, o nos salvamos todos juntos o no se salva nadie. (nº 32)

· quienes no hacemos verdad en nuestras vidas que todas nuestras propiedades y bienes tienen una función social (nº 118-120)

· quienes nos dejamos dominar por miedos personales y colectivos que nos llevan a callar tantos y tan graves atentados contra la dignidad humana y contra la vida (LS nº 53-59)

· quienes vamos perdiendo valores éticos, sentido comunitario, compromiso por la justicia (nº 29-31)

C) Quienes dan/damos un rodeo y pasan/mos de largo

La parábola es escandalosa si se lee en su contexto. A la pregunta lanzada por Jesús sobre lo que dice la ley, el maestro la conoce muy bien y la repite de memoria, está claro que el amor a Dios, al prójimo como a uno mismo es lo esencial para entrar en el Reino de Dios.

Jesús pone como ejemplo de la negación de ese principio precisamente a los representantes oficiales “del amor a Dios”: sacerdotes y levitas (la tribu de Leví había renunciado a poseer tierras porque su única tierra era Dios).

Escandaloso también para nosotros que pertenecemos a continentes que se definen herederos y defensores de los grandes “valores cristianos” pero nuestro modo de proceder deja mucho que desear y es muy poco evangélico.

El Papa deja muy claro en qué consiste pasar de largo:

· “esa peligrosa indiferencia de no detenerse…” reflejo de esa distancia cercenadora que se pone frente a la realidad” (nº 73)

· “una indiferencia cómoda, fría y globalizada, hija de una profunda desilusión que se esconde detrás del engaño de una ilusión: creer que podemos ser todopoderosos y olvidar que estamos todos en la misma barca” (nº 30)

· una búsqueda “de nuestros intereses particulares, familiares, corporativos, institucionales, eclesiales…que debilita la dimensión comunitaria de la existencia “(nº 12) cerrando los ojos a los desastres de este sistema, del espolio de las multinacionales,

· insimismarnos, desentendernos, pasar de largo, mirar hacia otro lado para no verlos (nº 73)

· vivir con una conciencia anestesiada (nº 275)

· soñar que la ciencia y la tecnología lo arreglará, o como todo está tan mal no hay remedio y que cada cual se las arregle (nº 75)

· vivir en la continua descalificación, generando sospechas sobre todo y todos nutriendo así el desencanto y la desesperanza (nº 75)

· es también practicar “un estilo elegante de mirar para otro lado muy recurrentemente: bajo el ropaje de lo políticamente correcto o las modas ideológicas, se mira al que sufre sin tocarlo, se lo televisa en directo, incluso se adopta un discurso en apariencia tolerante y repleto de eufemismos”. (nº 75 )

El Papa Francisco lo dice con toda claridad: quienes pasan de largo son /somos “aliados secretos de los salteadores” (nº 75).



En esta encíclica hay una llamada muy potente a la conversión. El Papa Francisco nos dice que todas las personas podemos reconocernos en todos los personajes, por eso sería importante caer en la cuenta de cómo por acción y/o omisión colaboramos en el apaleamiento y saqueo de tantos millones de personas tiradas al borde de los caminos de nuestro mundo y de nuestro pasar de largo tantas veces.

Hay conductas cotidianas con las que muchas veces de modo inconsciente apoyamos, sostenemos, cooperamos en esta manera de pasar por la vida.

No se trata de culpabilizarnos ni paralizarnos, sino de despertar, darnos cuenta, sentir, saborear el dolor por nuestras colaboraciones, es el primer paso para poder cambiar y sobre toda la seguridad de sabernos, a pesar de todo, acogidas y amadas incondicionalmente será sin duda un gran acicate para querer pasar por la vida como buenas samaritanas.

¿Qué es lo que, como personas, comunidades necesitamos convertir y poder cambiar nuestra manera de estar en la realidad?

“En efecto, nuestras múltiples máscaras, nuestras etiquetas y nuestros disfraces se caen: es la hora de la verdad. ¿Nos inclinaremos para tocar y curar las heridas de los otros? ¿Nos inclinaremos para cargarnos al hombro unos a otros? “(nº 70)

2.3 La parábola como paradigma de conversión.

2.3.1 El buen samaritano símbolo “del amor fraterno-sororal.

El buen samaritano nos muestra claramente el camino que necesitamos hacer para caminar hacia un mundo donde la fraternidad y la amistad se hagan verdad más allá de las fronteras de religión, lengua, clase y nación.

En esta figura, en la parábola, hay de nuevo una provocación y una clara denuncia de Jesús. El samaritano pertenece a un pueblo que en tiempo de Jesús era tenido como hereje, pagano, cismático e indeseable. Justamente ese personaje es el que se hace “prójimo”, representa a todas las personas de buena voluntad, que desde cualquier religión o sin ella, ayudan al necesitado e implican a otras personas en esa misma tarea. Son los que van más allá de su cultura y nación, se abren a toda la humanidad, al extranjero, el necesitado, al pobre y marginado.

Aquí de nuevo Francisco hace una llamada crítica y denunciadora de formas poco evangélicas de vivir nuestra fe y nos recuerda, que como en la parábola “ a veces quienes dicen no creeer, pueden vivir la voluntad de Dios, mejor que los creyentes” ( nº 74)

Ser persona samaritana es el icono de salvación para poder ”reconstruir este mundo que nos duele, ante tanto dolor ante tanta herida la única salida es ser como el samaritano”(nº 67)

Ante la grave situación de nuestro mundo solo quedan al final dos tipos de personas: las que pasan de largo y las que se hacen cargo.

¿Dónde nos situamos? Probablemente en ambos lugares según momentos y circunstancias.

Todas las personas “tenemos responsabilidad sobre el herido, que es el pueblo mismo y todos los pueblos de la tierra” ( nº 79)

Además, quienes creemos en Jesús nos encontramos con una interpelación muy potente que el evangelista Mateo expresa con toda claridad en el capítulo 25, en toda persona en necesidad, en toda persona excluida y abandonada está Cristo mismo presente. “Tuve hambre, sed…” (nº 85)

El Papa hace aquí auto-crítica eclesial y nos dice con humildad “ A veces me asombra que, con semejantes motivaciones, a la Iglesia le haya llevado tanto tiempo condenar contundentemente la esclavitud y diversas formas de violencia…Sin embargo, todavía hay quienes parecen sentirse alentados o al menos autorizados por su fe para sostener diversa formas de nacionalismos cerrados y violentos, actitudes xenófobas, desprecios e incluso maltratos hacia los que son diferentes”(nº 86)

“No es una opción posible vivir indiferentes ante el dolor, no podemos dejar que nadie quede <<a un costado de la vida>>. Esto nos debe indignar, hasta hacernos bajar de nuestra serenidad para alterarnos ante el sufrimiento humano. Esto es dignidad” (nº 68)

Es importante discernir cuando nos alteramos a causa de nuestros egos personales, familiares, comunitarios, institucionales de cuando nos indignan las injusticias, la violación de los derechos, las insoportables desigualdades. La espiritualidad cristiana no es una espiritualidad estoica sino apasionada, Jesús se apasionó, se indignó, lloró, se angustió…Quiero resaltar este punto porque hoy en algunos ámbitos está muy de moda una espiritualidad que hace -del “no perder la paz, no perder la serenidad” un objetivo en la vida.

A lo largo de toda la encíclica pero de un modo especial en este capítulo se nos invita a ser una sociedad capaz de “manifestar nuestra esencia fraterna, de ser personas y sociedades samaritanas, capaces de cargar con el dolor de tantas personas descartadas y heridas.

¿Eso cómo hacerlo?

Cultivando el deseo gratuito, puro y simple de querer ser pueblo, de ser constantes, e incansables en la labor de incluir, integrar, levantar al caído (nº 77)

Comenzando desde abajo y de uno en uno…comenzar por lo concreto y cercano hasta alcanzar lo global (nº 78)

Pero no lo podemos hacer solos, igual que el Samaritano de la parábola, buscó ayudo al posadero, estamos todas las personas invitadas a convocar y encontrarnos en un “nosotros” que sea más fuerte que la suma de pequeñas individualidades” (nº 78)

Hagamos posible un proceso de corresponsabilidad capaz de generar nuevos procesos y nuevas transformaciones.

Pero Francisco, a lo largo de toda la encíclica, no se limita a exhortar a curar a los heridos, sino que nos dice con toda claridad que hoy ser persona, sociedad, iglesia samaritana supone trabajar por un cambio global de sociedad, por un cambio estructural.

Evitar que estos hechos se vayan reproduciendo conlleva necesariamente luchar contra las causas estructurales, sociales, culturales… de la pobreza, del descarte de personas y alimentos, de la desigualdad, la falta de trabajo, techo y tierra, dando prioridad a la vida por encima del dinero y de la apropiación de bienes de algunos.

2.3.2 El buen samaritano símbolo del “amor político”.(C.5, nº 154-197)

El símbolo samaritano, como clave de lectura de toda la encíclica, queda expresado en personas, colectivos, grupos, partidos, ONG, asociaciones…que viven lo que el Papa denomina una “caridad política” un compromiso no sólo de cuidado y sanación “de los tirados en el camino” sino en el empeño por erradicar las causas de esta realidad sufriente y de la situación de esta tierra nuestra herida, saqueada, maltratada, despreciada, al borde del colapso, donde podemos estar jugándonos la supervivencia del Homo Sapiens.…

La caridad o el amor político lo entiende Francisco como despliegue de una dimensión fundamental de nuestras personas. El Papa hace suya la afirmación de Aristóteles de que los humanos somos seres políticos. Por tanto, tenemos la obligación de cuidar, gestionar, vigilar, transformar la “polis” (hoy “la polis” es toda la humanidad, el mundo entero, nuestra casa común) hacia la consecución del Bien Común para la humanidad presente y futura y de la tierra que tenemos que entregar a la generación siguiente.

Este amor político es una obligación personal y comunitaria.
Hacer verdad un amor político supone la imprescindible vinculación espiritualidad y política. Dos palabras desprestigiadas que necesitan ser re-codificadas, reivindicadas, vinculadas, no solo como complementarias sino como imprescindibles ambas.

El Papa en esta encíclica hace una clara defensa de la buena política y advierte que su desprestigio hoy se debe en parte a quienes la prostituyen con conductas inmorales, pero también a “estrategias que buscan debilitarla, reemplazarla por la economía o dominarla con alguna ideología. Pero, ¿Puede funcionar el mundo sin política? ¿Puede haber un camino eficaz hacia la fraternidad universal y la paz social sin una buena política? (nº 176)

Es más, hace un llamamiento explícito a despertar la vocación por la política: “Una vez más convoco a rehabilitar la política, que es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común” (nº 180)

Con toda claridad se nos dice en la encíclica que no bastan las ayudas particulares y de colectivos, no basta una mística de la fraternidad ni siquiera poner los recursos de un país al servicio de quienes más lo necesitan y de las naciones más saqueadas y abandonadas, sino que se requiere una organización mundial eficaz. El problema es mundial y requiere una implicación también mundial o global sin abandonar el cuidado y compromiso de lo local.

Este esfuerzo por armonizar lo global y lo local no es uniformidad sino comunión universal por la consciencia de que somos una única familia humana y biótica. (nº 142-145) Es decir, creciendo en consciencia de que somos inter-dependientes y eco-dependientes

Vivir una espiritualidad política tiene para el Papa un lugar preferencial: los tirados en el camino, “los descartados del sistema”, que hoy son mayoría en el mundo y son quienes tienen que guiar y orientar todas las decisiones políticas gubernamentales, sociales, institucionales y personales. El modo de proceder no será domesticando, asustando o haciendo a las personas y colectivos dependientes e inofensivos sino haciéndolos sujetos del cambio que necesitan (nº 187)

Este modo de ser persona y/o colectivo samaritano tiene que ver también con promover la cultura del diálogo, la tolerancia y la paz frente a quienes promueven el odio, el fanatismo, evitando siempre el derramamiento de sangre. (nº 199-202) Por eso ser samaritano, practicando el amor político, es hacerse dialogante, buscar la confluencia, la apertura, el consenso, la integración.

Ser persona samaritana, cultivar una espiritualidad política es cooperar en construir una cultura de la paz. La paz no solo entendida como ausencia de guerras, sino como compromiso incansable de reconocer, garantizar y reconstruir la dignidad de todas las personas especialmente las más heridas y vulnerables. El Papa deja muy claro que sin justicia y sin desarrollo humano integral es imposible la paz. (nº 228-235)

Este modo de ser persona samaritana, igual que acontece en la parábola, supone dar espacio a la ternura: “Un amor que se hace cercano y concreto, un movimiento que procede del corazón, llega a los ojos, a los oídos, a las manos” (nº 196)

Un amor samaritano es sin duda un amor hecho de pequeños gestos, que se hace cuidado mutuo y cuidado universal (nº 281) y el Papa pide saber cuidar de un modo especial a quienes optan por la política profesional porque ellas necesitan también nuestro amor y nuestra ternura (nº193)

Con una gran empatía pone de relieve que los políticos, los colectivos, los movimientos sociales, las personas no siempre tienen/tenemos éxito en la consecución de las propuestas, porque los grandes objetivos se van consiguiendo parcial y lentamente, porque todo esfuerzo y trabajo por el Bien Común, realizados con amor, no se pierde. “Todo el esfuerzo, cansancio generoso, dolorosa paciencia, todo eso da vueltas por el mundo como una fuerza viva” (195).

Esta lectura socio-política y personal de la parábola supone un cambio importante en el modo de entender y vivir la espiritualidad. Reclama saber vivir una espiritualidad política concreta, aterrizada y esperanzada.

Una espiritualidad que sabe unir al amor la esperanza, la confianza en las reservas de bien que hay en la humanidad a pesar de todo, saber confiar en el poder del amor a largo plazo, sembrar sabiendo que seguramente los frutos los recogerán otros.

El papa Francisco en relación a las tareas y compromisos que nacen de un compromiso en favor del bien común lanza unas preguntas importantes, no tanto en relación a los logros, a las metas conseguidas sino a algo mucho más profundo e importante:




¿Cuánto amor puse, en qué hice avanzar al pueblo, qué conquistas y avances dejé en la sociedad, qué redes y lazos construí, que fuerzas positivas desaté, cuánta paz social sembré, qué provoqué en el lugar que se me encomendó? (n.197)



“Si extendemos la mirada a la totalidad de nuestra historia y a lo ancho y largo del mundo, todos somos o hemos sido como estos personajes: todos tenemos algo de herido, algo de salteador, algo de los que pasan de largo y algo del buen samaritano.” (nº69)

Es bueno también saborear y alegrarnos de lo que como personas, comunidades e institución tenemos de samaritanas.

Saborear un amor político samaritano supone trabajar por generar una nueva sociedad cuyo eje estructurador sea el Bien Común y globalizar la solidaridad.

El amor político para ser verdad necesita ser efectivo, real y concreto, encarnándose en nuestras personas y comunidades para poder transformar nuestras estructuras, sociedades, culturas, religiones…

A) En el ámbito estructural

Ser un grupo, colectivo o persona samaritana en este mundo nuestro saqueado y expoliado supone:

· trabajar por construir estructuras políticas y económicas nacionales e internacionales, que garanticen la dignidad y los derechos de todas las personas y el cuidado de toda la vida en el planeta (nº 164- 165))

· exigir a los gobiernos la creación de estructuras, leyes y políticas concretas que ponga el cuidado de las personas, empezando por las más frágiles y amenazadas, y del planeta tierra, en el centro de las decisiones “cuidar la fragilidad quiere decir fuerza y ternura, lucha y fecundidad” (nº 187)

· vivir personalmente y apoyar colectivamente todas las decisiones y leyes que favorezcan hacer verdad el principio del uso común de los bienes, que como nos recuerda el Papa “es el primer principio de todo ordenamiento ético y social” (nº 120); creernos personal y comunitariamente y hacer verdad que la propiedad privada no es un absoluto y tiene una hipoteca social,

· defender y exigir una política de derechos, para todas las personas y pueblos, derechos sin fronteras para que esto sea verdad es imprescindible una ética de las relaciones internacionales (nº 121-122; nº 129-130)

· protestar y contestar todas las políticas anti-inmigraciones que niegan los derechos de acogida y trabajar por todos los medios para exigir un ordenamiento mundial jurídico, político y económico que se oriente a la cooperación para el desarrollo en los países de origen y con relación a los migrantes que llegan a nuestros pueblos es necesario: acoger, proteger, promover e integrarlos”. “Solo una cultura social y política que incorpore la acogida gratuita podrá tener futuro. (nº 141)

· no apoyar con el voto, ni con el silencio un sistema como el actual que está contra la vida y que pone el dinero por encima de las personas, por tanto eso a su vez supone apoyar con nuestro voto y control aquellas políticas cuyas tareas fundamentales vayan en la dirección de ayudar a crear instituciones más sanas y eficaces, que protejan el bien común; que cambien leyes injustas, que favorezcan una justicia fiscal, que generen estructuras solidarias para todos, que protejan los bienes y necesidades esenciales para todas las personas.

B) En el ámbito social

Ser personas, colectivos y comunidades samaritana supone:

· apoyar y exigir políticas sociales que estén de hecho al servicio del bien común empezando por los últimos

· crecer en consciencia crítica y en formación política para saber distinguir las noticias falsas de las verdaderas, para no dejarnos engañar, ni adormecer; ser capaces de distinguir los populismos que utilizan al pueblo de quienes llaman populistas a los que defienden el bien común y la protección de los colectivos más desfavorecidos

· trabajar nuestras personas y comunidades para convertirlas en espacios de construcción social de una “artesanía de la paz” hecha de verdad, justicia y reparación (nº 228-232) como compromiso comunitario

· aprender a transitar personal y socialmente el camino del perdón, un perdón que no es olvidar, ni permitir que quienes ofenden sigan haciendo daño, que no implica renunciar a la justicia, pero sí a la venganza y a alimentar el odio. Un perdón entendido como un acto de libertad que rompe los lazos con el agresor y se regala a uno mismo y a todo su entorno paz ( nº 236, 241,243, 250-254)

· generar una cultura del cuidado ( nº 181) y del encuentro (nº 191)

· ayudar a construir comunidades en los distintos niveles de la vida social (nº 182)

· “avanzar hacia una civilización del amor a la que todos podamos sentirnos convocados” (nº183)

· organizarnos la ciudadana, sabiendo buscar la cooperación y unión de todos los grupos, colectivos y personas excluidas para luchar contra las injustas diferencias y exclusiones por cualquier razón, haciéndolas protagonistas de sus reivindicaciones, es decir que se haga una política no tanto para los excluidos cuanto con los excluidos.

C) En el ámbito cultural.

Hacer verdad una espiritualidad política samaritana supone:

· promover una educación transformadora que no sólo se centre en la educación formal sino en una educación permanente que nos re-eduque todas las personas para poder pasar de una antropología individualista y egocéntrica a una antropología de nuestra verdadera identidad que es relacional, que no es perder nuestra identidad personal sino vivirnos en la red-de-relaciones que somos (nº167)

· favorecer que esa educación sea integral: para todas personas y que abarque nuestro ser entero, subrayando el desarrollo de nuestra inteligencia espiritual

· colaborar en el cultivo de las diversas espiritualidades y confesiones religiosas confluyendo en una cooperación conjunta para dar a luz un mundo más justo y más participativo.

· hacer del diálogo social el camino privilegiado para construir una nueva cultura centrada en la búsqueda del Bien Común.

· buscar caminos de reencuentro y reconciliación que cicatricen heridas y construyen paz social desde las claves de verdad, justicia y reparación

· favorecer que cada vez más personas vivamos con proyecto y con sentido

· ayudar a descubrir que no basta la razón para transformar nuestras sociedades sino que necesitamos saber vivir uniendo la cabeza y el corazón (la razón cordial) en el momento presente, para poder pensar con lucidez y sentir la com-pasión como motores que alienten nuestro estilo de vida

En el ámbito personal

Ser persona samaritana, cultivando una espiritualidad política supone:

· abrirnos a recibir el don de experimentar lo que realmente somos: relación, comunión, interrelación, pasar del yo soy a sentir que Somos unidad con toda la humanidad, con toda la realidad, con el Misterio, que los creyentes llamamos Dios

· dejar que esa experiencia transforme nuestra mirada, nuestro corazón, nuestras entrañas y por tanto nuestra manera de estar en la realidad, el sentido y la orientación de nuestras vidas

· transformar nuestra consciencia de la vulnerabilidad y fragilidad humana y biótica en un camino para hacer del cuidado el modo privilegiado de estar en la realidad

· aprender a hacer de nuestra mirada un lugar que cree “proximidad”

· dejar que esa “proximidad” se haga conmoción de las entrañas para no pasar de largo ante tantas personas, colectivos, naciones…tiradas hoy al borde del camino de la vida

· transformar esa conmoción de las entrañas en un movimiento de toda nuestra persona en la dirección, no sólo de la sanación de tantas heridas, sino en el empeño por erradicar las causas de las misma

· cooperar con otras personas, organizaciones, colectivos etc buscando transformar nuestras estructuras, culturas, proyectos…en la dirección de hacer verdad la utopía de saber vivir una fraternidad abierta a todo el mundo.

D)En el ámbito religioso (nº.272-284)

Las religiones tienen también un lugar muy importante en hacer verdad este amor político samaritano:

· colaborando en la construcción de una fraternidad universal, desde la experiencia de una fe en Dios que nos desvela que somos hijas e hijos, hermanos y hermanas, y esa verdad tiene que hacerse historia concreta

· aportando una mística potente que urja a cambios personales de nuestros corazones, hábitos y estilos de vida capaces de transformar nuestras comunidades y sociedades en lugares de trabajo por la paz y la justicia. (nº166)

· aportando una experiencia real de diálogo interreligioso, de escucha, valoración mutuo y búsqueda colectiva de todo lo que les une

· siendo fuente de esperanza, ayudando a reconocer todas las semillas de bien que Dios sigue derramando en la humanidad, una esperanza profundamente arraigada en lo profundo del ser humano (nº 54-55)

El Papa termina la encíclica con una emotiva oración, pero antes recupera un bello texto firmado por él y por el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb donde juntos hacen un llamamiento para que todas las religiones sean lugares que alienten, estimulen e inculquen a las personas y comunidades, la pasión por pasar por la vida como samaritanas. (285)

“Caminemos pues en esperanza” (55) de que la fraternidad universal es no sólo posible sino necesaria.

Que así sea y seamos capaces de hacerla verdad.

Aquí está el enlace a la conferencia por si preferís oírlo.


[1] Es casi la única referencia a la situación de las mujeres, obviando que no es sólo marginación sino violencia sistemática, violación, abusos (muchos dentro de la misma iglesia) feminicidios y un largo etc.