Al acercarnos a la persona de Jesús y su enseñanza encontramos trastocados nuestros conceptos de éxito y fracaso, ganar o perder.
La concepción evangélica sobre éxito y fracaso nos conduce a un tema central: dónde están las bases, los fundamentos de nuestro ser y cuáles son las metas y aspiraciones que de verdad nos “realizan”, y por tanto humanizan nuestro mundo.
Estamos ante una cuestión nuclear: establecer las bases de sustentación de nuestro “yo” auténtico, nuestra columna vertebral, y el horizonte hacia el que queremos que se despliegue.
Como dice sabiamente José Antonio García: “los humanos enfermamos de dos maneras: por carecer de fundamentos o por situarlos en lugares falsos; por ausencia de horizontes o por fijarlos en metas equivocadas. Sin cimientos <<humanos>> nos desfondamos; sin viento nos asfixiamos”[1].
Como dice sabiamente José Antonio García: “los humanos enfermamos de dos maneras: por carecer de fundamentos o por situarlos en lugares falsos; por ausencia de horizontes o por fijarlos en metas equivocadas. Sin cimientos <<humanos>> nos desfondamos; sin viento nos asfixiamos”[1].
Queriendo ahora sintetizar, en unas breves pinceladas, qué sería según la perspectiva evangélica fracasar o no fracasar nos encontraríamos que:
A. Fracasar sería:
· “Guardar la vida“ es decir no entregarla, no arriesgarla por amor, eso es “perderla”.
· “Perderse a sí mismo” es decir no llegar a ser lo que estamos llamados a ser por Dios hij@s y herman@s en el amor. Esta es nuestra última y verdadera vocación e identidad.
· Ser infecundos, es decir no desplegar todas las posibilidades de dar vida que tenemos, por miedo a “perder”, “fracasar”, morir.
- Pasar por la vida indiferentes al dolor de los demás y sin desplegar un amor operativo. (Mt 25) “Id malditos al fuego eterno…”.
- Vivir “dormidos”, inconscientes, con la lámpara apagada y sin aceite. (Vírgenes necias o el criado que se duerme).
- No creer que en Jesús se nos ha revelado no sólo quien es Dios sino también nuestra verdadera identidad. “El que no cree en mí morirá para siempre”.
- Errar en el camino de la felicidad (ésta no está en la codicia del dinero, ni en las posesiones, ni en orgullo ni en la prepotencia).
- Caer en las tentaciones, que nos propone la sociedad dominante, que anidan en nuestro corazón, y que Jesús también experimento de: ceder ante nuestros miedos radicales protegiéndonos, blindándonos, buscando nuestra propia seguridad por encima del amor y la justicia; ante nuestro fragilidad y vulnerabilidad afianzarnos en el poder que domina; ante la constatación de nuestra insignificancia y nuestros errores vivir protegiendo nuestra imagen y buscando la vanagloria.
B. No es fracasar definitivamente.
- “Perder la vida” porque la arriesgas por amor, por entrega, por fidelidad a tu verdad más profunda, por ser fiel a proyecto de Dios sobre el mundo y sobre ti misma.
- Perder fama, aplausos, reconocimiento cuando luchas por ser verdad, por ser fiel a tu verdad profunda y no te vendes, ni te dejas manipular; cuando luchas por los valores evangélicos y no te avergüenzas de tu fe en Jesús y su causa.
- Perder dinero, posesiones porque los compartes, o devuelves lo robado a los pobres (Zaqueo) porque sabes que eso te hace mas “rico” en amor, justicia, solidaridad.Perder poder cuando entiendes que “tener poder” es empoderar a los que no cuentan, no tienen, no valen. Entonces entiendes que tener poder es usarlo para servir.
- Cuando pierdes tu tiempo regalándolo gratuitamente a otros porque ganas en libertad para amar, experimentas que la verdadera fecundidad no es la que proporciona la rentabilidad, ni la eficacia sino la fecundidad de una vida que se regala por amor.
- Cuando la vida te arrebata salud, fuerzas, trabajo si con ello aprendes a vivir la vulnerabilidad y eso te hace más humana, si pierdes en el poder “hacer”y ganas en la calidad de tu ser persona, de tu ser con otros.
No podemos dejar de reconocer que ese universo de significados que los Evangelios nos ofrecen entran en contradicción que el universos simbólico dominante y del que se nutre también nuestro corazón.
¿Qué es para el universo simbólico dominante "ganar", triunfar?: ganar dinero, poder, prestigio, reconocimiento, subir en el escalafón, ganar salud. Estar arriba, ser de los primeros, ser fuerte, ser más, estar arriba, tener poder, dinero, prestigio... En este universo simbólico cultural el “perder” está asociado a estar abajo, ser pobre, no ser “valioso”, no triunfar profesionalmente, no subir en el escalafón, ser débil…
También hay otras voces en nuestra cultura, aunque no sean las dominantes, que nos dicen otras cosas: ganar en la vida es ser uno mismo, ganar en salud, ganar amigos, ganar en calidad de vida, en la calidad de las relaciones, triunfar sobre el propio egoísmo, la insolidaridad, la injusticia.
Preguntarnos qué es triunfar y/o fracasar según los Evangelios no es preguntarnos sólo por lo que es ganar o perder sino también dejarnos desorientar por lo que se nos dice sobre:
· Qué es lo valioso y qué no lo es.
· Quiénes son los primeros y quiénes los últimos.
· Quiénes están arriba y quiénes abajo
· Quiénes son ricos y quiénes pobres.
· Quiénes son grandes y quiénes pequeños
· Quiénes los fuertes y quiénes los débiles.
· Quienes son los "justos" y quiénes los pecadores.
· Quiénes aman mucho y quiénes no.
· Quiénes son "dichosos" y quiénes desgraciados.
· Quiénes son sabios y quiénes son necios.
· Quiénes son fuertes y quiénes son débiles.
Busca por ti mism@ estas claves en los textos evangélicos, quedarás sorprendid@.
Emma Martínez Ocaña.