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El cuerpo y el encuentro con Dios.


SOTO VARELA, C. (ed) He visto al que me ve, evd, 2006 (45-92)

Introducción
Me encuentro contigo, Dios encarnado, en el cuerpo que soy. 
1.1 Soy un cuerpo
1.2 Un cuerpo necesitado
1.3 Llamado a ser un cuerpo unificado.
Te doy gracias porque somos cuerpo. 
2.1 El cuerpo lugar de sabiduría.
2.2 El cuerpo como revelación.
2.3 El cuerpo espacio de relación y encuentro.
Tú, has querido hacerte cuerpo. 
3.1 Te haces ser humano, corporal, histórico.
3.2 Nos llamas a vivir con un talante de encarnación.
Desde mi cuerpo de mujer, mi encuentro contigo se hace dolor, protesta y denuncia. 
4.1 Protesto por el dualismo imperante
4.2 Denuncio la visión patriarcal del cuerpo.
4.3 Acuso la visibilización/invisibilización del cuerpo de las mujeres.
Me encuentro contigo y anuncio que nuestros cuerpos de mujeres son revelación de tu ser cuando: 
5.1 permitimos a nuestros cuerpos ser espirituales
5.2 la Palabra se hace cuerpo en nuestros cuerpos de mujeres
5.3 nuestros cuerpos son testigos de tu amor.
Te encuentro en la humanidad y en la creación entera como cuerpo tuyo. 
6.1 La creación entera como “Cuerpo de Dios”.
6.2 Te encuentro cuando cuido los cuerpos dolientes.
6.3 Tú eres un Dios Amante de tu creación.
6.4 El encuentro corporal, amoroso y placentero, sacramento de tu amor, lugar de encuentro contigo.
Epílogo.

Dentro de 15 años. ¿Una sociedad espiritual? (III)


Cuándo y cómo un cuerpo es espiritual.

El último encuentro de mi sueño fue con una “maestra del espíritu”, según ella aprendiz de la vida y buscadora incansable, que me instruyó personalmente sobre cómo ir cada día recorriendo un camino interminable de ir haciendo del cuerpo un lugar donde se transparente el Espíritu.

Me dijo fue aprendiendo a silenciar su mente para intentar conectar con el fondo de su ser, y dejarse alcanzar por esa Presencia, Energía Amorosa, lo Divino que lo constituye …y desde ahí ir mirando y sintiendo la vida de otra manera. 

Se quedó unos instantes en silencio y siguió diciéndome: “La ampliación de la consciencia sobre la verdad de lo que Somos, la mirada lúcida sobre la realidad y el hecho de descubrir las consecuencias de nuestro modo de vivir , escuchar los gemidos y protestas de quienes sufren las terribles consecuencias del sistema imperante, de nuestro estilo de vida, sentir en las entrañas el dolor de los otros como propios, me llevó a experimentar que ya no puedo permanecer indiferente y por tanto no puedo dejar de implicarme en el cambio urgente de sociedad, de paradigma. Ya no me es posible vivir como antes de despertar… por supuesto que esto conlleva un trabajo serio sobre mi persona para que mi cuerpo vaya siendo, cada vez más, un cuerpo espiritual, un cuerpo donde la consciencia lúcida, el amor, la compasión, la justicia sea el lenguaje de mi vida. Y humildemente voy haciendo lo que puedo, sabiendo que no lo lograré del todo pero lo sigo intentando cada día y además procuro acompañar y servir de ayuda a quienes me lo soliciten y quieran hacer ese camino. 

De pronto mirándome fijamente me dijo: ¿tú querrías emprender ese camino?

Sorprendida por esta pregunta y antes, de contestarle, le pregunte: ¿En qué consiste trabajar el propio cuerpo para hacerlo cuerpo espiritual? ¿Cuándo y cómo se sabe si el cuerpo es espiritual? [1]

Sin pensarlo mucho me dijo:

Dentro de 15 años. ¿Una sociedad espiritual? (II)




 Los caminos hacia esa nueva sociedad.

Asombrada por lo que veía y oía les pregunté cómo habían ido avanzando por este camino “espiritual” hasta llegar a ese despertar y a esa sabiduría de vivir.

Sin prisa, esta era otra característica de esa sociedad, me fueron contando que los caminos fueron múltiples y se fueron fraguando lentamente, y que además hubo una convergencia de movimientos sociales, espirituales, religiosos, éticos, de oriente y occidente, de ciencias humanas y de la tierra, física cuántica incluída. 

Me lo fueron narrando así:

“A finales del siglo XX una palabra empezó a ocupar todos los espacios informativos porque expresaba una profunda realidad: crisis. Creció la consciencia de que el sistema no funcionaba, de que el paradigma cultural en el que habíamos vivido llegaba a su fin. La sensación que vivimos la expresó bien el pensador italiano Antonio Gramsci: lo viejo se resiste a morir y lo nuevo no consigue nacer. Pero como toda crisis es un tiempo de criba y de oportunidad (no sólo de sufrimiento), supimos descubrir qué necesitábamos para renacer como sociedad nueva.

Después de muchos años de dominio de un sistema económico de capitalismo salvaje que fomentaba el individualismo egocéntrico, (ajeno a las consecuencias globales de su funcionamiento)… de vivir a tope el “sálvese quien pueda”… de experimentar las consecuencias de permitir que socialmente funcionara la ley del más fuerte y la competitividad en lugar de la cooperación…sentimos el vértigo de ir hacia el abismo como humanidad. Las flagrantes injusticias y desigualdades se hicieron insoportables a las personas más lúcidas y despiertas de nuestra sociedad y algunos empezamos a escucharlas… y cada vez fuimos más y más, en círculos concéntricos, en los barrios, colegios, grupos de reflexión, tertulias de radio y televisión, publicaciones, editoriales de prensa… Entre todos fuimos dándonos cuenta de a dónde nos llevaba ese modo de vivir.

El materialismo craso de considerar real sólo lo que veían nuestros ojos y tocaban nuestras manos nos dominó durante mucho tiempo, y nuestro vivir cotidiano consistía en luchar por un mayor bienestar material individual, familiar…de la pequeña tribu. Creímos que éste bienestar no tenía límite y que en él encontraríamos la felicidad y no sólo verificamos que no éramos más felices, sino que descubrimos con horror las consecuencias de nuestro enfoque. Verificamos que la modernidad y su sistema económico estaban dejando una larga huella de injusticia, división, dolor, guerras, muerte y destrucción… … tres cuartas partes de la humanidad malvivía en una profunda desesperación, los habíamos convertido en esclavos laborales, sexuales, mercancía barata. Nuestra tierra expoliada y agostada en sus recursos naturales gritaba por los cuatro puntos cardinales…

Dentro de 15 años. ¿Una sociedad espiritual? (I)



Emma Martinez Ocaña en (2014), VVAA, ABAD, FRANCISCO (COORD), Dentro de 15 años, Madrid, Ed. Empresa y Sociedad,  pp. 253-256. (Para ver mi intervención en el encuentro de los autores, pincha aquí).

Hoy me he despertado con un buen sabor de boca: he tenido un hermoso sueño. Estaba en España, era el año 2030 y me encontré con una sociedad nueva. La gente era y vivía de otra manera.

Estaba desconcertada, no sabía qué nombre ponerle… ¿quizá vivían de una manera más espiritual? No me gustaba esa calificación, pues la palabra “espiritualidad” está degradada, contaminada y empobrecida. Contaminada por el dualismo imperante en nuestra cultura occidental, que durante siglos ha contrapuesto espiritualidad a corporalidad, materialidad, temporalidad, vida cotidiana, placer, gozo y felicidad. Y empobrecida al reducirla a la religión e incluso dentro de ella a lo referente a la oración, sacramentos, celebraciones y relaciones con Dios.

Por todo ello es una palabra que aún hoy provoca rechazo, alejamiento y desconfianza, o resuena como algo superfluo en el ser humano, perteneciente a otro tiempo, a algo pasado y caduco. Pero necesitaba recuperarla, pues ahí, en mi sueño, estaba re-codificada.

Espiritual, espiritualidad, viene de espíritu, que hace alusión al aliento vital presente en el origen de todo lo que es, que sustenta y vincula toda la realidad. Espíritu es el término más utilizado para nombrar a la “divinidad” como dinamismo de vida. Enrique Martínez Lozano lo expresa bellamente: “El espíritu constituye el núcleo más hondo, la identidad última de todo lo que es, la mismidad de lo real. Pero no como una entidad separada, sino como constituyente de todas las formas en un abrazo no dual.” [1]

Una sociedad o persona espiritual sería, por tanto, la que va descubriendo la verdad más profunda de la realidad, de su ser, de su verdadera identidad… y trata de vivir coherentemente con ella. 

¿Qué fue lo que vi en el sueño?

1. Vi personas más lúcidas con su verdad y con la verdad de la realidad. Sin duda habían adquirido un nuevo estadio de conciencia y un nuevo modo de conocer. 

Eran personas que revelaban a través de sus cuerpos coherencia, honestidad, no fingimiento. También percibía una cierta armonía interna: rezumaban unificación, integración personal, bondad, un dominio de sí notable, calma interior, felicidad profunda. Vivían una mejor calidad de vida y tenían una mayor capacidad para tener relaciones cooperativas y constructivas.

He visto a quien me ve


En la Colección Aletheia de la Editorial Verbo Divino
“El encuentro con Dios en nuestro cuerpo”
(en He visto al que me ve).

Los artículos que conforman «He visto al que me» ve quieren ser un pequeño mosaico, osado a la vez que humilde, de algunos de los espacios vitales y simbólicos desde los que reflexionar, intuir y otear, en el hoy de la historia, esa urdimbre existencial del ser humano que le lleva a experimentar la presencia de la divinidad y nombrarla como acontecimiento y encuentro.

La aplicación de la categoría de género como clave hermenéutica de toda la reflexión ayudará a descubrir cómo las construcciones culturales y sociales han condicionado la forma de ser, sentir y comportarse de hombres y mujeres, y el acceso a la experiencia de la trascendencia.

Orar desde las relaciones laborales


Colección “En clave de mujer” de la Editorial Desclée de Brouwer:
(en Orar desde las relaciones humanas);

"Mi (Madre)-Padre siempre trabaja y yo también trabajo" (Jn5,17)


ÍNDICE.

0- INTRODUCCIÓN. 
1- ORAR DESDE EL TRABAJO DE SER YO MISMA. 

·        Quién soy yo.
·        ¡Muéstrame mi ser!. 

2- ORAR DESDE EL TRABAJO DE AYUDAR A SER.

·        Dejar a cada un@ ser lo que es
·        Creer que tod@s y toda la realidad está embarazad@ de vida nueva.
·        Ser partera de la vida.
·        Colaborar en la tarea creadora de reconstrucción del ser. 

Orar con el aire




Colección “En clave de mujer” de la Editorial Desclée de Brouwer: 

(en Del Cosmos a Dios. Orar con los elementos) 



"Pero el viento, ese viento que trabaja conmigo
y que me guía...
Ese viento sopla a veces y articula unas palabras...
Todo lo que sé me lo ha enseñado el viento..."
León Felipe.



I-AIRE, ¿QUIÉN ERES TÚ?.

II-ME DIRIJO A TI COMO LA "RUAH" DE Dios.

III-CONCÉDEME UN OÍDO ATENTO Y SILENCIOSO PARA ESCUCHAR TU LENGUAJE.

·         Aliento de vida.
·         Gemidos inefables.
·         Brisa suave.
·         Aire huracanado.