Reflexiones en torno al ébola en España.



Necesito expresar un sentimiento de pena, indignación y desconcierto por la reacción ante el primer caso de ébola en Europa, en concreto en España: ¿qué pasa, que sólo nos importa una enfermedad cuendo llega a nuestro primer mundo y  no mientras mueren miles de personas en África?

Siento pena  por la enferma infectada por atender al religioso enfermo, pero me duele la reacción de miedo y psicosis que se ha levantado por la llegada de esa enfermedad a España  por lo que expresa de nuestra inhumanidad como civilización, de nuestro egoísmo no disimulado ya, de nuestra insensibilidad ante los que no son “de los nuestros”... ¿no somos todos seres humanos ?.

Quizá lo único bueno de esta situación es que si la enfermedad llega a una población del primer mundo las industrias farmacéuticas se precipitarán a buscar soluciones…porque ya habrá dinero para pagar las investigaciones.

A la religiosa africana Paciencia, compañera del  misionero español, no se la trajo a España entonces pero sí ahora porque fue capaz de superar la enfermedad y se utiliza su sangre para curar a “nuestra” auxiliar de enfermería… ¡qué pena me da saber todas estas realidades!.

Deseo de todo corazón que la llegada del ébola a Europa pueda servir para los miles de enfermos en África, que nos haga darnos cuenta de nuestra insensibilidad humanitaria, que  lo que nos duela sea el sufrimiento de todo ser humano más allá del color, raza y situación económica.

Quiero también dar las gracias a tantas personas religiosas, profesionales de la salud, voluntarias…que ponen en riesgo su propia vida para ayudar, aunque sea a buen morir, o a ser enterrados con mínima dignidad, a hermanos y hermanas nuestras abandonadas por la comunidad internacional.

Este sistema económico que nos atenaza muestra su cara más cruel, los pobres no importan porque no son rentables, ni producen, ni consumen…

Por supuesto que habrá que depurar responsabilidades en este caso, pero ahora lo urgente es buscar el modo de controlar esta enfermedad aquí y sobre todo en los países más afectados de África. El mundo hoy no tiene fronteras y no se puede poner toque de queda a la movilidad de la humanidad.

Como ser humano pido perdón por no saber, no poder, no ser capaz… de aportar ninguna solución a este grave problema y a otros muchos, que porque están lejos no nos duelen tanto como para reaccionar y exigir un cambio radical de un sistema que produce injusticia, diferencias abismales y muerte.

Deseo la recuperación de esa auxiliar de enfermería que se expuso en complimiento de su profesión y que éste susto se quede en esto y sirva de estimulo a la investigación en búsqueda de una solución a una enfermedad cruel que hoy por hoy pocas posibilidades de ser superada.