El oido como lugar de escucha y acogidade la vida (II)



· 2.1 Escucha de nuestra persona

De acuerdo con lo dicho, esta escucha ¿acontece dentro? ¿fuera?. Seguramente dentro-fuera. 

Desde mi propia experiencia puedo decir que es imprescindible el aprendizaje de la escucha propia para poder escuchar adecuadamente a las otras personas, incluso a la realidad. 

Una escucha no siempre fácil por la capacidad de auto-engaño que tenemos, por los auto-reproches, juicios, condenas con los que hemos aprendido a tratarnos…que son una barrera para poder escuchar la verdad de nuestras emociones, deseos, sueños, pensamientos…Escuchar nuestras palabras y más allá de ellas descubrir de dónde nacen, qué repercusiones tienen en los demás…Escuchar nuestras luces y sombras es un largo y difícil camino hacia nuestra verdad. 

Cal Rogers el maestro de la escucha ponía como condición para poder ser terapeuta la congruencia, es decir la capacidad para estar en contacto auténtico con uno mismo. Para mí fue muy importante en mi preparación en psicoterapia descubrir que cada persona provocaba en mí emociones, ella como persona además del contenido de su comunicación. Descubrí que muchas veces no la estaba escuchando a ella sino lo que ella provocaba en mí. Sus miedos a veces activaban los míos, sus ideas mi rechazo, sus opciones mi condena… Fue un palo pero me permitió ser consciente de ello para aprender a poner un oído en ella y otro en lo que pasaba en mi interior para saber acogerlo como mío, sin proyectarlo en la otra persona y al tiempo saber apartarlo de momento y silenciarlo para poder hacer una escucha empática. 

Tb para mí fue un gran descubrimiento descubrir que si yo no me escuchaba acogiéndome incondicionalmente una gran parte de mi se me ocultaba, no tenía acceso a escuchar mis sombras, mis dificultades, errores, emociones que no me gustaban…La escucha empática y la acogida incondicional, que Rogers pedía para poder escuchar a los demás, la necesitamos también para la escucha propia. 

Si no nos enteramos de lo que nos está pasando a nosotros no podemos escuchar bien a los demás Si no tenemos oídos atentos a nuestra verdad es difícil que sepamos escuchar a los demás, fácilmente proyectaremos, deformaremos, tergiversaremos. Por tanto la escucha del propio ser no sólo no es egoísmo, mirarse el ombligo como algunas personas dicen, sino condición imprescindible para el amor que se hace escucha, para la escucha que se hace verdad y encuentro.

Nuestro oído puede alcanzar niveles más profundos de nuestra verdad, para ello necesita atravesar la barrera del Silencio mental, emocional, relacional…para adentrarse en la última verdad de nuestro Ser y experimentar el rumor que nos desvela que SOMOS.

Somos sin más, somos relación, somos conexión, somos en ese Entramado de la Vida que todo lo sustenta, todo lo estructura, todo lo pone en conexión…Cuando nuestro oído acoge ese silencio se deja introducir en la fuente de la Vida, en la realidad ultima y fundante… ahí puede descansar y “comprender” de una manera nueva y distinta la verdad última de nuestro Ser.

2.2 De las personales.

Por mi profesión me he pasado muchas horas de mi vida escuchando a las personas, para mí mis grandes maestras de vida.

Considero que es un privilegio enorme poder poner mis oídos al servicio de las profundas confidencias que sólo se comparten en un entorno terapéutico, de acogida incondicional. Escuchar sus alegrías y sus tristezas, sus problemas y sus conquistas, sus necesidades y emociones, sus sueños y decepciones…Sobre todo sus luchas por sanar heridas, por ponerse en pié, por caminar por sí mismas, por liberarse de cadenas para caminar más libres para poder crecer, amar, gozar, comprometerse…! Tanta riqueza, tanto dolor, tanta lucha, tanta vida que desde mi oído pasaban a mi corazón, a mis entrañas, a todo mi ser. ¡

Y toda esa vida, que me llegaba a través del oído, fecundaba en mí también vida nueva, respuestas, preguntas, silencios, gestos, actitudes que me permitían ser testigo de lo que podríamos llamar “milagros”, signos de la Vida. 

Personas que pasaban de sentirse paralíticas, a poder caminar por si mismas; de sentirse ciegas a su propia valía y riqueza, a abrir los ojos y poder mirar su verdad total, su valía y su belleza, si dignidad; otras ciegas a la realidad que les rodeaba sólo encerradas en su ser abrían sus ojos para descubrir la vida llamando a sus puertas y saber salir de su propia jaula para fecundar su personas en la donación y el encuentro, algunas que se creían muertas, y que también las daban por muertas, resucitar, salir de su tumba, quitarse las vendas que les impedían vivir y arriesgar y volver a la vida con su energía renovada y los sueños despiertos.

Deseo de todo corazón afinar, cada vez más mi oído para poder escuchar la voz de los sin voz, de quienes ya no tienen ni fuerzas para gritar, de los que han perdido la esperanza de ser escuchados, de quienes se han quedado exhaustos tirados en los caminos y mares que ellos creían de vida y se convirtieron en ratoneras de muerte e inmensos cementerios. 

No sólo a los sin voz sino a todas las voces silenciadas por el miedo, la opresión, la exclusión, la violencia, el patriarcalismo imperante durante tantos siglos. Voces de quienes no les damos voz: porque no son de “los nuestros”, porque nos parece que no tienen nada que aportar, o porque sus voces distintas de las nuestras nos amenazan en nuestras “seguridades- inseguras”, porque nos descolocan y nos ponen en duda, porque nos denuncian y desenmascaran nuestras mentiras personales, sociales, culturales, estructurales.

Quisiera hoy desde aquí hacer una llamada a cada una de las personas que me estáis escuchándome a afinar de un modo especial nuestro oído a estas realidades que hablan mal de nuestra humanidad, que denuncian nuestras indiferencias, impotencias, egoísmos, sorderas cómplices y no nos conducen como humanidad a buen puerto.

También mis oídos han aprendido mucho de otros sonidos comunitarios, voces, gritos de protestas de nuestro pueblo y de otros muchos pueblos, llanto y gritos de dolor por el sufrimiento, la tortura, el maltrato, las múltiples violaciones de derechos de las personas …con diversos lenguajes y expresiones resuena el mismo eco: basta ya de vulneración de derechos, de personas, animales, madre tierra; basta ya de esta intolerable desigualdad asesina.

Y al mismo tiempo gritos de propuestas esperanzadas para empujar el mundo hacia otro más justo y respetuoso con la vida, Otro mundo es no solo posible sino imprescindible.

También he disfrutado con los gritos de alegría por conquistas sociales luchadas solidaria y pacíficamente, cantos y bailes en celebraciones de la vida incluso de la muerte, porque hay vidas que merecen ser celebradas, aunque se hayan perdido por amor, gemidos de placer por el encuentro corporal que estremece el cuerpo, risas contagiosas que hacen la vida más llevadera y son fuente de salud.

Esa actitud de escucha no es nada fácil mantenerla en la vida cotidiana, en el trasiego de las prisas, en los encuentros formales e informales, en las discusiones, reuniones, tertulias…me doy cuenta que una cosa es mi escucha más profesional y otra la escucha cotidiana…me cansa muchas veces, me aburre, me irrita, me conmueve…quizás encontrar un oído atento es una las grandes necesidades para muchas personas hoy y por tanto una buena oferta sencilla y cotidiana que podemos hacer a los demás.