¿Estrenamos una Navidad más humana y cristiana?

 


Sin duda que esta navidad va a ser muy distinta a las anteriores. Para muchas personas puede ser un tiempo de dolor por las pérdidas de familiares, amistades, trabajo, dinero, salud… También podrá costarnos no poder encontrarnos con tantas personas como nos gustaría, ni abrazarnos, ni prolongar noches de tertulia y fiesta.

Estas navidades las vamos a vivir en vulnerabilidad e incertidumbre sobre el futuro de nuestras vidas, del trabajo, de nuestra humanidad y nuestra tierra.

Sin duda para muchas personas pueden ser navidades muy duras, pero ¿y si pudiéramos descubrir que, a pesar de todo, puede ser un momento de aprendizaje de lecciones vitales? ¿Y si nos damos cuenta de que las limitaciones que nos imponemos están movidas por el amor, el respeto, la responsabilidad, la solidaridad, la empatía el cuidado de nosotros mismos y de los demás?

¿Y si fuésemos más conscientes de que puede ser una Navidad más auténticamente humana y cristiana?

En estas fiestas navideñas celebramos y recordamos, de una manera simbólica, que Jesús de Nazaret desde sus orígenes experimentó:

· la vulnerabilidad de un niño “acostado en un pesebre y envuelto en pañales”

· un niño al que se le negó acogida y cobijo porque sus padres eran pobres y “no había lugar para ellos”

· que tiene que nacer en la periferia, sin atención sanitaria, sin techo seguro donde refugiarse

· en incertidumbre sobre su propia vida

· que también vive “restricciones” de convivencia, pero en armonía simbólica y utópica (una buena cooperación entre los tres seres humanos y los dos animales)

· una familia que experimenta la alegría de acoger la generosidad de quienes se acercan a ofrecerles lo que cada cual tiene (pastores y “magos”)

· y al tiempo vive el miedo por sentirse perseguida y tiene que exilarse a otro país.

¿Descubrimos las similitudes entre esto que recordamos-celebramos con la realidad que estamos viviendo?

¿No podría ser ésta una aproximación más auténtica a lo que de verdad nos des-vela este acontecimiento que celebramos?

¿Y si no sólo recordamos lo que le pasó a Jesús y su familia, sino que descubrimos las miles de familias que hoy están viviendo unas situaciones semejantes e incluso mucho peores?

¿Y si además de poner el belén en nuestras casas e iglesias acogemos y/o compartimos dinero, tiempo, energía…para aliviar y hacer menos dura y vulnerable esta navidad para algunas familias?

¿Y si no sólo nos indigna que no acogieran a la madre embarazada y al padre de Jesús sino que protestamos y nos indignamos reclamando justicia para todas las personas que en nuestro país tenemos sin hogar tiradas en nuestras calles, para quienes vienen huyendo de guerras, hambre, persecución…y les cerramos nuestras puertas, los dejamos morir en el mar o los hacinamos en campamentos indecentes?

Podríamos vivir con más autenticidad y humanidad esta navidad si disminuimos nuestro consumir y crecemos en un compartir solidario, si tomamos nota de que nuestra vulnerabilidad humana reclama cercanía, cuidado, respeto, atención, compasión, ternura.

Si despertamos a que la vulnerabilidad no es sólo una realidad humana, sino de toda la vida y de nuestra Madre Tierra seguramente se despertará en nuestro corazón el deseo de dejar de expoliarla, decreciendo en consumo.

Quizás también crezca en nuestro corazón el deseo de convertirnos en personas samaritanas de toda vida herida, maltratada, amenazada, asesinada…

Si esto fuese así dejaríamos de decir que “nos quieren robar la navidad” sino que por el contrario descubrimos que se nos ofrece la oportunidad de vivirla de una manera más auténtica y más cristiana.

Yo al menos intentaré vivirla así ¿alguien más se anima?

Emma Martínez Ocaña.