Comienzo haciendo mío este deseo del Papa Francisco:
“…Ojalá que al final ya no estén los “otros”, sino sólo un “nosotros”… Ojalá que tanto dolor no sea inútil, que demos un salto hacia una forma nueva de vida y descubramos definitivamente que nos necesitamos y nos debemos los unos a los otros, para que la humanidad renazca con todos los rostros, todas las manos y todas las voces, más allá de las fronteras que hemos creado” (n.35)
Desde el primer número el Papa deja claro la inspiración de la encíclica «Fratellitutti»[1], que es San Francisco de Asís, y desde él quiere dirigirse a todos los hermanos y las hermanas, y proponerles una forma de vida con sabor a Evangelio (…).
Saborear es una experiencia corporal y espiritual al mismo tiempo, nos habla de algo sentido y gustado y al tiempo sabor hace alusión a “sápere”,sabiduría.
Esta es la primera pregunta que me gustaría que nos hagamos: ¿Con que sabiduría saboreamos la vida? ¿Nuestra vida a qué sabe? ¿A qué nos sabe a cada una de nosotras y qué les sabe a quienes se relacionan con nosotras?
El Papa declara feliz a quien ame al otro «tanto a su hermano cuando está lejos de él como cuando está junto a él». Con estas pocas y sencillas palabras expresó lo esencial de una fraternidad abierta, que permite reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la cercanía física, psíquica, religiosa, ideológica… más allá del lugar del universo donde haya nacido o donde habite. Esta es la fraternidad universal a la que el Papa nos llama en este encíclica.
No nos vendrá mal preguntarnos cómo andamos en esta capacidad de reconocer, valorar, amar…más allá de nuestras referencias, afectos, preferencias ideológicas, clase social, raza…
1- SUBRAYADOS GENERALES:
Una encíclica que es de alguna manera compendio del pensamiento del Papa Francisco. Con el precedente de Laudato si’ (2015), encíclica que marca claramente un punto de inflexión en el pensamiento social cristiano, incorporando el grito de la tierra -justicia ambiental- a la altura de y en relación con el grito de los pobres -justicia social-, llega ahora FratelliTutti (2020), un nuevo documento con un definido carácter social y político. No deja de ser una culminación de lo que desde Evangelii Gaudium (2013) -el programa de gobierno de Francisco- se nos ha ido repitiendo: vivimos en un sistema económico y un modelo social que está enfermo y que genera muerte y exclusión. Los cristianos tenemos el deber de transformarlo
La actual encíclica, FratelliTutti, es la respuesta a las dos derivadas más peligrosas del modelo sociopolítico de inicios del siglo XXI: el neoliberalismo y un populismo insano y manipulador .
· Es una encíclica que, como la Laudato Sí, está ofrecida a toda la humanidad, no solo a la comunidad cristiana.El papa claramente reconoce también la inspiración de «otros hermanos no católicos: Martin Luther King, Desmond Tutu, Mahatma Ghandi y especialmente, Carlos de Foucauld», quien rogaba a Dios ser «el hermano de todos» Lástima que no le haya inspirado ninguna mujer.
· Una encíclica en conexión con los documentos centrales de su pontificado: la Laudato sí, resalta la dimensión ecológica, en la Evangelii Gaudium hace un análisis muy lúcido y valiente de la problemática estructural de nuestro mundo y llama a una nueva espiritualidad, a una espiritualidad política, subrayándola como novedad, nombrándola como “Amor Político”
· Busca cómo humanizar nuestro mundo y cuidar la vida en nuestro planeta.
· La antropología subyacente a toda la encíclica es la del ser humano como ser-social-relacional-político-espiritual. Una antropología situada en la historia. Somos una única familia común con toda la humanidad, por eso habla de un amor universal. Esa mirada supone que sólo nos realizamos si salimos de nosotras mismas hacia el encuentro.
· Proclama con toda claridad un “sueño” que quiere contagiar a toda la humanidad, como una esperanza comprometida: que seamos capaces de descubrir y hacer verdad la fraternidad universal. Tenemos la misma carne, una común pertenencia, habitamos la misma casa común, tenemos la misma dignidad como seres humanos y para los cristianos, hay otra gran razón, somos hijas e hijos del Dios que Jesús llamó “Abba”
· Es una encíclica que alienta la esperanza. La esperanza como motor interior que moviliza hacia nuevos sueños, nuevas perspectivas, nuevas reacciones (n.128)
· Destaca la lucidez y la valentía profética, denuncia con toda contundencia el neoliberalismo imperante, que provoca un descarte mundial, los populismos manipuladores, los nacionalismos cerrados que provocan xenofobia, los fanatismos…
· La realidad terrible de las migraciones atraviesa toda la encíclica, denuncia el atropello de la dignidad humana en las fronteras y llama a construir una cultura de la unidad en la pluralidad, de la integración donde lo global y local se fecunden mutuamente.
· El método que utiliza el papa en esta encíclica es el que utiliza la Teología de la Liberación: ver, juzgar, actuar.
· Echo en falta una denuncia más contundente de la situación de las mujeres: violencia, maltrato, abusos, violaciones, feminicidios. Solo se nos nombra en el número 23. No hay ninguna presencia de la teología feminista, ni de mujeres inspiradoras. También me sorprende la falta de autocrítica eclesial, las denuncias sociales no tienen su correspondencia en el seno de la Iglesia católica: la falta de fraternidad, los abusos de poder, la pederastia, los escándalos económicos…
II- LA PARÁBOLA DEL BUEN SAMARITANO COMO ICONO ILUMINADOR.
Me ha llamado la atención la lectura socio-política que el Papa Francisco hace de esta parábola proponiéndola como icono iluminador tanto para denunciar con valentía qué le pasa a nuestro mundo y desenmascarar las causas de nuestra situación como icono que ilumina los caminos que podrían sanar y reconstruir este mundo nuestro que nos duele (n.67)
Francisco ve en ella un paradigma para el estado del mundo y, al mismo tiempo, para la conversión hacia la fraternidad y la amistad social más allá de las fronteras de religión, lengua, clase y nación:
"La inclusión o la exclusión de la persona que sufre al costado del camino define todos los proyectos económicos, políticos, sociales y religiosos" (n. 69)
2.1 La parábola en sí misma: el texto en el contexto.
Esta parábola de Lucas, hay que situarla en su contexto: Un maestro de la ley le pregunta a Jesús sobre qué es lo fundamental para entrar en el Reino y Jesús le va responder con esta escandalosa parábola. Escandalosa para su tiempo y para el nuestro.
En ella aparecen cuatro tipologías que responde a distintas maneras de situarnos ante la realidad: “los ladrones” que saquean y apalean al caminante y lo dejan abandonado, “el hombre herido”, “los que dan un rodeo y pasan de largo”, (el sacerdote y levita) y el que “se deja conmover las entrañas” y no solo lo cura sino que carga con él para pedir al dueño de un albergue que lo atienda, y él correrá con los gastos.
A la pregunta del maestro de la ley de ¿quién es mi prójimo? Jesús le contesta con claridad: prójimo es todo aquel que necesita de nosotros (Lc 10, 25-35). Y aunque no se lo pregunta el maestro de la ley también la parábola dice que hay una manera de mirar, sentir y actuar que genera “proximidad” y otra que pasa de largo y genera indiferencia.
La lectura que hace el Papa Francisco no es individualista, no apela solo a cada persona sino que, en coherencia con todo el enfoque de la encíclica, hace una llamada a vivir una espiritualidad política.
Esta parábola tan conocida está en Fratelli Tutti actualizada e historizada: lo que aquí se narra no es algo que pasó, no es un mito, es algo que sigue pasando aquí y ahora.
2.2 Un paradigma del estado del mundo. .
A) El hombre herido tirado en el camino saqueado y apaleado es una buena imagen del mundo en el que vivimos y la situación de nuestra madre tierra.
Hoy, no son sólo personas y colectivos, sino continentes enteros saqueados y tirados en la cuneta de la historia.
Son las víctimas:
· de este sistema neoliberal que en la Evangelii Gaudium y la Laudato Si el Papa denomina “asesino y ecocida”,(EG 53; LS 48) y aquí lo reafirma: “un modelo económico basado en las ganancias, que no duda en explotar, descartar e incluso matar al hombre” (n.22 ) que provoca millones de personas muertas y “descartadas” y un escandaloso abismo entre países, continentes, grupos de poder… ricos y pobres( n.20,22) y que a su vez es causante de una violencia estructural que oprime y que se manifiesta en una desigualdad insoportable (n.22)
· de la especulación financiera de la especulación financiera que pone las ganancias económicas por encima de la vida sometiendo a los países a sus dictámenes (n. 172,177, 189)
· de la globalización despiadada que nos hizo más cercanos pero no más humanos, que ha creado socios no hermanos. (n12)
· de un “libre” mercado que niega la igualdad y provoca más desigualdad (168) al defender la propiedad privada por encima del bien común
· de la violencia estructural y mediática que busca destruir al otro distinto, mediante la descalificación y las calumnias, la nombre como “agresividad sin pudor” (n. 44-46) “Hoy en muchos países se utiliza el mecanismo político de exasperar, exacerbar y polarizar.” (15)
· de las guerras, que son “una negación de todos los derechos y una dramática agresión al ambiente” (n 257) un fracaso social y político “no hay guerras justas”; guerras en muchos casos por acaparar recursos, pero disfrazadas de defensa de valores, (258) el papa ha hablado muchas veces de que estamos ante la “tercera guerra mundial por etapas”
· de la pena de muerte como una realidad inadmisible hoy (263)
· de “los populismos insanos”(159) “e irresponsables” (161) que engañan y manipulan al pueblo y al tiempo y también hay víctimas de visiones liberales individualistas que acusan de “populistas” a quienes defienden los derechos de los más débiles(n163)
· de la vulneración de los DDHH (22-24) que provocan múltiples injusticias a millones de personas en nuestro mundo, entre ellas las mujeres que “son doblemente pobres, sufren situaciones de exclusión, maltrato, violencia, porque frecuentemente se encuentran con menores posibilidades de defender sus derechos” (n.23)[1] .
· de la violación sistemática de los Derechos Humanos por parte de los propios Estados que llegan, incluso, a realizar, de modo sistemático, "ejecuciones extrajudiciales o extralegales, que son homicidios deliberados cometidos por algunos Estados o por sus agentes, que a menudo se hacen pasar como enfrentamientos con delincuentes o son presentados como consecuencias no deseadas del uso razonable, necesario y proporcional de la fuerza para hacer aplicar la ley" (n 267).
· de las múltiples formas de esclavitud hoy como son la explotación sexual, y laboral, trata de personas, “redes y mafias criminales” que engañan , someten a mujeres y niñas, la venta de órganos.(n.22, 189)
· de políticas migratorias que no respetan la dignidad de las personas en la fronteras, víctimas de mafias no perseguidas; de muros defensivos “asesinos”, de una “criminalización” de los inmigrantes, del crecimiento de una xenofobia que se extiende cada vez más (37-41)
· del silencio cómplice e inaceptable, tanto mediático como internacional y personal ante tantas y tan graves injusticias, violaciones de derechos, atropellos…(n.29)
· de una siembra interesada de desesperanza, desconfianza y desmotivación y miedo disfrazada de valores (n.15)
Son todas las víctimas provocadas, de un modo directo o indirecto por acción u omisión, por los personajes simbólicos de la parábola:
“los saqueadores” y “los que pasan de largo”.
Muchas veces el clamor de quienes están tirados al borde de la vida a veces ni siquiera nos llega, ya no tienen fuerzas ni para gritar, ni protestar
B) Los asaltantes
El Papa dice en la encíclica: “los conocemos” (72) parecería que no los nombra pero no es así, a lo largo de toda la encíclica los va poniendo muy claramente de manifiesto al desvelar dónde están las causas de tantas víctimas tiradas en el camino.
Los asaltantes de hoy.
· quienes sostenemos de múltiples maneras este sistema que está contra la vida (n.22) que provoca muertes, violencia, descarte de personas y alimentos, explotaciones varias, tráfico de personas y órganos
· los que además alimentamos una cultura que sostiene este sistema, que sitúa el dinero por encima de las personas y de la tierra y dificulta la toma de conciencia de la gravedad de la situación en la que estamos
· quienes sostenemos, con nuestras compras y colaboraciones, a empresas nacionales y multinacionales que destruyen las economías nacionales y la naturaleza (n. 24, 28)
· quienes nos adormecen y distraen y manipulan mediáticamente para no tomar conciencia de nuestras acciones inmorales (LS 56) intentando no ver (los problemas), luchando para no reconocerlos, postergando las decisiones importantes, actuando como si nada ocurriera” (LS 59)
· los que cooperamos construyendo una cultura de “muros”, muros excluyentes no solo en la tierra sino en los corazones, para evitar el encuentro con otras culturas y otras personas” sin darnos cuenta de que “cualquiera que levanta un muro, termina siendo un esclavo dentro de los muros que ha construido sin horizontes. Porque le falta esa alteridad” (27)
· quienes fomentamos de muchas maneras violencia, enfrentamientos, venganza, odio; es decir quienes no fomentamos una cultura del dialogo ni del perdón
· quienes con nuestras conductas vivimos una antropología individualista, consumista e indiferente “ (n,12,20) que destruye la consciencia del “nosotros” (222) y debilita los sentimientos de pertenencia a una misma humanidad y el sueño de construir juntos la justicia y la paz parece una utopía de otras épocas. Con lucidez dice: el “sálvese quien pueda” se traducirá rápidamente en el “todos contra todos”, y eso será peor que una pandemia (n.36). Todos estamos en la misma barca. Por eso, o nos salvamos todos juntos o no se salva nadie. (n.32)
· quienes no hacemos verdad en nuestras vidas que todas nuestras propiedades y bienes tienen una función social (n118-120)
· quienes nos dejamos dominar por miedos personales y colectivos que nos llevan a callar tantos y tan graves atentados contra la dignidad humana y contra la vida
· quienes vamos perdiendo valores éticos, sentido comunitario, compromiso por la justicia
C) Quienes dan/damos un rodeo y pasan/mos de largo
La parábola es escandalosa si se lee en su contexto. A la pregunta lanzada por Jesús sobre lo que dice la ley, el maestro la conoce muy bien y la repite de memoria, está claro que el amor a Dios, al prójimo como a uno mismo es lo esencial para entrar en el Reino de Dios.
Jesús pone como ejemplo de la negación de ese principio precisamente a los representantes oficiales “del amor a Dios”: sacerdotes y levitas (la tribu de Leví había renunciado a poseer tierras porque su única tierra era Dios).
Escandaloso también para nosotros que pertenecemos a continentes que se definen herederos y defensores de los grandes “valores cristianos” pero nuestro modo de proceder deja mucho que desear y es muy poco evangélico.
El Papa deja muy claro en qué consiste pasar de largo:
· “esa peligrosa indiferencia de no detenerse…”reflejo de esa distancia cercenadora que se pone frente a la realidad” (73)
· “una indiferencia cómoda, fría y globalizada, hija de una profunda desilusión que se esconde detrás del engaño de una ilusión: creer que podemos ser todopoderosos y olvidar que estamos todos en la misma barca” (30)
· una búsqueda “de nuestros intereses particulares, familiares, corporativos, institucionales, eclesiales…que debilita la dimensión comunitaria de la existencia “ (12) cerrando los ojos a los desastres de este sistema, del espolio de las multinacionales,
· insimismarnos, desentendernos, pasar de largo, mirar hacia otro lado para no verlos (n.73)
· vivir con una conciencia anestesiada (275)
· soñar que la ciencia y la tecnología lo arreglará, o como todo está tan mal no hay remedio y que cada cual se las arregle, (75)
· vivir en la continua descalificación, generando sospechas sobre todo y todos nutriendo así el desencanto y la desesperanza (75)
· es también practicar “un estilo elegante de mirar para otro lado muy recurrentemente: bajo el ropaje de lo políticamente correcto o las modas ideológicas, se mira al que sufre sin tocarlo, se lo televisa en directo, incluso se adopta un discurso en apariencia tolerante y repleto de eufemismos”. (75 )
El Papa Francisco lo dice con toda claridad: quienes pasan de largo son /somos “aliados secretos de los salteadores”(75).
En esta encíclica hay una llamada muy potente a la lucidez. El Papa Francisco nos dice que todas las personas podemos reconocernos en todos los personajes, por eso sería importante caer en la cuenta de cómo por acción y/o omisión colaboramos en el apaleamiento y saqueo de tantos millones de personas tiradas al borde de los caminos de nuestro mundo y de nuestros diversos modos pasar de largo tantas veces.
No se trata de culpabilizarnos ni paralizarnos, sino de despertar, darnos cuenta, sentir el dolor por nuestras colaboraciones, es el primer paso para poder cambiar y querer pasar por la vida como buenas samaritanas.
“En efecto, nuestras múltiples máscaras, nuestras etiquetas y nuestros disfraces se caen: es la hora de la verdad. ¿Nos inclinaremos para tocar y curar las heridas de los otros? ¿Nos inclinaremos para cargarnos al hombro unos a otros? “ (n. 70)
2.3 La parábola como paradigma de cambio que necesitamos: El buen samaritano icono de una espiritualidad política.
El buen samaritano nos muestra claramente el camino que necesitamos hacer para caminar hacia un mundo donde la fraternidad y la amistad se hagan verdad más allá de las fronteras de religión, lengua, clase y nación.
En esta figura, en la parábola, hay de nuevo una provocación y una clara denuncia de Jesús. El samaritano pertenece a un pueblo que en tiempo de Jesús era tenido como hereje, pagano, cismático e indeseable. Justamente ese personaje es el se hace “prójimo”, representa a todas las personas de buena voluntad, que desde cualquier religión o sin ella, ayudan al necesitado e implican a otras personas en esa misma tarea. Son los que van más allá de su cultura y nación, se abren a toda la humanidad, al extranjero, el necesitado, al pobre y marginado.
Ser persona samaritana es el icono de un amor político capaz de ”reconstruir este mundo que nos duele, ante tanto dolor ante tanta herida la única salida es ser como el samaritano”(n.67)
El amor político como despliegue de una dimensión fundamental de nuestras personas. El Papa hace suya la afirmación de Aristóteles de que los humanos somos seres políticos. Por tanto, tenemos la obligación de cuidar, gestionar, vigilar, transformar la “polis” (hoy “la polis” es el mundo entero) hacia la consecución del Bien Común para la humanidad presente y futura y de la tierra que tenemos que entregar a la generación siguiente. Es una obligación personal y comunitaria.
Hacer verdad un amor político supone la imprescindible vinculación espiritualidad y política.
La espiritualidad nos ayuda a descubrir nuestra verdadera identidad relacional, nos revela que no solo soy sino que Somos: un somos humano, biótico, Trascendente. Esa identidad nos emplaza a cuidar, alentar y proteger la vida frente a todos los múltiples mecanismos de muerte.
La política al desvelarnos que somos seres políticos nos compromete con el cuidado y la gestión de la “polis”, cuidando y defendiendo las vidas y comunidades más vulnerables.
Es cierto que “la política” está hoy muy desprestigiada, por un lado por quienes la prostituyen utilizándola para sus intereses particulares y como lugar de enriquecimiento y de poder. Pero también el Papa alerta de quienes intencionadamente buscan degradarla con estrategias muy bien organizadas, a nivel nacional y global, buscando sustituirla por la economía, la ideología, la imposición autoritaria.
Se necesita una política no sometida al poder financiero. Pensada con una visión amplia, con planteamientos integrales, dialogante, capaz de coordinarse con todas las fuerzas del cambio para poder superar presiones e inercias.(n.177)
Se pregunta ¿puede funcionar el mundo sin política? ¿Puede haber un camino eficaz hacia la fraternidad universal y la paz social sin una buena política? (n. 176)
En la encíclica no solo explica qué entiende él por una “buena política” sino que hace una reivindicación potente de la “política profesional”: “la política es una altísima vocación, una de las formas más preciosas de caridad porque busca el Bien Común” presente y futuro (n.180) La considera un ejercicio supremo de la caridad porque es un ejercicio que garantiza el derecho y la justicia.
“No es una opción posible vivir indiferentes ante el dolor, no podemos dejar que nadie quede <<a un costado de la vida>>. Esto nos debe indignar, hasta hacernos bajar de nuestra serenidad para alterarnos ante el sufrimiento humano. Esto es dignidad”(n.68)
Es importante discernir cuando nos alteramos a causa de nuestros egos personales, familiares, comunitarios, institucionales de cuando nos indignan las injusticias, la violación de los derechos, las insoportables desigualdades. Vivir una espiritualidad política no es cultivar la ataraxia, ni una espiritualidad estoica sino apasionada. Quiero resaltar este punto porque hoy en algunos ámbitos está muy de moda una espiritualidad que hace del “no perder la paz, no perder la serenidad” un objetivo en la vida.
Vivir una espiritualidad política, tal como el Papa Francisco alienta a lo largo de toda la encíclica, no es solo curar a los heridos de hoy, sino que supone trabajar por un cambio global de sociedad luchando contra las causas estructurales de la pobreza, el descarte de personas y alimentos, la desigualdad, la falta de trabajo, techo y tierra, dar prioridad a la vida de todos por encima del dinero y de la apropiación de bienes de algunos.
Porque “la inclusión o la exclusión de la persona que sufre al costado del camino define todos los proyectos económicos, políticos, sociales y religiosos” (69)
Con toda claridad se nos dice en la encíclica que no bastan las ayudas particulares y de colectivos, no basta una mística de la fraternidad ni siquiera poner los recursos de un país al servicio de quienes más lo necesitan y de las naciones más saqueadas y abandonadas, sino que se requiere una organización mundial eficaz. El problema es mundial y requiere una implicación también mundial o global sin abandonar el cuidado y compromiso de lo local.
Este esfuerzo por armonizar lo global y lo local no es uniformidad sino comunión universal por la consciencia de que somos una única familia humana y biótica. (n.142-145) Es decir, creciendo en consciencia de que somos inter-dependientes y eco-dependientes
Ser persona samaritana, cultivar una espiritualidad política es cooperar en construir una cultura de la paz. La paz no solo entendida como ausencia de guerras, sino como compromiso incansable de reconocer, garantizar y reconstruir la dignidad de todas las personas especialmente las más heridas y vulnerables. El Papa deja muy claro que sin justicia y sin desarrollo humano integral es imposible la paz. (ns 228-235)
Este modo de ser persona samaritana, igual que acontece en la parábola, supone dar espacio a la ternura: “Un amor que se hace cercano y concreto, un movimiento que procede del corazón, llega a los ojos, a los oídos, a las manos” ( n.196) Es un amor hecho de pequeños gestos, que se hace cuidado mutuo y cuidado universal (n. 281) y el Papa pide saber cuidar de un modo especial a quienes optan por la política profesional porque ellas necesitan también nuestro amor y nuestra ternura.(n.193)
Con una gran empatía pone de relieve que los políticos, los colectivos, los movimientos sociales, las personas no siempre tienen/tenemos éxito en la consecución de las propuestas, porque los grandes objetivos se van consiguiendo parcial y lentamente, porque todo esfuerzo y trabajo por el Bien Común, realizados con amor, no se pierde. “Todo el esfuerzo, cansancio generoso, dolorosa paciencia, todo eso da vueltas por el mundo como una fuerza viva” (195).
Una espiritualidad política que sabe unir al amor la esperanza, la confianza en las reservas de bien que hay en la humanidad a pesar de todo, saber confiar en el poder del amor a largo plazo, sembrar sabiendo que seguramente los frutos los recogerán otros.
El papa Francisco en relación a las tareas y compromisos que nacen de un compromiso en favor del bien común lanza unas preguntas importantes, no tanto en relación a los logros, a las metas conseguidas sino a algo mucho más profundo e importante:
¿Cuánto amor puse, en qué hice avanzar al pueblo, qué conquistas y avances dejé en la sociedad, qué redes y lazos construí, que fuerzas positivas desaté, cuánta paz social sembré, qué provoqué en el lugar que se me encomendó?
“Si extendemos la mirada a la totalidad de nuestra historia y a lo ancho y largo del mundo, todos somos o hemos sido como estos personajes: todos tenemos algo de herido, algo de salteador, algo de los que pasan de largo y algo del buen samaritano.” (69)
Es bueno también saborear y alegrarnos de lo que como personas, comunidades, grupos, partidos, instituciones… tenemos de samaritanas.
III. SER PERSONA SAMARITANA ES HACER VERDAD UNA ESPIRITUALIDAD POLÍTICA.
Esta lectura socio-política y personal de la parábola supone un cambio importante en el modo de entender y vivir la espiritualidad. Reclama saber vivir una espiritualidad política concreta, historizada, aterrizada y esperanzada.
Ser una persona samaritana es practicar un amor político que busca generar una nueva sociedad cuyo eje estructurador sea el Bien Común y globalizar la solidaridad.
El amor político para ser verdad necesita ser efectivo, real y concreto, encarnándose en nuestras personas y comunidades para poder transformar nuestras estructuras, sociedades, culturas, religiones…
A) En el ámbito estructural vivir una espiritualidad polìtica
en este mundo nuestro saqueado y expoliado supone:
· trabajar por construir estructuras políticas y económicas que garanticen la dignidad y los derechos de todas las personas y el cuidado de toda la vida en el planeta
· exigir a los gobiernos la creación de estructuras, leyes y políticas concretas que ponga el cuidado de las personas, empezando por las más frágiles y amenazadas, y del planeta tierra, en el centro de las decisiones (187) “cuidar la fragilidad quiere decir fuerza y ternura, lucha y fecundidad” (187)
· vivir personalmente y apoyar colectivamente todas las decisiones y leyes que favorezcan hacer verdad el principio del uso común de los bienes,que como nos recuerda el Papa “es el primer principio de todo ordenamiento ético y social”(n120); creernos personal y comunitariamente y hacer verdad que la propiedad privada no es un absoluto y tiene una hipoteca social,
· defender y exigir una política de derechos, para todas las personas y pueblos, derechos sin fronteras para que esto sea verdad es imprescindible una ética de las relaciones internacionales
· protestar y contestar todas las políticas anti-inmigraciones que niegan los derechos de acogida y trabajar por todos los medios para exigir un ordenamiento mundial jurídico, político y económico que se oriente a la cooperación para el desarrollo en los países de origen y con relación a los migrantes que llegan a nuestros pueblos es necesario: acoger, proteger, promover e integrarlos”. “Solo una cultura social y política que incorpore la acogida gratuita podrá tener futuro. (141)
· no apoyar con el voto, ni con el silencio un sistema como el actual que está contra la vida y que pone el dinero por encima de las personas, por tanto eso a su vez supone apoyar con nuestro voto y control aquellas políticas cuyas tareas fundamentales vayan en la dirección de ayudar a crear instituciones más sanas y eficaces, que protejan el bien común; que cambien leyes injustas, que favorezcan una justicia fiscal, que generen estructuras solidarias para todos, que protejan los bienes y necesidades esenciales para todas las personas.
B) En el ámbito social vivir una espiritualidad política samaritana supone:
· apoyar y exigir políticas sociales que estén de hecho al servicio del bien común empezando por los últimos
· crecer en consciencia crítica y en formación política para saber distinguir las noticias falsas de las verdaderas, para no dejarnos engañar; ser capaces de distinguir los populismos que utilizan al pueblo de quienes llaman populistas a los que defienden el bien común y la protección de los colectivos más desfavorecidos
· trabajar nuestras personas y comunidades para convertirlas en espacios de construcción social de una “artesanía de la paz” hecha de verdad, justicia y reparación (228-232) como compromiso comunitario
· aprender a transitar personal y socialmente el camino del perdón, un perdón que no es olvidar, ni permitir que quienes ofenden sigan haciendo daño, que no implica renunciar a la justicia, pero sí a la venganza y a alimentar el odio. Un perdón entendido como un acto de libertad que rompe los lazos con el agresor y se regala a uno mismo y a todo su entorno paz (n. 236, 241,243, 250-254)
· generar una cultura del cuidado(181) y del encuentro (191)
· ayudar a construir comunidades en los distintos niveles de la vida social (182)
· “avanzar hacia una civilización del amor a la que todos podamos sentirnos convocados” (183)
· organizarnos la ciudadana, sabiendo buscar la cooperación y unión de todos los grupos, colectivos y personas excluidas para luchar contra las injustas diferencias y exclusiones por cualquier razón, haciéndolas protagonistas de sus reivindicaciones, es decir que se haga una política no tanto para los excluidos cuanto con los excluidos.
C) En el ámbito cultural.
Hacer verdad una espiritualidad política samaritana supone:
· promover una educación transformadora que no sólo se centre en la educación formal sino en una educación permanente que nos re-eduque todas las personas para poder pasar de una antropología individualista y egocéntrica a una antropología de nuestra verdadera identidad que es relacional, que no es perder nuestra identidad personal sino vivirnos en la red-de-relaciones que somos (167)
· favorecer que esa educación sea integral: para todas personas y que abarque nuestro ser entero, subrayando el desarrollo de nuestra inteligencia espiritual
· colaborar en el cultivo de las diversas espiritualidades y confesiones religiosas confluyendo en una cooperación conjunta para dar a luz un mundo más justo y más participativo.
· hacer del diálogo social el camino privilegiado para construir una nueva cultura centrada en la búsqueda del Bien Común.
· buscar caminos de reencuentro y reconciliación que cicatricen heridas y construyen paz social desde las claves de verdad, justicia y reparación
· favorecer que cada vez más personas vivamos con proyecto y con sentido
· ayudar a descubrir que no basta la razón para transformar nuestras sociedades sino que necesitamos saber vivir uniendo la cabeza y el corazón (la razón cordial) en el momento presente, para poder pensar con lucidez y sentir la com-pasión como motores que alienten nuestro estilo de vida
En el ámbito personal
Ser persona samaritana, cultivando una espiritualidad política supone:
· abrirnos a recibir el don de experimentar lo que realmente somos: relación, comunión, interrelación, pasar del yo soy a sentir que Somos unidad con toda la humanidad, con toda la realidad, con el Misterio, que los creyentes llamamos Dios
· dejar que esa experiencia transforme nuestra mirada, nuestro corazón, nuestras entrañas y por tanto nuestra manera de estar en la realidad, el sentido y la orientación de nuestras vidas
· transformar nuestra consciencia de la vulnerabilidad y fragilidad humana y biótica en un camino para hacer del cuidado el modo privilegiado de estar en la realidad
· aprender a hacer de nuestra mirada un lugar que cree “proximidad”
· dejar que esa “proximidad” se haga conmoción de las entrañas para no pasar de largo ante tantas personas, colectivos, naciones…tiradas hoy al borde del camino de la vida
· transformar esa conmoción de las entrañas en un movimiento de toda nuestra persona en la dirección, no sólo de la sanación de tantas heridas, sino en el empeño por erradicar las causas de las misma
· cooperar con otras personas, organizaciones, colectivos etc buscando transformar nuestras estructuras, culturas, proyectos…en la dirección de hacer verdad la utopía de saber vivir una fraternidad abierta a todo el mundo.
D)En el ámbito religioso (n.272-284)
Las religiones tienen también un lugar muy importante en hacer verdad este amor político samaritano:
· colaborando en la construcción de una fraternidad universal, desde la experiencia de una fe en Dios que nos desvela que somos hijas e hijos, hermanos y hermanas, y esa verdad tiene que hacerse historia concreta
· aportando una mística potente que urja a cambios personales de nuestros corazones, hábitos y estilos de vida capaces de transformar nuestras comunidades y sociedades en lugares de trabajo por la paz y la justicia. (166)
· aportando una experiencia real de diálogo interreligioso, de escucha, valoración mutuo y búsqueda colectiva de todo lo que les une
· siendo fuente de esperanza, ayudando a reconocer todas las semillas de bien que Dios sigue derramando en la humanidad, una esperanza profundamente arraigada en lo profundo del ser humano (n54-55)
El Papa termina la encíclica con una emotiva oración, pero antes recupera un bello texto firmado por él y por el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb donde juntos hacen un llamamiento para que todas las religiones sean lugares que alienten, estimulen e inculquen a las personas y comunidades, la pasión por pasar por la vida como samaritanas viviendo un amor político. (285)
“Caminemos pues en esperanza” (55) de que la fraternidad universal es no sólo posible sino necesaria.
Que así sea y seamos capaces de hacerla verdad.
[1] Es casi la única referencia a la situación de las mujeres, obviando que no es sólo marginación sino violencia sistemática, violación, abusos (muchos dentro de la misma iglesia) feminicidio.