Charla: hacia una espiritualidad holística


HACIA UNA ESPIRITUALIDAD HOLÍSTICA. Hacer verdad que somos relación.


I. Clarificación conceptual.

1.1 Espiritualidad.
1.2 Holística.
1.3 Espiritualidad holística.

II. El porqué de su importancia y su dificultad.

III. Algunos caminos hacia una espiritualidad holística.

3.1 Vivir una espiritualidad que abarque y unifique nuestra persona entera.
3.2 Descubrirnos y vivirnos como como un cuerpo social y político.
3.3 Reconocernos como humanidad inter-dependiente y eco-dependiente.
3.4 Ampliar nuestra consciencia de ser comunidad biótica-cósmica.
3.5 Experimentar que somos unidad en el Entramado de la Vida.

IV. ¿Qué podríamos esperar de caminar hacia una espiritualidad holística?.

V. Jesús de Nazaret, un guía en nuestro camino.

I. Clarificación conceptual.

1.1 Espiritualidad

Como “espiritualidad” es un término polisémico y además en gran parte de nuestra cultura occidental nos ha llegado vinculado a la religión cristiana y para muchas personas esta vinculación sigue vigente, hecho que explica el rechazo que aún hoy despierta este término, en algunos ámbitos.

Quiero empezar afirmando que no vinculo espiritualidad a religión. Con eso no quiero decir que sean dos términos incompatibles, sino que no son identificables.

Entiendo la espiritualidad como una dimensión fundamental de todo ser humano. Hoy dentro del estudio de las inteligencias múltiples se han añadido, entre otras, dos muy importantes en relación al tema que estoy tratando de desarrollar: la inteligencia espiritual y la inteligencia holística.

Por tanto, hablo de espiritualidad, como he dicho antes, como una dimensión fundamental del ser humano, que tiene que ver con el cultivo de la dimensión ética, estética, utópica, todos los temas de sentido de la vida, capacidad de trascender más allá de uno mismo.

Semánticamente la palabra “espiritualidad” deriva del término “espíritu”, “ruah” (en lengua hebrea) que en su sentido originario significa aliento de vida. Hacía alusión al grito de las mujeres al dar a luz.

Hasta hace poco este término se atribuía sólo al ser humano, hoy cada vez hay más voces afirman que todo lo que vive está dotado de espíritu. [1] La tierra y el universo son “portadores de vida”, de ellos viene la vida. Por otro lado, ya en el libro de la Sabiduría se explicitaba esta presencia del espíritu en toda la realidad: “Todo lleva tu aliento incorruptible” (Sab. 12,1)

¿Qué entiendo entonces por cultivar la espiritualidad?

De las muchas acepciones de este término selecciono la definición que de ella hace Jon Sobrino: “Espiritualidad es el espíritu, el talante con el que se afronta lo real” [2], según esa definición tendríamos que decir dime como afrontas la realidad y te dirá cuál es tu espiritualidad. Casaldáliga en esa mismo línea lo expresa así: “El espíritu de una persona es lo más hondo de su ser, sus motivaciones últimas, su ideal, su utopía, la pasión con la vive y lucha y con la que contagia a los demás”[3]

Poder cultivar la dimensión espiritual de nuestra persona no será posible sin capacidad para entrar en la profundidad de nuestro ser, sin cultivar la interioridad lúcida que nos descubre la religación profunda con todo, la conexión que toda la realidad mantiene entre sí y con la Fuente de vida (se nombre como se nombre)

La espiritualidad en la medida que nos va adentrando en la profundidad de nuestra verdadera identidad nos va abriendo a la fraternidad universal, a la consciencia de formar parte de todo el entramado de la vida, y de ahí surge el deseo de cuidarla, protegerla, aliviar el dolor, liberar de la explotación y expoliación…evidentemente un proceso que durará toda la vida.

Por tanto cultivar la espiritualidad es propiciar una manera de estar en la realidad que ,desde la experiencia de unidad profunda con toda la realidad, con toda la vida, pone la vida en el centro, que cuida la vida, que la defiende contra todos los mecanismo y amenazas de muerte”[4].

En la situación de emergencia global que estamos viviendo se nos dice que no podremos salvar la vida, ni la especie humana, en nuestra tierra si no pasamos de una cultura enemiga de la vida a una cultura que pone la vida en el centro, está claro la urgencia de cultivar la espiritualidad.

Por consiguiente, desde una definición en negativo, entiendo que cultivar la espiritualidad tiene que ver con un modo de estar en la realidad que denuncia el paradigma neoliberal actual porque es un sistema contra la vida:

· está asentado en la razón analítica y tecnológica no en la razón cordial

· en la supremacía del dinero, la rentabilidad, la competitividad no en la supremacía de la vida

· los negocios más rentables y que hacen subir el PIB son la venta de armas, drogas, tráfico de personas, órganos, mafias farmacéuticas, extractivistas, la especulación financiera…

· se cimenta en el dinamismo del poder, dominio, “dueñeidad” sobre los otros y la naturaleza no en la cooperación y el cuidado

· cultiva la violencia, alienta en muchos casos el odio, como modo de relación y de afrontar los conflictos no el diálogo, la búsqueda de consensos, la construcción de una sociedad pacífica y justa

· porque propugna la xenofobia, el racismo, el machismo en vez de la construcción de la pluralidad en armonía y enriquecimiento mutuo

· porque fomenta la “aporofobia” atribuyendo su pobreza, no al sistema injusto en el que estamos sino a su desidia, vagancia, falta de interés por trabajar en vez de dedicar esfuerzo, dinero e interés en acabar con la injusta distribución de los recursos de este mundo y a fomentar la empatía y com-pasión.

· porque sigue considerando a la tierra como recurso a ser utilizado, esquilmado y no como un organismo vivo, portador de espíritu, con derecho a existir en su rica biodiversidad

En positivo, cultivar la espiritualidad sería aprender de la ley primordial del universo que es la cooperación, inte-relación-comunión y hacerla ley de la propia vida, y por tanto situarnos en la realidad desde esos parámetros. Pero no sólo es aprender del universo, es algo mucho más profundo: es descubrir que esa es la verdad última que nos constituye, SOMOS inte-relación, conexión, comunión con toda la Realidad (con minúscula y con mayúscula)[5].

Es descubrir más profundamente que SOMOS EN LA REALIDAD FUNDANTE que los creyentes llamamos Dios. Otras personas la nombran como la trama de la vida en la que toda la realidad ES. En ella vivimos, respiramos, nos movemos , SOMOS.

1.2 ¿Qué es el holismo?

Real Academia Española (rae.es): holismo: De holo- e -ismo.
Doctrina que propugna la concepción de cada realidad como un todo distinto de la suma de las partes que lo componen.

Wikipedia:
«El holismo (del griego ὅλος [hólos]: «todo», «por entero», «totalidad») es una posición metodológica y epistemológica que postula cómo los sistemas (ya sean físicos, biológicos, sociales, económicos, mentales, lingüísticos, etc.) y sus propiedades, deben ser analizados en su conjunto y no solo a través de las partes que los componen».

“Se entiende por holismo aquella visión de la realidad que concede predominio del todo sobre las partes. No significa negar las partes. Significa que el predominio del abordaje es la consideración del Todo. Las partes tienen su sentido, tienen su propia “identidad”, su singularidad y especificidad, pero su sentido último se lo da la totalidad en la que están insertas. Puede haber totalidades cada vez más abarcantes.”[6]

Aunque las partes son significativas, no son ontológicamente substantivas. No son absolutas, independientes, estáticas, permanentes. La ignorancia fundamental consiste en absolutizar la parcialidad, perdiendo su relación final con la totalidad.

Típico de la posición holista es afirmar que “el todo es más que la suma de las partes”. Esto quiere decir que, dada una totalidad, no basta adicionar sus diferentes elementos para obtener su resultado final. Es decir, comprender que los elementos desarrollan relaciones entre ellos (interrelaciones), más allá de su mera existencia física. Hay que tener entonces en cuenta las distintas relaciones que se establecen entre todos ellos. Este principio es especialmente importante para la Ecología, ya que la idea de ecosistema es la concreción práctica de esta concepción holística.

Otro principio fundamental del holismo es el principio holográfico, que consiste en que el Todo (o la totalidad) está presente en cada una de sus partes. Cada una de las partes es una micro-totalidad. En Física, tenemos el ejemplo del holograma. Y, en Biología, es posible clonar un ser vivo a partir de sus células (aunque, para efectos prácticos, se escojan mejor unas determinadas células que otras). Lo Macro se da en lo micro. Lo micro está en lo Macro.

Epistémicamente, el Todo sólo puede ser captado intuitivamente, más allá del pensar deductivo. La ‘intuición trascendental’ va más allá de la deducción, pero la implica a su vez.

El holismo tiene sus raíces en la proposición de que el universo es una totalidad integrada, en el cual todo está conectado, pero además corrige la falta de equilibrio de los métodos reduccionistas, poniendo énfasis en un concepto expandido de la ciencia y del potencial humano, conteniendo además implicaciones de gran significado para la sociedad y la evolución humana.

El holismo busca por tanto la superación del dualismo, la multiplicidad, la división. Pero no los destruye. La totalidad es unitaria. Pero es una unidad en la multiplicidad.

Además, la totalidad no es estática, sino fluyente. Todo lo observable de la realidad empírica está en “permanente” fluir.

Por consiguiente, para el holismo, todo está en conexión con todo, en interacción continua. La interconectividad es total. Nada está aislado, ni es estático.

Se plantea, por lo tanto, en el holismo un nuevo paradigma que se basa en las últimas investigaciones de las ciencias de la naturaleza, de la neurociencia y el descubrimiento del potencial humano, conteniendo además implicaciones de gran significado para la sociedad y la evolución humana

1.3 ¿A que llamamos espiritualidad holística?

Una espiritualidad holística es una espiritualidad que supera el dualismo en todas sus múltiples manifestaciones, y por tanto permite percibir toda la realidad interconectada, es una espiritualidad integral, flexible y fluída.

Supera el dualismo entre sujeto/objeto. Por lo tanto, ve todo interconectado, pues el sujeto es parte del objeto, y viceversa. Sujeto/objeto son una mera creación mental, con visos de utilidad práctica, pero sólo hasta determinado nivel.

La ruptura de dualismos que supone la espiritualidad holística nos ayudaría a desterrar de nuestra mente y de nuestras actitudes separaciones ancestrales que nos han hecho mucho daño: Arriba-abajo; ser humano-naturaleza, hombre-mujer, espíritu-materia, alma-cuerpo, contemplación-acción, interioridad-exterioridad, espiritualidad-política, cabeza-corazón, público-privado, humanidad-divinidad, cielo-tierra…

Una espiritualidad integral, no-dualista, supera las separaciones artificiales entre saber y emoción, entre masculino y femenino, entre intelecto y mano, es decir, entre trabajo intelectual y trabajo manual, entre religión y política, entre interioridad y socialidad, etc. Esas dualidades sólo son operativas como esquemas mentales provisionales de análisis de la realidad, que es unitaria en último término

La separación entre ser humano y naturaleza, nos ha hecho mucho daño, ese gran dualismo, es responsabilidad, en gran parte, del paradigma cartesiano, que opone mente y cuerpo, aunque sus raíces están en tiempos muy remotos y que ya formuló la filosofía platónica. Como no nos sentimos formando parte de la naturaleza, de la tierra, de la vida por eso la hemos explotado, expoliado, maltratado…sin darnos cuenta de que somos naturaleza, somos tierra. Somos parte integral de la energía creadora y la inteligencia que revela el cosmos y de alguna manera somos también esa misma realidad.

Una espiritualidad holística es una espiritualidad fluida, flexible, consciente de la impermanencia global que rige al ser humano y al Universo. Por eso no cae en la Ignorancia Fundamental de atribuir sustantividad a lo que es meramente pasajero, provisional, relativo y empírico. ‘Sustantividad’ significa aquí, no que algo carece totalmente de realidad, sino en el sentido de que es impermanente. “Todo pasa, todo cambia”, según rezaba el principio heraclíteo. Sin embargo, una espiritualidad holística también es consciente de que existe “algo permanente”, indefinible, trascendente, pero presente en la realidad misma. Y es algo experienciable.

Por lo tanto, una espiritualidad holística es una espiritualidad de la experiencia. La espiritualidad es siempre eminentemente práctica, máxime la holística.

Tiene que ser vivenciada por cada uno de los sujetos. Y hay diferentes percepciones y sensibilidades según sea la persona (un conglomerado de experiencias acumuladas, y eso es el ego). Por consiguiente, una ‘experiencia holística’ es una experiencia intuitiva más allá del ego. Una experiencia trascendental/holística es la mejor expresión de lo que es el no-ego. Quienes han tenido una experiencia de esa unidad profunda, en realidad una experiencia mística narrada con distinto lenguaje por todas las personas místicas, afirman que es una experiencia extremamente gozosa, plena, de felicidad total (que no hay que confundir con placer).

Una espiritualidad holística es una espiritualidad de la experiencia unitaria. Significa esto que alguien se siente uno con todas las cosas, y esto es especialmente importante en el ámbito ecológico. Una experiencia unitaria de conexión con toda la realidad, la experiencia de formar parte de Todo sin perder la singularidad y poder vivir esta experiencia es especialmente importante en el ámbito ecológico

Una espiritualidad holística es una espiritualidad de la Libertad esencial de todos los seres. Cada una de las realidades tiene derecho a ser lo que es, a desplegar todas sus posibilidades.

Leonardo Boff es una de las personas que más defiende y promueve una eco-espiritualidad holística. Una espiritualidad que favorezca que cada persona puede entenderse vivencialmente (no sólo en teoría e intelectualmente) como unificada con toda la humanidad, con toda la realidad biótica, con el cosmos, con esa Misteriosa Trama de la Vida que los creyentes llamamos Dios.

La espiritualidad holística en la medida que nos va adentrando en la profundidad de nuestra verdadera identidad nos va abriendo a la fraternidad y sororidad universal, a la consciencia de formar parte de todo el entramado de la vida, y de ahí surge el deseo de cuidarla, protegerla, aliviar el dolor, liberar de la explotación y expoliación…evidentemente es un proceso que durará toda la vid

Esa experiencia unitaria no implica negar que existen singularidades, diferencias, especificidades. Sino que cual sinfonía, constituye las diversas voces de la Única Orquesta de la Vida y del Cosmos.

La espiritualidad holística se puede educar, tiene que ver con el desarrollo y cultivo de nuestra inteligencia holística.(ofrecer alguna pista bibliográfica)

Como he dicho anteriormente, dentro de las inteligencias múltiples hace muy pocos años se han añadido varias nuevas inteligencias y una de ellas es la llamada “inteligencia holística”[7] que no niega las inteligencias ya descubiertas, sino que las integra dando un salto a una inteligencia capaz de tener una visión global, que parte del todo para captar sus componentes y sus interacciones entre ellos y con el todo.



Una de sus características más sobresalientes reside en el hecho de que al tratarse de un tipo de inteligencia integradora y sistémica incorpora la conciencia como parte del proceso mental, reubicando o restableciendo la importancia de la espiritualidad dentro de la naturaleza misma del ser humano.

Se platea también la hipótesis de que la inteligencia holística está relacionada con el uso simultáneo de ambos hemisferios cerebrales y en el ámbito del desarrollo se puede estimular este tipo de inteligencia con ejercicios que combinan el uso de ambos hemisferios cerebrales alternadamente.

Es por esto, que se puede pensar en el desarrollo de personas inteligentes holísticamente, que sean capaces de discernir en forma integral, que reconozcan lo trascendente, lo infinito, lo atemporal, que tengan la conciencia despierta sobre su existencia y conozcan su lugar en la creación y por tanto tomen decisiones en función de la esencia más profunda del ser humano.

En síntesis: Con el término de espiritualidad holística se alude a la experiencia de unicidad. Experiencia de conexión, interrelación, cooperación y compromiso que es en sí misma una llamada para hacer verdad históricamente la Red-de-relaciones-que-somos. Experiencia que brota de un encuentro con la Unidad que sustenta todo, el nudo de relaciones que es la realidad y cada persona en particular.

Después de esta larga referencia al holismo y a la espiritualidad holística queda suficientemente clara la importancia, para la actual emergencia y urgencia de salvar la vida de cultivar esta espiritualidad.

II. EL PORQUÉ DE SU IMPORTANCIA Y SU DIFICULTAD.

Son muchas las realidades que nos dificultan hoy poder vivir una espiritualidad holística, yo voy a nombrar solo algunas de ellas y en el diálogo podemos completar esta mirada:

· un sistema económico, político y cultural neoliberal que está en guerra contra la vida, (asesino y ecocida) y separa radicalmente al ser humano de la tierra

· una antropología individualista, patriarcal y consumista que ha roto con el sentido comunitario, la consciencia de nuestra interdependencia y ecodependencia y nos ha situado en una burbuja economicista, individualista, consumista que destruye nuestra verdadera identidad.

· una profunda crisis espiritualidad y religiosa…

Todo ello junto nos aboca a un abismo que podemos nombrar como una situación de emergencia global donde está en riesgo la vida en al planeta y la supervivencia del Homo Sapiens.



Importancia de cultivarla:

Por un lado, quiero destacar que hay una urgencia de que así sea.

Dada la situación de emergencia global que vivimos y la urgencia de cambiar de rumbo como humanidad en nuestra manera de vivir, consumir, producir, pensar, situarnos en la realidad…siento que es muy importante cultivar una espiritualidad holística que nos ayude a recuperar la experiencia de nuestra verdadera identidad relacional y comunitaria y nos posibilite:

· sentirnos formando parte de humanidad, de la tierra, el Misterio, inter-siendo con toda la Realidad

· situarnos en la realidad de otra manera defendiendo y cuidando la vida

· ayudando al amanecer de una nueva sociedad construida sobre nuevos cimientos

· empujando un cambio estructural cimentado en la defensa del Bien Común de la humanidad, de la tierra y su rica biodiversidad.

· cultivando virtudes profundamente humanas como, la justicia, la compasión, la equidad, el asombro, el respeto y reverencia ante el misterio de la vida, la humildad y consciencia de la propia vulnerabilidad

· aprendiendo a vivir una espiritualidad de la relación que sea el aliento y el impulso hacia otro mundo no solo posible sino ya imprescindible.

Por otro lado, es importante vivir nuestra espiritualidad adecuada a cada momento histórico y en conexión y acogiendo los grandes descubrimientos de las ciencias de la tierra, de la nueva física( la física cuántica), la neurociencia, la astronomía, las ciencias de la vida… Todas estas ciencias nos dicen que la capacidad para relacionarse es la esencia primordial del cosmos, de todo el universo, de toda la realidad, del dinamismo de nuestro organismo y lo que hizo posible el proceso evolutivo. Los científicos nos dicen que el universo está continuamente expandiéndose, auto-organizándose y auto-creándose.

En el universo todo es relación en redes, nada existe fuera de esta relación. Eduardo Punset, en su libro “Viaje al amor”, afirma que la ley que rige el Universo es una ley de interconexión, que él llama el “amor del universo”, que provocó hace miles de millones de años el big bang y el posterior proceso evolutivo.

El amor, la conexión se da dentro del dinamismo de la propia evolución, desde sus manifestaciones más primarias, de miles y miles de millones de años atrás, hasta las más complejas en el nivel humano. Lo “originario” no parece que ha sido, como dijo Darwin, la supervivencia del más fuerte, que apareció en la especie animal mucho más tarde, sino que el verdadero motor de la evolución fue la interconexión, la interrelación de todos los elementos.[8]

En esta misma línea se expresa Leonardo Boff, en un texto que él titula “El amor en el universo” que recomiendo leer con detenimiento, entre otras cosas nos dice: “El amor es un fenómeno cósmico y biológico. Al llegar al nivel humano, se revela como un proyecto de libertad, como una gran fuerza de unión, de mutua entrega y de solidaridad. Las personas se unen y recrean por el lenguaje amoroso, el sentimiento de benevolencia y de pertenencia a un mismo destino”[9].

Desde esta perspectiva cada vez más compartida se afirma que lo que caracteriza la realidad son estructuras de relación y relatividad, procesos de transformación y cambios abiertos. [10] En este nuevo modelo un ser no entra en relación con otro sino que se encuentra de por sí en relación. La realidad se va revelando como un manto inconsútil, sin fracturas.



Esta constatación de que la realidad es una estructura relacional, puede ser también una revelación para las personas creyentes ¿Puede estar revelándonos que la mejor metáfora para nombrar el Misterio que los creyentes llamamos Dios es que Dios ES RELACIÓN?

No nos resulta extraña, ni nueva esa metáfora porque es la que está debajo de la formulación de un Dios Trinidad, Relación amorosa que da identidad.

Por otro lado cuando Jesús llamó y nos invitó a llamar a Dios ¡Abba¡ y nos afirma que todas las personas somos hijas de Dios de nuevo lo que está expresando es que nuestra última verdad, aquella que nadie nos puede arrebatar es que SOMOS RELACIÓN AMOROSA.

Si esto es así, si necesitamos tanto vivir una espiritualidad holística y de conexión ¿por qué nos cuesta tanto? ¿cómo ayudarnos a construir caminos que nos lo faciliten tanto personal como comunitariamente?

3- ALGUNOS CAMINOS HACIA UNA ESPIRITUALIDAD HOLÍSTICA.

Como acabo de decir progresivamente vamos creciendo y aceptando una cosmovisión científica que nos dice que todo está en conexión con todo, que los seres no entramos en relación, sino que estamos en permanente relación energética.

El problema es no sólo crecer en esta consciencia sino en cómo ir aprendiendo a hacerla verdad en nuestra vida cotidiana. No es nada fácil al menos a mí no me lo resulta, ni siquiera a ver con claridad los procesos que necesitamos hacer. Pero creo que las personas que queremos avanzar en esa dirección podemos ayudarnos.

Este sería para mí el objetivo prioritario de esta conferencia: ayudarnos a interrogarnos y a buscar caminos que nos vayan conduciendo a vivir esta espiritualidad que sin duda nos situaría en un nivel de consciencia distinto y superior.

Aunque parezca un contrasentido porque el objetivo es descubrirnos y descubrir cada realidad en el conjunto y en el todo de la misma, por razones pedagógicas necesitamos ir buscando caminos concretos que nos vayan aproximando y conduciendo en esa dirección.

Por eso voy a intentar buscar caminos que nos ayuden a hacer verdad en nuestra vida cotidiana una espiritualidad holística.

Pedagógicamente, como acabo de decir, aunque pueda parecer una contradicción voy a ir buscando esos caminos, como en círculos concéntricos, de lo más cercano y pequeño a lo más grande e infinito.



3.1 Vivir una espiritualidad que abarque y unifique nuestra

persona entera.

El camino del cuerpo una buena guía, el reconocimiento de la complejidad de nuestra persona multidimensional y al tiempo siendo un ser singular y único.

Un camino sencillo para darnos cuenta de que la realidad es “holística” todo lo que existe es una red de relaciones complementarias, cooperativas es observar nuestro cuerpo.

La imagen del Apóstol Pablo de que somos un cuerpo y todos los órganos de nuestro cuerpo cooperan al bien de nuestra persona y todos ellos son importantes y complementarios puede ser un primer camino muy sencillo.

Cada sentido de nuestro cuerpo, cada órgano tiene su función específica y complementaria pero ninguno de ellos aislado y desgajado de nuestro cuerpo funciona, incluso cuando aparentemente algunas partes /órganos de nuestro cuerpo están “repetidas” ¿sabemos lo que nos supone por ejemplo tener dañado un brazo y funcionar sólo con uno y si además es el no dominante? ¿Cuantas cosas no podemos hacer y nos tienen que ayudar otras personas? Es importante darnos cuenta de que esta realidad física corporal nos está hablando de algo mucho más profundo.

Además, otro dato importante: cuando alguno de nuestros órganos se daña decimos que estamos enfermas, de nuevo una experiencia unitaria a partir de una parte enferma.

Vivir cada órgano, sentido, partes de nuestro cuerpo formando parte de la unidad que somos es un primer pasito cotidiano.

Esa imagen simbólica de nuestro cuerpo expresa muy bien la realidad de nuestro ser mirado holísticamente y podemos aprender mucho sólo observando nuestro funcionamiento corporal y por tanto respetando la complejidad y multiplicidad de sentidos, órganos y funciones…siendo una única persona.

Cuidar cada parte de nuestro cuerpo es cuidar nuestra persona entera.

Además, somos una realidad corporal compleja, con múltiples dimensiones: somos un cuerpo físico, psíquico, energético, emocional, racional, relacional, político, espiritual…

Ninguna de estas dimensiones aisladas constituye nuestra auténtica realidad, sólo el conjunto de todas ellas dice verdad de nuestra realidad rica y compleja.

¿Podría ayudarnos a tomar conciencia de nuestra unidad descubrir que cuando cultivamos profundamente alguna de nuestras dimensiones crecemos como personas y de alguna manera se benefician también otras y nos crece el deseo de seguir desplegando todas nuestras capacidades, dimensiones y cualidades?

¿Cómo hacer verdad en nuestra vida cotidiana en nuestra manera de estar en la realidad el cuidado y el desarrolla de toda la rica complejidad de nuestra persona?

¿Somos conscientes de que descuidar el desarrollo, el cuidado y el despliegue de alguna de estas dimensiones es descuidar e impedir nuestro desarrollo personal global (holístico)?

Sería bueno poder tomar conciencia de ello y poder ofrecernos caminos de unificación de toda nuestra persona para no vivirnos divididas y por tanto negando la verdad de nuestro ser holístico.





3.2 Descubrirnos y vivirnos como como un cuerpo social y político.

Nos repetimos una y otra vez que somos seres sociales y políticos, es decir que somos un cuerpo social, y político. Decir lo decimos, pero ¿somos en nuestra vida cotidiana conscientes de ello? ¿lo vivimos?. Yo siento que aún estamos muy lejos de ello.

Ser un cuerpo social supone sentirnos formando parte de nuestra realidad social, co-responsables del tipo de sociedad que estamos construyendo y trabajando por dejar a las generaciones futuras una sociedad fraterna y sororal, igualitaria, más justa, sin exclusiones, cuidadora de la vida.

Ser un cuerpo político es tomar conciencia de nuestra dimensión política y por tanto sabernos colectivamente comprometidas con la gestión y vigilancia de la “polis”, que hoy no sólo es nuestra ciudad sino que de alguna manera es el mundo entero.

“El amor, lleno de pequeños gestos de cuidado mutuo, es también civil y político, y se manifiesta en todas las acciones que procuran construir un mundo mejor. El amor a la socie­dad y el compromiso por el bien común son una forma excelente de la caridad, que no sólo afecta a las relaciones entre los individuos, sino a « las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas » Por eso, la Iglesia pro­puso al mundo el ideal de una « civilización del amor ». El amor social es la clave de un autén­tico desarrollo: « Para plasmar una sociedad más humana, más digna de la persona, es necesario revalorizar el amor en la vida social –a nivel polí­tico, económico, cultural–, haciéndolo la norma constante y suprema de la acción » En este marco, junto con la importancia de los peque­ños gestos cotidianos, el amor social nos mue­ve a pensar en grandes estrategias que detengan eficazmente la degradación ambiental y alienten una cultura del cuidado que impregne toda la so­ciedad. Cuando alguien reconoce el llamado de Dios a intervenir junto con los demás en estas di­námicas sociales, debe recordar que eso es parte de su espiritualidad, que es ejercicio de la caridad y que de ese modo madura y se santifica” (LS 231).

¿Qué significa vivir una espiritualidad que verifique esta verdad en nuestro día a día?

La imagen simbólica de nuestro cuerpo corporal en su riqueza y complejidad y al tiempo constituyendo una única persona puede servirnos de ejemplo para intuir lo que sería sentirnos un cuerpo social donde cada persona, grupo, colectivo, sociedad aporte su riqueza, su pluralidad complementaria, su especificidad sin competitividades ni exclusiones.

Experimentarnos como un cuerpo social donde todas las personas, grupos, colectivos sociales de diversas razas, color, sexo, identidad sexual, clase… formemos un solo cuerpo complementario y al tiempo unitario, y hacer de esa realidad un proyecto político, creo que aún ni siquiera ha entrado a formar parte de nuestros esquemas mentales.

Vivirnos como cuerpo social supone también cambiar nuestras relaciones interpersonales:

· Renunciar a todo tipo de relaciones dualista jerarquizadas patriarcalmente, es decir relaciones de dominio y sumisión, utilización, dependencia, miedo.

· Establecer relaciones de radical igualdad e inclusión.

· Cultivar el sentido pertenencia a toda la familia humana

· Situarnos en la realidad desde la cooperación en vez de la competitividad, desde el “empoderar” a otros más que ejercer nuestro poder sobre los demás para hacer crecer nuestro “ego”.

· Supone poner en práctica estilos de vida en consonancia con la espiritualidad de conexión fraterna. En un mundo como el nuestro profundamente desigual e injusto supone aprender a reducir nuestro consumo y hacerlo solidariamente. Vivir con menos para que otras personas puedan vivir.

Nos queda mucho camino por andar para hacer verdad esta cultura y más aún para que sea un consenso mundial pero la construcción de una cultura nueva que asuma la vulnerabilidad de nuestros cuerpos personales y sociales es algo que necesitamos construir la ciudadanía desde el día a día, desde el cambio de mirada, valores, estereotipos de género, criterios de valoración.

Es cierto que hay algunos grupos pequeños, experiencias de construcciones sociales donde se cultiva esta espiritualidad pero es mucho el camino que nos queda por andar.

Necesitamos una re-educación profunda de nuestros esquemas mentales, en nuestra manera de entendernos los seres humanos, en trabajar por salir de los parámetros de nuestra cultura individualista y competitiva pero no podemos perder la esperanza de que las generaciones siguientes si puedan ser educadas en la inteligencia holística y puedan dar el salto en el nivel de consciencia que necesitamos dar.

3.3 Reconocernos como humanidad inter-dependiente y eco-dependiente.

No sólo somos miembros de una sociedad determinada, sino que nuestra identidad es de “especie”. Pertenecemos a la especie homo, en concreto al Homo Sapiens, que en este momento histórico como especie podemos estar en peligro de extinción, si no cambiamos radicalmente nuestro modo de estar en la realidad.

Pertenecemos a una única familia humana y todos los miembros de esta familia somos iguales en dignidad y merecemos respeto más allá de todo tipo de diferencias. Algo tan obvio estamos continuamente negándolo con los hechos y lo más grave es la indiferencia cómplice con la que la mayoría de la población vivimos esta negación de derechos fundamentales.



“Necesitamos fortalecer la conciencia de que somos una sola familia humana. No hay fronteras ni barreras políticas o sociales que nos permitan aislarnos y por eso mismo y por eso mismo tampoco hay espacio para la indiferencia” (LS.52)



Somos seres interdependientes, cada persona al nacer somos sólo un proyecto de vida, no sería posible nuestra vida sino fuera acogida por una comunidad que nos proporcione los cuidados imprescindibles para sobrevivir, crecer, madurar.

Somos seres vulnerables en nuestro cuerpo, en nuestro psiquismo, en nuestra dimensión espiritual… por eso es imprescindible que tomemos consciencia de que sin cuidados no sobrevivimos ni podríamos superar los diversos momentos de la vida de más vulnerabilidad.

La consciencia de nuestra interdependencia necesita concretarse en caminar hacia una manera de estar en la realidad (espiritualidad) que construya una cultura del respeto y del cuidado.

Hablar de una cultura del cuidado supone hacer posible una cultura que ponga en el centro de todas las decisiones políticas, económicas, sociales, personales, educativas, espirituales cuidar la vida, defenderla de todos los mecanismos de muerte y de toda degradación de la misma y cuidarnos por supuesto las personas.

El cuidado es un derecho y por tanto un deber de todo ser humano. Esta convicción aún no es una realidad, no sólo no es un derecho reconocido legalmente, sino que no es una convicción social. El cuidado ha recaído ancestralmente sobre nosotras las mujeres, una obligación impuesta socialmente. No porque genéticamente estemos mejor preparadas para cuidar sino porque así lo ha distribuido una cultura patriarcal que ha distribuido roles, funciones , tareas, cualidades….en beneficio claro de los varones. La perspectiva de género nos ha abierto los ojos sobre muchas de las categorías sociales y culturales que durante muchos siglos hemos vivido como realidades “naturales” no como construcciones sociales. Sin cuidado los seres humanos no habríamos sobrevivido y no sobreviviremos si no aprendemos a hacerlo.

El Papa Francisco en su encíclica Laudato Si, se hace eco de esta urgencia. Toda ella está atravesada por la afirmación clara de la interdependencia de todo con todo y por tanto por el compromiso de valorar y cuidar toda la realidad tiene que ser un proyecto común de toda la humanidad .

“ Porque todas las criaturas están conectadas, cada una debe ser valorada con afecto y admiración y todos los seres nos necesitamos unos a otros” (LS,42)

Si de verdad tuviésemos la experiencia de esa unidad nuclear con toda la realidad, si pudiéramos sentir que todo otro “es carne de nuestra carne y hueso de nuestros huesos” (Gn2,23) ¿podríamos desentendernos y no sentir que se nos rompen las entrañas ante el sufrimiento de la inmensa mayoría de la humanidad? ¿podríamos no movilizarnos y reclamar la defensa de los derechos de todo ser humano más allá de su raza, clase, sexo, orientación sexual? ¿podríamos no protestar ante el maltrato animal, llamando cultura a la crueldad? ¿seguiríamos estando sordas al gemido de la Madre Tierra, que gime con dolores que queremos que sean de parto y no aborto? ¿Seríamos capaces de pasar indiferentes y/o ajenos al sufrimiento de millones de personas en el planeta?

El Papa Francisco nos denuncia es la exhortación Pastoral Evangelii Gaudium nuestra indiferencia “Casi sin advertirlo, nos volvemos incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros, ya no lloramos ante el drama de los demás ni nos interesa cuidarlos, como si todo fuera una responsabilidad ajena que no nos incumbe. La cultura del bienestar nos anestesia.” (EG. 54)

La consciencia de nuestra interdependencia y ecodependencia supone un salto en el nivel de consciencia como humanidad, en definitiva sería descubrir nuestra verdadera identidad.

“Hace falta la conciencia de un origen común, de una pertenencia mutua y de un futuro compartido por todos. Esta conciencia básica permitiría el desarrollo de nuevas convicciones, actitudes y formas de vida. Esto supone un gran desafío cultural, espiritual y educativo que supondrá largos procesos de regeneración” (LS.202)

“La interdependencia nos obliga a pensar en un solo mundo, en un proyecto común...Para afrontar los problemas de fondo, que no pueden ser resueltos por acciones de países aislados es indispensable un consenso mundial” (LS.164)

La globalización económica y sus terribles secuelas también van haciéndonos tomar conciencia de que todos vivimos interconectados y que cada vez más se va viendo insostenible seguir viviendo unos continentes a costa de otros, unos colectivos oprimiendo y empobreciendo a otros y todos sin respetar los límites del planeta Tierra. Crece la consciencia de que o nos salvamos juntos o perecemos juntos.

Somos además seres-ecodependientes, todos los bienes básicos que necesitamos para la vida nos los proporciona nuestra tierra y esa consciencia la hemos perdido. Por eso estamos destruyendo nuestro planeta, porque nos hemos creído falsamente que teníamos un planeta infinito cuando éste es finito y estamos ya en el final de su capacidad para reponer los bienes que le arrancamos y por tanto para hacer sostenible la vida dentro de nuestro planeta.

“La lucha contra la crisis ecológica y social no se puede reducir a unas respuestas urgentes y parciales. Urge “ una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que conforme una resistencia ante el avance del paradigma tecnocrático… Buscar sólo un remedio técnico a cada problema ambiental que surja es aislar cosas que en realidad están entrelazadas y esconder los verdaderos y más profundas problemas del sistema mundial (LS.111)



También nuestra eco-dependencia nos habla de la necesidad de hacer verdad una cultura del cuidado, que impregne toda la sociedad, que ponga en el centro la sostenibilidad de la vida antes que el beneficio económico y la comodidad. Esto dicho así es muy bonito pero después vivirlo puede no gustarnos tanto, y puede no ser tan fácil.

Porque no basta la consciencia sino que además necesitamos cambios en nuestro modo de situarnos en la realidad, cambios en nuestras conductas. Esta consciencia nos invita a discernir nuestro modo de vivir y de un modo especial sobre nuestro consumo: ¿desde qué criterios lo hacemos, rentabilidad económica, comodidad, provecho propio? ¿qué y a quiénes estamos favoreciendo? ¿dónde se han producido esos bienes de consumo, en qué condiciones, se les paga un precio justo? ¿con qué empresas contratamos la luz, el gas? ¿en qué bancos tenemos nuestro dinero? ¿Qué productos alimenticios consumimos y dónde los compramos?

Está claro que cuidar la vida, la alimentación, nuestro consumo alternativo…es más caro económicamente pero se nos puede olvidar que la pregunta no es sólo qué me cuesta más a mí y a mi familia sino qué es lo mejor para el bien común, qué cuida más la vida, qué puede aliviar el sufrimiento de los colectivos más vulnerables y explotados, qué garantiza más una tierra sostenible para las generaciones futuras, qué contribuye más a cambiar este sistema económico depredador.

Elegir vivir sin dañar a otras personas, ni a otros seres vivos, ni a la naturaleza, ni evidentemente a nuestras personas es practicar el amor de cuidado, aprender a pensar más allá de mis/ nuestros beneficios.

La consciencia de nuestra interdependencia, y ecodependencia de la injusta distribución de los bienes, y de la desigualdad de oportunidades va a exigir de nosotros –los que estamos en el primer mundo– una espiritualidad del saber decrecer, renunciar, soltar, bajar…de nuestros niveles de consumo, de acumulación, de despilfarro de los bienes de la tierra.



Y esto no nos resulta fácil ni a las personas, ni a los grupos, ni a las instituciones. Pero nos urge comenzar por algún lugar. El lugar más inmediato es comenzar cada persona por sí misma y animarnos en los pequeños círculos familiares, laborales, grupos de referencia y/o pertenencia a practicar esta manera de situarnos en la realidad.

Esta situación global exige una solución global y ésta sólo es posible con la cooperación de todos los países, pueblos, religiones y por supuesto con la colaboración de cada ser humano.

La globalización actual y su problematicidad exigen una nueva cooperación y solidaridad.

Dado que aún hay muchas personas no conscientes de la magnitud de la crisis ecológica que vivimos, nos urge ayudar a abrir los ojos y proponer una espiritualidad de la cooperación global que nos haga entender que los recursos de la tierra deben ser distribuidos en forma equitativa entre todos los seres humanos.

Eso exige un cambio radical en la manera de entender y vivir la cooperación. No se trata de que unos países ricos “cooperen” con los pobres, pero sin cambiar nada de las estructuras de dominación y dependencia. Este modo de cooperar no cambia las relaciones de poder ni los privilegios. Puede aliviar momentáneamente el dolor de algunas familias y grupos pero deja intacta la estructura que genera la pobreza.

El nuevo paradigma globalizado exige una cooperación global que comience por una gestión global y consciente de los recursos con que contamos y promueva un intercambio de todo tipo de bienes, personas, culturas, valores, recursos… Un intercambio de “piel a piel” de personas a personas que comparten cooperativamente sus riquezas.

Son muchos los analistas que nos advierten de la urgencia de impedir lo que promueve la explotación actual de recursos: la bifurcación de la gran familia humana, entre unos pocos cada vez más ricos y una mayoría cada vez más empobrecida y expoliado, sin consciencia de la unidad que somos.





El desafío, frente a este grave problema universal que estamos viviendo, es convencernos de que podemos ser más felices, más humanas con menos bienes materiales.

Importa hacer la opción por una simplicidad voluntaria y por un consumo compasivo y solidario pensando en todos los demás hermanos y hermanas y demás seres vivos de la naturaleza que padecen las consecuencias perversas de nuestro vivir insolidario y consumista.

Esta nueva mirada global, de la espiritualidad de la cooperación, tiene también otras concreciones en la vida cotidiana: desaprender las relaciones competitivas, en las que hemos sido y seguimos siendo en parte educados, para fomentar las colaborativas.

Este modo de vivir es fuente de gozo profundo, porque nos sentimos aportando nuestro granito de arena en disminuir el sufrimiento presente, porque estamos trabajando para dejar a las generaciones futuras un mundo más justo y una tierra más habitable y rica en su biodiversidad. Es fuente de gozo cuidar una tierra hermosa y fecunda que nos proporciona todo lo que necesitamos para vivir, que nos cuida y merece ser cuidada.

3.4 Ampliar nuestra consciencia de ser comunidad biótica, tierra y cosmos (polvo de estrellas)

Ya he ido poniendo de relieve el daño que nos ha hecho a los seres humanos sentirnos separados de la tierra, sobre ella, con derecho a dominarla, explotarla, agostarla hasta los límites en los que estamos en estos momentos.

“Nuestra hermana tierra gime y sufre dolores de parto (Rom 8,22) a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella” … “Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores autorizados a expoliarla. Hemos olvidado que nosotros somos tierra” (Cf Gn 2,7) (LS. 2)

Necesitamos descubrirnos siendo parte de la comunidad biótica, lo que a ella le pase nos pasa también a nosotros. Nos ayudaría practicar una nueva mirada sobre la realidad, cultivando el asombro ante el sorprendente proceso cósmico del universo y el milagro del surgir de la vida. Del asombro surge espontáneamente el cuidado y la reverencia ante la vida.

Somos tierra, cosmos, vida en proceso de evolución. En lenguajes poéticos y míticos somos “polvo y aliento divino”, “polvo de estrellas”, “tierra que ha alcanzado un nivel de autoconsciencia que le posibilita, amar, crear, trascender, adorar…”

Hablar de <<medio ambiente>> es descubrir la particular relación entre la naturaleza y la sociedad habitada. Somos parte de la naturaleza y estamos interpenetrados. No hay dos crisis separadas una ambiental y otra social sino una sola y compleja crisis socio-ambiental. La solución requiere una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y cuidar la naturaleza.(n.139)

José Eizaguirre en su excelente libro Todo en todos. Una espiritualidad de conexión, expone con una gran belleza y capacidad contemplativa esta profunda verdad. Tiene además propuestas y caminos con las que hoy puede ayudarnos a aterrizar.

3.5 Experimentar que Somos unidad en el Entramado de la vida (Dios)

Esta es la experiencia que nos narran todas las personas místicas de todos los tiempos, lo hacen de muchas maneras y cada una desde su cultura y tradición religiosa o laica pero la experiencia de unidad es común a todas ellas.

Podría traer aquí la experiencia de muchas de ellas al final me he decidido por pedirle a Jesús de Nazaret que nos comparta la suya.


EL SECRETO DE MI VIDA

Hoy quiero compartir con vosotros cuál ha sido el secreto de mi vida. Si recuerdaís todos los evangelistas ponen en el comienzo de mi vida pública una experiencia fundante: saborear la verdad nuclear de mi ser: soy el hijo amado de Dios, Él en su amor incondicional de ¡Abba! se complace en mi[11].

Fue una profunda experiencia gozosa: lo que me constituye en el fondo de mi ser es una religación amorosa, un Amor que nada ni nadie puede arrebatarme, esa es la última verdad de mi persona[12]. Este fue el secreto de mi vida, la experiencia de que ahí, en el fondo último de mi ser, soy uno con Dios, que el Padre está en mi y yo en El[13], que en el fondo de cada persona, en el fondo de toda la realidad, el Dios Amor es y posibilita que todo sea. Y eso gratuitamente sin que nada, ni nadie pueda impedirlo. Lucas lo formuló, más tarde, bellamente: “En Él vivimos, nos movemos y existimos”[14].

Necesité un tiempo de silencio y retiro para interiorizar y saborear esa experiencia y después salí a los caminos a contagiar a mis contemporáneos de esa Buena noticia, queriendo hacer verdad en mi pueblo lo que profundamente somos: una familia de hijas/os hermanas/hermanos

Esta experiencia de unicidad me permitió sentirme uno con toda la humanidad, con toda la creación. Por eso gocé y sufrí como mías las alegrías y tristezas de los demás. Por eso pude decir en verdad: “lo que hagáis a los demás a mí me los hacéis”[15], ampliando así las fronteras de mi yo más allá de mi piel y abriendo mi experiencia de felicidad a la pasión para que todos puedan llegar a serlo. Miraba la realidad y contemplaba en ella la presencia de Dios, todo me hablaba del reino todo me hablaba de Dios.

Todo cambió en mi vida a partir de ese momento, como cambiará la tuya cuando vivas una experiencia semejante. Despertar y contemplar que somos relación con todos y con todo, que somos amor que se hace relación y encuentro, que somos porque el Amor incondicional de Dios nos hace ser. Ésta fue la fuente de mi profunda libertad interior para no dejarme paralizar por el miedo. De ahí brotó mi fuerza para trastocar creencias, valores, costumbres.

Desde esa experiencia ya no podía seguir igual, había llegado el momento de empeñar mi vida, enredarla para siempre entrando de lleno en lo que yo experimenté como proyecto de Dios: acoger su amor incondicional y compasivo, dejarme transformar por él, y empeñar la vida en hacer verdad la filiación y la fraternidad, es decir acoger y hacer verdad entre mi pueblo el Reinado de Dios.

Pero eso no lo podía hacer yo sólo por eso desde el primer momento me rodeé de amigos, amigas y poco a poco los fui "enredando" queriendo contagiarles la misma pasión: el Reino de Dios ya está aquí, hay que acogerlo y hacerlo verdad.

Yo quería comprometer a mis seguidores y seguidoras, de ayer y de hoy, en la misma pasión que a mí me quemaba dentro: transformar nuestra persona para poder transformar nuestra sociedad, nuestro mundo nuestra tierra en una gran familia que vive la seguridad del amor incondicional del Dios Madre-Padre , que va haciendo verdad en la historia la fraternidad, la sororidad y que cuida y protege toda la vida especialmente las vidas más amenazadas.

Sabía muy bien lo que eso suponía, y lo que puede suponer hoy, en unas sociedades injustas y violentas como la mía y la vuestra. Era consciente del precio que tendríamos que pagar, de lo difícil que iba a ser ir empeñando nuestra vida y enseñando a los demás a caminar, no en la dinámica del odio, la violencia, la prepotencia, el egoísmo … sino en la dinámica de la compasión, el cuidado, la bondad…sin dejar de denunciar las injusticias, de desenmascarar las mentiras, la inhumanidad de vivir indiferentes al sufrimiento de las grandes mayorías del pueblo.

Quiero ya despedirme por hoy, sólo me resta animaros de todo corazón a dejaros alcanzar por la experiencia profunda de la unidad que sois, de la relación amorosa que os constituye y por eso mismo vivir como personas enredadas en hacer verdad lo que somos: una familia, una Red de Relaciones, Unidad.

Yo, Jesús de Nazaret, un hombre que alcanzado por la experiencia de saberme RELACIÓN creí que merecía la pena enredarse para colaborar en el emerger de un mundo nuevo

IV- ¿Qué podríamos esperar de ir caminando hacia una espiritualidad holística?

¿Qué podríamos esperar de este despertar a una nueva espiritualidad holística?

· Una mayor consciencia de lo que supone sabernos formando parte de la humanidad y de la comunidad de vida y por tanto más lucidez del precio que otros pueblos, países, continentes, colectivos, familias, otras especies vivas…pagan por nuestro modo de vivir en los primeros mundos de cada país.

· Que esa consciencia se convierta en un camino progresivo de liberación de nuestro egocentrismo, narcisismo e individualismo consumista…

· Que en coherencia con ello, vayamos aprendiendo a pensar, vivir, relacionarnos, trabajar... de modos nuevos, coherentes con la consciencia de la Unidad que somos. Jesús de Nazaret hizo de este sueño de transformar nuestro mundo en una familia de hijas/os, hermanas/os la pasión de su vida y la causa de su muerte.

· Que los espacios de silencio, calma y sosiego, nos vayan llevando, a cada persona y a cada comunidad, a descubrir la unidad que somos y eso nos impulse a una militancia activa, lúcida y pacífica en la trasformación de las estructuras injustas de nuestro mundo, a la defensa de los derechos humanos y bióticos; a trabajar para ir haciendo disminuir hasta desaparecer las exclusiones sociales por razón de clase, raza, sexo y a la con-versión de nuestros corazones, hábitos de vida, costumbres… sin ella será difícil aportar justicia, paz, diálogo

La gravedad del momento que vivimos reclama el cultivo de una mayor conciencia de la interdependencia entre todos y de la unidad entre Tierra y humanidad.

Necesitamos salir de nuestros pequeños círculos para crear vínculos con tantos grupos y organizaciones sociales, movimientos que buscan otra globalización, la globalización de la solidaridad, de la justicia, de la interconexión responsable.

Nos urge cultivar una solidaridad universal, una mayor responsabilidad colectiva y de cuidado de todo lo que vive y existe.

Por último yo apuesto por la esperanza de que este camino hacia una espiritualidad holística, aunque lento, sea posible.

Voy a formular mi esperanza soñando en alto, los sueños compartidos pueden ser muy potentes.

Formulo este sueño en modo interrogativo, porque no lo tenemos asegurado, todo dependerá de que nos empeñemos colectivamente en vivirlo y acojamos con gratitud la presencia de la Ruah de vida que alienta todo y en todos los tiempos.

¿Aprenderemos que la sustentación y el cuidado de la vida no está en la competitividad, individualismo, dominio, posesión, consumo, violencia…sino en la cooperación, comunión, des-posesión, de-crecimiento, compasión comprometida?

¿Podremos empezar a vivir una política espiritual, que hace de la defensa de lo común y de toda la vida el centro de las decisiones, reivindicaciones, propuestas no sólo de los políticos profesionales sino de la toda la ciudanía?

¿Nos educaremos en una pedagogía del corazón, cuidado, compasión, ternura, gratitud, gratuidad… para aplicarla a todas nuestras relaciones?

¿Sabremos mirar con respeto a todos los seres reconociendo que tienen derecho a ser lo que son?

¿Descubriremos que nuestro lugar en la naturaleza no está sobre ella sino junto a ella, con ella, siendo en ella?

¿Podremos avanzar no sólo hacia una solidaridad humana sino también cósmica?

¿Viviremos con pasión hacer verdad en nuestra vida cotidiana, en nuestra historia la unidad que somos, la inter-acción que nos constituye?

Y esa experiencia ¿sería verdad que ya no nos permitiría vivir indiferentes, ni ajenas a lo que pasa en nuestro mundo, sino comprometidas en la defensa y cuidado de la vida?

¿Podríamos esperar que el interés que en algunos grupos hay hoy por la mística se convirtiese en una llamada a cultivar actitudes y prácticas que nos abran a esa experiencia de vivir lo que realmente Somos?

¿Nos abriremos a una visión espiritual, contemplando al espíritu en toda la realidad que despierte en nuestro corazón la admiración, la veneración del Misterio que sustenta a todo lo que es en ser?

¿Contemplaremos deslumbrados y asombrados la Fuente de la vida, y nos viviremos formando parte de esa misteriosa Trama de la Vida?

Entonces seremos nexos de unión que construyen auténtica fraternidad-sororidad con todo lo existente. Sintiéndonos uno con toda la humanidad, no podremos pasar indiferentes ante el dolor de las personas y también veremos nuestro planeta de una manera nueva: no como materia prima para explotar o de la que aprovecharnos, sino como realidad de la que formamos parte, vida para cuidar, realidad viviente a respetar, revelación del Misterio fundante que todo lo sostiene.

Como Jesús de Nazaret podremos experimentar la unicidad que él vivió y expresó con estas palabras “El Padre y yo somos una misma realidad" “Lo que hagáis a los demás a mí me lo hacéis”.

Quiero apostar porque el surgir de esta espiritualidad holística en sus múltiples manifestaciones se convierta en llamada personal y comunitaria, en lugar de encuentro que vaya haciendo verdad en nuestra historia concreta lo que somos en lo más profundo de nuestro ser: UNIDAD, RELACIÓN.

[2] SOBRINO, J., “Espiritualidad y seguimiento de Jesús” en Mysterium Liberationis, T.II, Trotta, (1990), 450
[3] CASALDÁLIGA, P., VIGIL, J.M. Espiritualidad de la liberación, UCA, 1993, p.23
[4] BOFF,L., La voz del arco iris, Trotta, 2003, 123
[5] Hace ya muchos años que desde diversas perspectivas se está haciendo esta afirmación, desde la espiritualidad ecológica y de una manera sintética y clara se pueden encontrar ya en el año 2008 en BOFF, L, La opción –Tierra. La solución para la tierra no cae del cielo. o.c. 161-166.
[6] GRÁCIO DAS NEVES, Rui Manuel, “Apuntes para una eco-espiritualidad holística” http://www.servicioskoinonia.org/relat/400.htm
[7] WONPNER, F., (2008) Inteligencia holística, Universidad de los Lagos, inteligencia holística”. “Este tipo de inteligencia se basa en el uso constructivo de puntos de vista alternativos y en evolución de la realidad y de las formas múltiples de conocer, no se limita solamente a los aspectos intelectuales y reduccionistas de un problema sino que se goza en la complejidad y enriquece todas las relaciones o implicancias que están presentes en él. Se platea también la hipótesis de que la inteligencia holística está relacionada con el uso simultáneo de ambos hemisferios cerebrales y que, en el ámbito del desarrollo de las personas, se puede estimular este tipo de inteligencia con ejercicios que combinan el uso de ambos hemisferios cerebrales alternadamente. Quien lleva ya varios años profundizando en este tipo de inteligencia y cómo educarla es GALLEGOS NAVA, R. (2001) La Educación del Corazón. Doce principios para las escuelas holistas. Ed. Fundación Internacional para la Educación Holista. Guadalajara, México. . (2001) Una visión integral de la educación. El corazón de la educación holista. Ed.Fundación Internacional para la Educación Holista. Guadalajara, México. (2003) Aprender a Ser. El nacimiento de una nueva conciencia espiritual. Ed. Fundación Internacional para la Educación Holista. Guadalajara, Méxi0; (2003) Pedagogía del Amor Universal. Una visión holista del mundo. Ed. Fundación Internacional para la Educación Holista. Guadalajara, México
[8] PUNSET, E., “La fusión irrefrenable con el otro” en Punset, E.(2007), El viaje al amor. Las nuevas claves científicas, Barcelona ,Destino, 31-45. Igualmente pasa con las especies animales que las que han subsistido lo ha logrado gracias a la cooperación establecida entre ellos.
[9] BOFF, L., (2009) Modo diferente de hablar del amor”en. www.servicioskoinonia.org/boff/ 2009-11-06


[10] Desde la década de los 90 se ha ido publicando una gran variedad de obras, que desde diversas áreas del saber confluyen en esta misma afirmación: la certeza de que lo que constituye la fuerza esencial en el proceso evolutivo es la pan-relacionalidad. Destaco algunos títulos: Bhom, D.,(2005) La totalidad y el orden implicado, Barcelona, Kairós; CAPRA, F., STEINDEL-RAST, D., Y MATUS, T., (1994) Pertenecer al universo. Encuentros entre ciencia y espiritualidad, Edaf; Madrid, (1996) La trama de la vida, una nueva perspectiva de los sistemas vivos, Anagrama; Küng. H.,(2007) El principio de todas las cosas. Ciencia y religión, Madrid, Trotta; Polkinghorne, J.,(2000) Ciencia y Teología. Una introducción, Sal Terrae, Santander; (2007) Explorar la realidad. La interrelación ciencia y religión, Sal Terrae, Santander; Wilber, K.,(1987) El paradigma holográfico. Una exploración en las fronteras de la ciencia , Barcelona, Kairós; (1991) Los tres ojos del conocimiento. La búsqueda de un nuevo paradigma, Kairós, Barcelona; (1997) Breve historia de todas las cosas, Barcelona, Kairós; (2006) La pura conciencia del ser, Barcelona, Kairós.
[11] Mc 1, 9-11 y par.
[12] Jn 10,30; 14,9.
[13] Jn 10,30; Jn 16,32; 14,11.
[14] Hch 17,28.
[15] Mt 25,40.45.