Espiritualidad y política (III)

3- La espiritualidad política como un camino para ayudar a dar a luz:

3.1 1 Una civilización de personas “enrededadas” en la construcción de la globalización de la solidaridad, en hacer verdad la unidad que somos.
3. 2 Una sociedad más justa, inclusiva y democrática (que busca la felicidad del bien común) (arco iris)
3.3 Un planeta respetado y sostenible.
3.1 Una civilización de personas“ enrededadas” en la construcción de la globalización de la solidaridad, desde abajo y desde la multiculturalidad. 

En realidad se trataría de hacer verdad políticamente lo que somos: Unidad en la diferencia. 

La nueva cosmología nos proporciona la base teórica necesaria para resolver los actuales problemas del sistema-Tierra en proceso acelerado de degradación. Nos permite ver nuestra interdependencia y mutualidad con todos los seres. Formamos, junto con la Tierra viva, la gran comunidad cósmica y vital. Leonardo Boff dice bellamente que somos la expresión consciente del proceso cósmico y responsables de esta porción de él, la Tierra.

Nos urge experimentar y saber vivir la pan-relacionalidad y religación con todo, ya no es posible comprendernos aisladamente por tanto es tarea nuestra construir en el día a día la red de relaciones que la hagan verdad.

Gandhi, declarado seguidor del advaita (“no-dualidad” en sánscrito), expresaba así el hecho de que no estamos aislados: «Creo en la unidad esencial del ser humano y, de hecho, de todo lo que vive. Por tanto, creo que si un solo ser humano gana en espiritualidad, todo el mundo gana con él, y si uno falla, todo el mundo falla en la misma medida». 

Ha llegado el momento de forzar desde nuestros espacios un cambio significativo que ya comienza a fraguarse: la exigencia de caminar hacia otra globalización, la de la solidaridad “desde abajo” que aboga por la mundialización de los derechos humanos, por la creación de instancias de gobierno mundial, por la universalización del cuidado para con la Tierra y con los ecosistemas y por la valoración de la dimensión espiritual del ser humano y del universo

¿Cómo colaborar desde nuestra vida cotidiana a hacer verdad otra globalización, la de la solidaridad “desde abajo”?

Este es el desafío que tenemos en el horizonte cómo colaborar para hacer el tránsito entre el sistema actual de mercado, donde todo es mercancía, a un sistema de sostenimiento de toda vida, a una distribución equitativa de los bienes, una búsqueda de la equidad como fin, una mirada nueva que nos permita descubrirnos formando parte de la familia humana, de la comunidad biótica. 

Como pasos previos necesitamos luchar dentro de este sistema vigente por leyes más ecológicas y justas, por una distribución equitativa de los bienes y servicios que hemos producido, por cultivar una cultura del cuidado, de la sostenibilidad y de la responsabilidad colectiva y por un sentido espiritual de la vida.

Hasta que sea verdad el cambio de sistema necesitamos “enredarnos” en los movimientos y plataformas sociales que buscan proteger y salvaguardar “lo común”, es decir primar las necesidades de la población[1] sobre el consumo de lo innecesario y conectar entre sí las diversas experiencias de resistencia a la privatización y a la escasez artificialmente impuesta.

En esta misma línea no urge unirnos al clamor creciente de la sociedad reclamando a los poderes políticos un cambio profundo en relación a la fiscalidad, pidiendo por un lado un modelo más justo y progresivo (así lo propone la Plataforma por una Fiscalidad Justa)[2] y por otro la urgencia de buscar fórmulas que regulen-arbitren-graven las transacciones económicas y financieras de carácter internacional: que terminen con los paraísos fiscales, que se aplique en todas las economías la tasa Tobin y que impidan los abusos de las grandes empresas transnacionales, de la banca y de las agencias de calificación. 

Otra de las reclamaciones a la podemos unirnos es la que tiene que ver con la deuda pública, pidiendo, como han hecho otros países, y como están haciendo ya algunos de nuestros nuevos equipos de gobierno en los ayuntamientos que se cree una auditoría ciudadana sobre ella que pueda estudiar las responsabilidades que recaen sobre los ciudadanos y debatir después la legitimidad o no de pagarla y sobre todo las condiciones para hacerlo.[3]

Ante la fiebre privatizadora propia del sistema neoliberal, no podemos quedarnos indiferentes sino unirnos a los movimientos sociales para concientizar y difundir las, variadas y creativas iniciativas: las monedas sociales y complementarias, los huertos comunitarios, las tiendas de ropa recicladas, redes de re-utilización de objetos, bancos de tiempo…) que proponen: [4]

· exigir una revisión de las relaciones salariales para subir el salario mínimo y establecer horquillas más equitativas dentro de las empresas

· repartir el empleo reduciendo la jornada laboral, con el fin de disminuir el paro y liberar horas para realizar otras actividades creativas y relacionadas con el cuidado.[5]

· establecer una renta básica de ciudadanía derivada del derecho de toda persona a tener lo imprescindible para cubrir sus necesidades vitales[6]

En esta misma línea de frenar la mercantilización de la vida podemos unirnos a los movimientos ciudadanos que exigen la soberanía alimentaria, definida como “el derecho de los individuos, pueblos y comunidades a definir sus políticas y estrategias agrícolas y alimentarias para la producción y distribución sostenible de alimentos”[7]. Dentro de esa reivindicación de soberanía alimentaria están tantas iniciativas de favorecer el consumo local, explotaciones familiares, búsqueda de fórmulas para garantizar el acceso al agua y la tierra, el aumento de cooperativas entre productores y consumidores agroecológicos, redes de intercambio de semillas autóctonas[8]

En lenguaje cristiano para hacer verdad el sueño de Jesús de una familia de hij@s y herman@s hoy añadiríamos de una comunidad biótica.

Hacer verdad la unidad que somos es el núcleo de la experiencia mística : saborear el Fondo último, la Fuente de la vida, la Realidad en la “que vivimos, respiramos, somos”. Los nombres pueden ser muy variados, Jesús la denominó “ABBA”.

3.2 Una sociedad más justa, inclusiva y democrática.

Para caminar hacia una sociedad más justa, inclusiva y democrática en otro lugar he utilizado la imagen de construir un arco iris porque éste nos habla de una pluralidad de colores en armonía, y esa pluralidad es también una característica de nuestro mundo llamada a ser vivida en el respeto, la igualdad y la tolerancia. Tarea difícil dada la situación de injusta desigualdad de la que partimos.

La pluralidad de nuestro mundo es un hecho incuestionable: en este momento tenemos más consciencia de la diversidad de razas, culturas, creencias, códigos éticos, sabidurías y religiones, pero no sólo a lo largo y ancho de nuestro planeta, sino formando parte de nuestro cotidiano paisaje cultural y social. En nuestras ciudades, barrios y escuelas tenemos una amplia variedad de culturas, lenguas, ideologías y religiones.

Esta realidad puede llevar al “choque de civilizaciones”[9], al miedo por sentir la identidad amenazada y como consecuencia al fundamentalismo y a los movimientos y grupos xenófobos: sólo necesitamos observar el auge de estos grupos y colectivos en Europa. Y en nuestro país abundan los prejuicios respecto a los inmigrantes, considerándolos responsables de la pérdida de puestos de trabajo, etiquetándolos como delincuentes o simplemente negándoles derechos fundamentales (y por tanto su dignidad humana) por no tener “papeles”, como si lo segundo fuera condición para lo primero. Olvidamos así que el ser humano es sujeto de derechos simplemente por serlo, no por tener o no documentos concretos. Y ese miedo puede conducirnos a un eurocentrismo excluyente y discriminador. 

Si queremos aprender a construir el arco iris necesitamos saber vivir una pluralidad armónica y complementaria en justicia y esto es mucho más difícil de lo que creemos porque no siempre nos damos cuenta de la desigualdad de la que partimos no sólo económica, racial o sexual (de la que podemos ser más conscientes), sino conceptual en relación a nuestra percepción de: “la cultura”, de “la racionalidad” o de “lo científico”. Sólo desde esta consciencia podremos vivir una interculturalidad de la que tanto se habla pero que no sabemos integrar adecuadamente.

En Occidente nos resulta muy difícil tomar consciencia de que nuestra manera de entender “la” racionalidad, “la” cultura, “la” ciencia es asimétrica, injusta y jerarquizada desde su mismo punto de partida. Sin esa consciencia no podremos llegar a un auténtico diálogo intercultural reconociendo los valores de cada cultura, la gran diversidad de racionalidades y de parámetros multiculturales para medir lo “cultural”, lo “racional”, lo “científico”. Y es una diversidad que necesitamos reconocer no sólo como un hecho en sí, sino como una realidad capaz de fecundarnos y enriquecernos. 

En este campo del conocimiento es imprescindible acoger un nuevo concepto de racionalidad y pasar a hablar de nuevas racionalidades[10] o como dice Boaventura de Sousa[11] un nuevo paradigma de la racionalidad [12]

Este autor proclama la necesidad de de-construir la lógica de conocer que ha provocado y sigue provocando modos de producción de no existencia, es decir, unas lógica que produce ausencias (procesos de invisibilidad social) sociales,[13] dificulta pensar lo diverso, lo alternativo y lo plural y traza formas de pensamiento y acción lineales, jerárquicas, hegemónicas y generacionales. 

Con gran fuerza afirma: “Desde la conquista y el comienzo del colonialismo moderno, hay una forma de injusticia que funda y contamina todas las que hemos reconocido en la modernidad, ya sea la socioeconómica, sexual, racial, histórica, generacional, etc.: la cognitiva. No hay peor injusticia que esa, porque representa la idea de un sólo cono­cimiento válido producido en el Norte global que llamamos ciencia moderna. No es que la cien­cia moderna sea en principio errónea. Lo que es errado o criticado por las Epistemologías del Sur, es este reclamo de exclusividad de rigor.”[14]

Él propone desarrollar las Epistemologías del Sur partiendo de tres premisas:

• Que la comprensión del mundo es mucho más amplia que la com­prensión occidental y por eso su transformación puede darse por vías, modos o métodos impensables para Occidente o las formas eurocéntricas de transformación social.

• Que la diversidad del mundo es infinita. Existen diferentes maneras de pensar, de sentir –de sentir pensando, de pensar sintiendo–, de actuar; diferentes relaciones entre personas,[15] entre humanos y no humanos, con la naturaleza o lo que llamamos naturaleza; diferentes concepciones del tiempo, de mirar el pasado, el presente y el futuro; diferentes formas de organizar la vida colectiva y la provisión de bienes y recursos, desde un punto de vista económico. 

• Que esta gran diversidad del mundo no puede ser monopolizada por una teoría general. No existe una teoría general que pueda cubrir adecuadamente todas estas diversidades infinitas. Por eso hay que buscar formas plurales de conocimiento. [16]

Seguramente necesitaremos profundizar más en las consecuencias que nos abren estas nuevas perspectivas y darnos cuenta de hasta qué punto somos o no conscientes de los condicionamientos mentales que nos dificultan hacer verdad un diálogo intercultural con lo diferente desde la equidad y la justicia. 

Por tanto, construir el Arco Iris conlleva dejarnos fecundar por otras miradas sobre la realidad, otras sabidurías, creencias, culturas, racionalidades, valores… viviéndolos como riqueza y oportunidad.

Los diferentes pueden ser mirados como enemigos o amenazas, lo quesupone asumir las consecuencias de nuestro rechazo y de la injusticia del sistema que se genera desde ahí… o bien ser invitación a acoger la parte de verdad que nos complementa. 

Este encuentro podría ser un buen momento para preguntarnos cómo podemos contribuir en nuestro entorno cercano a Construir el Arco Iris de colores, a hacernos conscientes de nuestra facilidad o dificultad para acoger los modos diversos de pensar, de valorar, de mirar la realidad… la diversidad ideológica, religiosa, cultural…si somos capaces de comprender, respetar y valorar las diferencias y divergencias o de modos sutiles seguimos pensando que nuestros valores son los valores, nuestras creencias son las creencias, nuestras perspectivas de la vida son las perspectivas 

Como bellamente dice Javier Meloni: “En estos tiempos complejos necesitamos recurrir al bagaje de las diferentes sabidurías, (culturas, creencias, perspectivas) y corrientes espirituales para avanzar juntos como seres humanos y crecer en conciencia planetaria. No importa tanto identificar las denominaciones de origen cuanto poner en común toda esa riqueza para que conspiremos juntos y respondamos con profundidad y lucidez a los retos que tenemos planteados. Ya no es posible comprendernos aisladamente.”[17]

Esta urgencia de construir una sociedad más justa, inclusiva y democrática nos exige también una responsabilidad ciudadana: exigir a nuestros políticos pasar de una democracia representativa “a una democracia de lo común”[18]. Eso supone reclamar, para darles nuestros votos, a aquellos partidos que aspiran a gobernar que no solo se preocupen por representarnos, sino que aprendan a estar entre la gente, formando parte de los movimientos sociales, de todos los espacios donde se piensa cómo renovar la política, sin protagonismos. Exigir a las personas que quieran gobernar en el futuro que aprendan a convivir desde la cercanía y la horizontalidad y no desde la distancia, jerarquía y los privilegios, y atendiendo a sus necesidades, no centrándose en cómo alcanzar el poder.

3.3 Una casa común que respetamos y cuidamos. 

Otra manifestación de esta consciencia de ser redes, relación, interconexión es la creciente llamada a vivir una espiritualidad ecológica del cuidado. 

Junto a la realidad de una sociedad de crecimiento industrial que hace de la Tierra cajón de suministros y contenedor de basura poniendo en peligro el futuro de la especie humana, crece también la influencia de los grupos ecologistas y personas conscientes que nos alertan de que podemos estar ante una situación sin retorno. Este grito está calando sobre todo en la población, donde cada vez más personas expresan y viven su preocupación y cuidado de la tierra, el esfuerzo por reciclar, cuidar los recursos naturales, protestar por la falta de inversión en las fuentes alternativas de energía

La conciencia de la profunda crisis ecológica en la que estamos inmersos va llevando a la sociedad y (muy lentamente) a algunos gobernantes a tomarse en serio una nueva conciencia ecológica mundial, liberadora y solidaria. Esta conciencia está favoreciendo no solo una ética planetaria que promueve el cuidado del ecosistema y de la biodiversidad del planeta, sino también una "eco espiritualidad" que va calando en algunas personas ampliando así la conciencia creciente de que "el ser humano se halla inmerso en una solidaridad de origen y destino con todos los demás seres del universo" [19]. Reclama también una redefinición de nuestra relación con la naturaleza y el tipo de civilización planetaria que queremos construir. Un paradigma de convivencia tierra-humanidad

Desde diversas instancias se pide una Declaración Del Bien Común de la Humanidad y la Tierra que oriente ética y espiritualmente el sentido de la vida. Cultivar una espiritualidad ecológica afectará profundamente a nuestra manera de pensar, de comprender y valorar la realidad. .[20]

Leonardo Boff uno de los teólogos que más ha desarrollado la teología del cuidado (ecosofía) nos avisa que “Si queremos sobrevivir, tenemos que inaugurar la Sociedad de Sustentación de toda la Vida”. Es decir trabajar en el apoyo de la vida regional y planetaria, tanto en los recursos que consumimos como en los residuos que producimos. Su propuesta es «por un modo de vida sostenible» en todos los niveles;[21] esto nos ayuda a sentirnos ciudadanos del mundo y por tanto a descubrir experiencialmente que el Plantea Tierra es nuestra casa común, la única que tenemos para vivir. Por eso es importante cuidarla, hacerla habitable para todos, conservarla en su generosidad y preservarla en su totalidad y esplendor. 

Esta cosmovisión conlleva avanzar hacia un nuevo paradigma: el paradigma del cuidado, que se opone al de la dominación. El cuidado es esa relación amorosa que se preocupa y se responsabiliza por los demás seres humanos, por tola la vida del planeta, que se deja envolver por la vida en sus múltiples formas, que muestra solidaridad y compasión, cura heridas pasadas y previene heridas futuras, vislumbra dónde hay amenazas para la vida y dónde alumbra la vida nueva para acogerla.

Cultivar una espiritualidad del cuidado no es dedicar a ello unos momentos de la vida sino cultivar un talante cuidador, un “modo-de-ser-cuidado” tal como Leonardo Boff lo propone en sus múltiples publicaciones.[22] Un modo de ser que se hace verdad en la manera de situarnos en la realidad, en la manera de valorar lo que realmente es importante, en no poner la rentabilidad y eficacia por encima de la ternura, la gratuidad, el desvelo.

La consciencia-experiencia de Ser Red, nudo de relaciones, nexos de unión es lo que hará posible un nuevo ethos mundial compartido por todos, capaz de unir a los seres humanos más allá de sus diferencias y culturas, sintiéndonos de hecho como hijos e hijas de la Tierra que aman y respetan a su Madre.[23]

El cuidado busca en lo distinto la complementariedad, la reciprocidad, la amabilidad y armonía esencial del Misterio y de la vida. Podíamos decir que “el cuidado esencial” nos hace pasar de la sacralización de las diferencias a la sacralidad de lo otro y de los y las otras. Es también fuente y camino hacia la interculturalidad que encuentra en las diversidades culturales oportunidades de complementariedad más que peligros contra la afirmación absolutista, omnipotente, infantil y narcisista de una identidad propia cerrada al intercambio, la búsqueda de lo común y a la redefinición evolutiva e histórica de la propia identidad.

La interculturalidad es el contexto adecuado para hablar de una espiritualidad del cuidado, para que ésta no derive en una mirada narcisista del propio entorno olvidando otros espacios, lugares y países que por su situación de empobrecidos serían sus sujetos prioritarios. Sin este contexto el cuidado puede convertirse en auto-defensa de lo propio, desvirtuando así su esencia, que pone más atención y amor donde hay más carencia y/o necesidad.

Este mundo en emergencia leído como oportunidad nos convoca a cultivar una espiritualidad, educación y ética del cuidado como camino para la paz y continuidad de la humanidad en el planeta tierra.

Aún estamos lejos pero cada día brota con fuerza de los diversos pueblos, culturas, grupos… un clamor que pide una espiritualidad ecológica del cuidado de toda vida.

Si queremos sobrevivir necesitamos trabajar por una sociedad de la sustentación de toda vida regional y planetaria, un modo de vida sostenible.

[1] Dentro de las llamadas “economías críticas” es muy sugerente la aportación que han hecho, hace ya varios años, un grupo de investigadores de distintos países de América Latina (Chile, Uruguay, Bolivia, Colombia, México, Brasil) Canadá y Suecia, en un trabajo transdisciplinar, donde desarrollan la teoría de una nueva comprensión del “sistema económico” desde la perspectiva de las necesidades humanas básicas, incluidas dentro de un marco social y ecológico. En su estudio distinguen entre las necesidades humanas finitas e identificables de los “satisfactores” de las mismas que pueden ser muchos y muy variados. Esta interesante aportación puede leerse en MAX-NEEF, M.A. y otros (1994), Desarrollo a escala humana, Barcelona, Icaria Editorial. 

[2] www.fiscalitatjusta.cat 

[3] Plataforma Auditoria Ciudadana de la Deuda: htpp://auditoriaciudadana.net. 

[4] Para poder descubrir la creatividad de iniciativas ciudadanas htpp//www.viveroiniciativasciudadanas.net/ 

[5] Ver la propuesta completa en NEW ECONOMICS FOUNDATION, (2012) 21horas. Una semana laboral más corta para prosperar en el siglo XXI, Barcelona, Ed. Icaria. 

[6] Para poder profundizar en esta propuesta que cada vez más grupos políticos están incluyendo en sus programas: RAVENTÓS, (2013), “Por qué urge una renta básica en plena crisis”, Alternativas económicas, nº 3, pp.40-41 y en www.redrentabasica.org ; www.rendagarantidaciudadana.net/index.php/es/pagina-de-inicio/

[7] MATEOS, O, SANZ, J. (2013) o.c. p.22 

[8] Sobre la soberanía alimentaria, explicación y cómo promoverla htpp//www.cristianismeijusticia,net/sites/ y en www.cristianismeijusticia.net/files/p 237. PDF. 

[9] Esta expresión se debe a HUNTINGTON, Samuel, (1996), El choque de civilizaciones y la configuración del orden mundial, Barcelona, Ed. Paidós, pp. 217-247. 

[10] Para ampliar esta perspectiva VILLAR, S., (1997), La nueva racionalidad. Comprender la complejidad con métodos transdisciplinares, Barcelona, Ed. Kairós; MARTÍNEZ MIGUÉLEZ, M., (1997), El paradigma emergente: hacia una nueva teoría de la racionalidad científica, México, Ed.Trilla; (2011), “Paradigmas emergentes y ciencias de la complejidad”, Opción, Año 27, Nº. 65, pp. 45 – 80; SOTOLONGO CODINA, P., “La complejidad y el nuevo ideal de racionalidad”, cap.II de SOTOLONGO CODINA, P. DELGADO DIAZ C., (2006) La revolución contemporánea del saber y la complejidad social, Buenos Aires, Col Campus virtual de CLACSO, También en la red: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/grupos/soto/cap.2.pdf

[11] SANTOS, Boaventura de Sousa,(2009), Una epistemología del sur: la reinvención del conocimiento y la emancipación social. México, Ed. Siglo XXI CLACSO, . 

[12] MARTINEZ MIGUÉLEZ, M. (2011) a.c. p.3. Los subrayados son míos 

.[13] No es este el lugar para desarrollar esta lógica, que Boaventura describe con detalle en el libro citado anteriormente, pero no me resisto a dar unas pinceladas de esas 5 lógicas, por lo inconscientemente que las vivimos: La primera lógica deriva de la monocultura del saber y del rigor del saber. Consiste en la transformación de la ciencia moderna y de la alta cultura en criterios únicos de verdad y de cualidad estética, respectivamente. Todo lo que el canon no legitima o reconoce es declarado inexistente. La no existencia asume la forma de ignorancia o de incultura. La segunda lógica se basa en la monocultura del tiempo lineal ascendente, la idea según la cual la historia tiene sentido y dirección únicos y conocidos. Esta lógica produce no existencia (invisibilidad) declarando atrasado todo lo que, según la norma temporal, es asimétrico y diferente con relación a lo que es declarado avanzado. La tercera lógica de la clasificación social se asienta en la monocultura de la naturalización de las diferencias. Consiste en la distribución (estratificación) de las poblaciones por categorías que naturalizan jerarquías. La clasificación racial, la clasificación sexual, la estratificación económica son las manifestaciones más señaladas de esta lógica. De acuerdo con esta lógica, la no existencia es producida bajo la forma de inferioridad insuperable en tanto que natural. Quien es inferior, lo es porque es insuperablemente inferior, y, por consiguiente, no puede constituir una alternativa creíble frente a quien es superior. La cuarta lógica es la lógica de la escala dominante. En la modernidad occidental la escala dominante aparece bajo dos formas principales: lo universal y lo global. En el ámbito de esta lógica, la no existencia es producida bajo la forma de lo particular y lo local (lo provinciano). La quinta lógica de no existencia es la lógica productivista y se asienta en la monocultura de los criterios de productividad capitalista. Según esta lógica, la no existencia es producida bajo la forma de lo improductivo, la cual, aplicada a la naturaleza es esterilidad y aplicada al trabajo, es pereza o descualificación profesional. Estas cinco lógicas legitimadas por la racionalidad tienen como categorías de calificación en lo que no tiene su misma “lógica” como lo ignorante, lo residual, lo inferior, lo local y lo improductivo. 

[14] Ibidem 16 

[15] Ibídem p. 16 

[16] Ibídem pp.16-18 

[17] MELONI,J .(2011) , Hacia un tiempo de síntesis, Barcelona, Ed. Fragmenta, p.15 

[18] Para todo este tema de la Democracia de lo común sigo a SUBIRATS, J., (2011), oc. 

[19] BOFF, L.(1996), Ecología. Grito de la Tierra grito de los pobres. Madrid, Ed. Trotta, p. 37.En esta obra Leonardo hace un desarrollo claro y sistemático del advenimiento de la llamada "Era ecológica" con una abundante y actual bibliografía desgranada a través de las notas. Desde una perspectiva de la teología espiritual feminista y una lectura novedosa ecológica y no jerárquica del Génesis: Cfr. PRIMAVESI, A. (1995), Del Apocalipsis al Génesis. Ecología, Feminismo, Cristianismo, Ed. Herder . 

[20] Esta ha sido la gran llamada del Papa Francisco en su reciente encíclica Laudato sí. 

[21] BOFF, L., “Sostenibilidad y cuidado: un camino a seguir” www.servicioskoinonia.org/boff/ 2011-06-1 

[22] Dos libros fundamentales suyos son BOFF,L., (2002) El cuidado esencial. O.c; (2012) El cuidado necesario, Madrid, Ed. Trotta. 

[23] Boff, L.,( 2009) “La tierra como Gaia: Un desafía ético y espiritual”: Concilium nº 331, pp. 355-364, 363.