Canto a la Esperanza cuando quedan pocas esperanzas


"Pero la esperanza, dice Dios, esto sí que me extraña,
me extraña hasta a Mí mismo,
esto sí que es algo verdaderamente extraño.
Que estos pobres hijos vean cómo marchan hoy las cosas
y que crean que mañana todo irá mejor,
esto sí que es asombroso y es, con mucho,
la mayor maravilla de la gracia"

Charles. Péguy.


"Yo soy, dice Dios, Maestro de las Tres Virtudes.

La Fe es una esposa fiel.
La Caridad es una madre ardiente.
Pero la esperanza es una niña muy pequeña.

"Yo soy, dice Dios, Maestro de las Tres Virtudes.

La Fe es la que se mantiene firme  por los siglos.
Pero mi pequeña esperanza es
la que se levanta todas las mañanas.

"Yo soy, dice Dios, Maestro de las Tres Virtudes.

La Fe es la que se estira por los siglos de los siglos.
La Caridad es la que se extiende por los siglos de los siglos.
Pero mi pequeña esperanza
es la que todas las mañanas
nos da los buenos días.

"Yo soy, dice Dios, Maestro de las Tres Virtudes

La Fe es un soldado, es un capitán que defiende una fortaleza....
La Caridad es un médico, una hermanita de los pobres
que cuida a los enfermos, que cuida a los heridos...
pero mi pequeña esperanza es
la que saluda al pobre y al huérfano

Yo soy, dice Dios, Maestro de las Tres Virtudes.

La Fe es una iglesia, una catedral enraizada en el suelo...
La Caridad un hospital, un sanatorio que recoge todas  las desgracias del mundo.
Pero sin esperanza, todo eso no sería más que un cementerio..
"Yo soy, dice Dios, Maestro de las Tres Virtudes        

La Fe es la que vela por los siglos de los siglos,
La Caridad es la que vela por los siglos de los siglos.
Pero mi pequeña esperanza es la que se duerme todas las noches,
en su cama de niña,
después de rezar sus oraciones,
y la que todas las mañanas despierta y se levanta
y reza sus oraciones con una mirada nueva.".

Yo soy, dice Dios, Maestro de las Tres Virtudes

La Fe es un gran árbol, un roble arraigado en el corazón...
Y bajo las alas de ese árbol, la Caridad, mi hija la Caridad
ampara todos los infortunios del mundo.
Y mi pequeña esperanza
 no es nada más que esa promesa de brote
 que se anuncia al principio de abril.

Y cuando se ve el árbol, cuando miráis el roble,
Cuando veis tanta fuerza y tanta rudeza
 ese brote pequeño y tierno ya no parece nada.
Es él el que perece un parásito del árbol...
El que parece alimentarse del árbol, 
es él el que parece apoyarse en el árbol,
 salir del árbol,
 no poder ser nada,
 no poder existir sin el árbol.


 Y, efectivamente, hoy sale del árbol, 
de la axila de las ramas, 
de la axila de las hojas, 
y ya no puede existir sin el árbol.
 Parece proceder del árbol, 
hurtar el alimento del árbol.
Pero es lo contrario, 
es de él de donde todo procede. 
Sin un brote que apareció una vez, 
el árbol no existiría.

Sin esos miles de brotes, 
que llegan una vez a principios de abril 
y quizá los últimos días de marzo, 
nada duraría, el árbol no duraría, 
y no mantendría su puesto de árbol, 
sin esa savia que asciende 
y llora en el mes de mayo, 
sin esos miles de brotes que apuntan tiernamente
 en la axila de las ramas duras...

Toda vida procede de la ternura.

....Por otra parte yo os digo, dice Dios, 
que sin ese brote de abril, 
sin esos miles, 
sin ese único brotecito de esperanza, 
que evidentemente todo el mundo puede romper, 
sin ese tierno brote algodonoso, 
que el primero que pasa puede hacer saltar con la uña, 
toda mi creación no sería más que leña muerta"

Charles Péguy, El misterio de los santos inocentes, 9-11.