A Joaquin Ruiz Jimenez


·        Feliz tú, Joaquín, que has sabido defender los derechos humanos como derechos divinos.
·        Feliz tú, hombre de esperanza capaz siempre de ver lo posible donde otros no veían futuro.
·        Feliz tú. que has saboreado en lo profundo de tu corazón el Amor incondicional de Dios
·        Feliz tú, que has sabido aunar en tu vida fe-ciencia-justicia con una rara sabiduría.
·        Feliz tú, que has sido honesto y justo en tus muchos y variados trabajos públicos y políticos.
·        Feliz tú que has integrado en tu persona una fe sencilla, humilde y una profunda formación religiosa y científica.
·        Feliz tú, que has hecho de tu persona un lugar para el diálogo, el encuentro, la tolerancia, la paz.
·        Feliz tú, que fuiste capaz de tomarte la vida en serio y no perder el sentido del humor.
·        Feliz tu, que has sentido la conmoción en tus entrañas ante el dolor y la injusticia y supiste responder con un amor operativo.
·        Feliz tú, que has hecho de la justicia, la paz y el amor la pasión de tu vida.
·        Feliz tú, que has sabido saborear el gozo de vivir austeramente compartiendo con las más pobres lo que tenías y lo que eras.
·        Feliz tú, porque has sido capaz de acoger en tu vida el dolor, el fracaso, la calumnia a veces, sin que tu corazón haya albergado la amargura ni el resentimiento sino por el contrario se llenó de comprensión y perdón.
·        Feliz tú, también Mercedes, pues juntos habéis compartido vuestro amor fecundo en hijos, nietos…y sobre todo formando una familia donde los valores de la tolerancia, la justicia, la honestidad y la fe resplandecen con luz propia.
·        Feliz tú también Mercedes porque has sabido vivir como una mujer discreta amando y apoyando a Joaquín sin dejar de ser tú y desarrollando tus potencialidades.
·        Felices vosotros hijas/os, nietas/os porque habéis disfrutado de un padre y abuelo que supo ser tierno y fuerte, de entrañable ternura y complicidad y al tiempo firme en sus orientaciones.
·        Felices somos los que hemos tenido la suerte, como la tuve yo y mi familia, de ser beneficiarias de tu gran profesionalidad y sobre todo de tu extraordinaria generosidad y humanidad. ¡No te olvidaremos!.
·        Feliz tú, ahora que ya Eres en Dios, al fin has encontrado tu Verdadera Identidad, acompáñanos en el camino para no desviarnos del seguimiento de Jesús, como tú lo hiciste.