2.2 CUERPO ESPIRITUAL[1]
Desde lo dicho hasta este momento podemos decir que un cuerpo es espiritual cuando revela, testifica la verdad más profunda del ser, lo que nos constituye como fondo último de nuestra personas, el Ser-Comunión-Unión con los otros, lo otro, el misterio de Dios que Jesús nombró como ABBA.
Un cuerpo humano es espiritual cuando es consciente de que su verdad más profunda le lleva a traspasar las fronteras de su propia piel para abrirse a los demás como miembro de un cuerpo social, incluso como un cuerpo planetario donde se reconoce deudor de todo lo que el cosmos en su proceso evolutivo le ha proporcionado, más profundamente aún cuando se reconoce constituido por la presencia del Misterio, cuando descubre a Dios en todo y a todo en Dios.
Recuperar el cuerpo como tarea espiritual no es prestarle un culto, sino devolverle toda su verdad, reconocer que el cuerpo es la presencialización de mi persona que es espiritual.
Nuestro cuerpo es espiritual cuando crea actitudes y produce conductas justas, serviciales, misericordiosas, comprensivas, libres, fraternas, todo cuando nos hacemos conscientes de que mientras no hagamos visible y operativo nuestro amor a través de nuestro cuerpo, no haremos posible al ser humano cabal y a la creación entera y por tanto no haremos creíble al Dios de la encarnación que profesamos con nuestras palabras.
2.2.1 Nuestro cuerpo lugar de sabiduría.
Hablar de nuestro cuerpo como lugar de sabiduría es reconocer que desde que comienza nuestra vida intrauterina el cuerpo guarda memoria de nuestra historia, es registro y memoria de nuestra historia personal y sociocultural. Recuperar la sabiduría del cuerpo pasa por saber escuchar el lenguaje del cuerpo. [2], esto requiere un aprendizaje no siempre fácil.
La consciencia ("awareness") es la lucidez integral del cuerpo psíquico rozando las fronteras de su misterio, pero además de la consciencia, para recuperar la sabiduría del cuerpo, tendremos que aprender a poner nombre a la experiencia, a prender a acercar la palabra a la experiencia para que ésta pueda revelar toda su densidad
Supone saber escuchar el propio cuerpo, reconocer sus necesidades, sus fatigas, cansancios, malestares, y requiere también saber leer el lenguaje corporal de tantas personas doloridas en sus cuerpos que se acercaban a nosotros pidiendo alivio a su dolor.
No podía ser de otra manera porque el cuerpo que somos es lugar de revelación de la sabiduría creadora de nuestro Dios. Por tanto escuchar el cuerpo, el propio y el ajeno, es un buen camino para encontrarnos con la Sabiduría que desde siempre y desde dentro ronda todos nuestros senderos corporales.
2..2.2 Nuestro cuerpo lugar de relación y revelación.
El cuerpo es además lugar de revelación de lo que somos, de la verdad de nuestra vivencia, muchas veces al margen del poder de nuestro yo-cerebral o consciencia, las manifestaciones de nuestro cuerpo se imponen muchas veces sin que las podamos controlar. Nos desvela en forma de lenguaje corporal: gestos, expresiones, tonos de voz, modos de vestir, un lenguaje que nos descubre más de lo que creemos y queremos y en forma de salud-enfermedad, somatizaciones varias no controladas por nuestra mente.
Por eso nuestro cuerpo es un lugar privilegiado de acceso a nuestra verdad, y de unificación de nuestra persona. Lo real es que sólo podemos vivir unificados si estamos enter@s allí donde está nuestro cuerpo. Nuestra mente puede estar en varios sitios a la vez, ir y venir, desplazarse sin límites pero la verdad de dónde estamos la dice nuestro cuerpo.
El cuerpo es nuestra presencia, epifanía de nuestra persona. Es lenguaje no verbal, palabra que pronuncio con mi actitud, mirada, conducta y lenguaje verbal como expresión simbólica que prolonga mi cuerpo y exterioriza su experiencia.
Nuestros valores, deseos, proyectos llegan a ser verdad cuando pasan por el cuerpo, cuando se hacen cuerpo y se verifican. Es entonces cuando el cuerpo se convierte en revelación no sólo de nuestros valores sino del Dios que nos sustenta e identifica, se convierte así nuestro cuerpo en lugar de presencialización del Invisible.
El cuerpo al ser revelación de nuestra verdad se convierte por ello en lugar de relación, encuentro y comunicación con uno mismo, con los otros, lo otro, y Dios. Sólo podemos relacionarnos y encontrarnos a través del cuerpo que somos
A lo largo de nuestra vida vamos elaborando una determina relación con nuestro cuerpo donde los esquemas culturales, los prejuicios sexuales, raciales, ideológicos de nuestro entorno van configurando nuestra imagen corporal a partir de cómo nos hemos sentido mirados. Cada cultura tiene sus modelos, juicios de valor y sus tabúes en relación al cuerpo. Nuestra relación con el cuerpo es tributaria de esa relación.
La relación de la persona con su cuerpo podemos considerarla desde dos ángulos profundamente conectados: el modo como consideramos el cuerpo y como nos comportamos en relación con él.
Para unas personas el cuerpo es un amigo, un buen compañero, cuyos límites acepta y se establece una buena relación; para otras es una máquina, que marcha o un objeto útil; para otras personas es un enemigo, una bestia que hay que dominar, o un desconocido, o un dios. Del modo cómo lo consideremos así nos relacionamos con él. Si lo consideramos un amigo lo cuidaremos y respetaremos, si lo consideramos un objeto utilitario le concederemos el mínimo vital nos ocuparemos de él sólo si la "maquina se estropea", si lo consideramos un enemigo lo maltrataremos o lo anestesiaremos, si es un desconocido, lo ignoraremos y descuidaremos, si lo deificamos habrá una excesiva sobrevaloración y le prodigaremos unos cuidados exagerados, lo haremos un ídolo al que sacrificaremos nuestra vida y otras vidas.
Nuestro cuerpo es también lugar de comunicación con los otros y lo otro y lo mismo que la comunicación con las palabras puede ser verdad o mentira, transparencia u opacidad, palabra personalizada o mimetismo social así nos pasa en nuestro lenguaje corporal. Por eso el cuerpo que somos revela nuestras relaciones igualitarias o discriminatorias por razones de raza, sexo, clase; revela también nuestra sensibilidad ecológica o utilitaria negadora del derecho a todo lo que existe a ser por si y no sólo para nosotros los humanos; nuestra manera de sentirnos dueños de la vida o servidores de ella; acaparadores insolidarios o socializadores de los bienes que son patrimonio de toda la humanidad. Necesitamos hacer de nuestro cuerpo un lugar de nuevas relaciones más sanadoras, igualitarias y placenteras.[3]
Nuestro cuerpo será un día lugar de verificación de una antropología de la igualdad en la diferencia rompiendo y denunciando un modelo de relaciones piramidal que no hace justicia a la verdad humana, ni a la verdad del Dios revelado en Jesús que entra en la historia rompiendo barreras de arriba/abajo, señores/siervos; hombres/mujeres; judíos/gentiles.
2.2.3. Nuestro cuerpo lugar para verificar la fe.
El camino de la experiencia, en nosotr@s seres corporales, se verifica cuando la Palabra acogida, sentida y gustada se hace cuerpo, [4] carne de nuestra carne. Si la Palabra no se hace cuerpo, se ha quedado en un buen deseo, o un buen pensamiento.
Cuando la Palabra se hace carne acontece la encarnación, y esto no fue algo que excepcionalmente le pasó a María. De alguna manera es verdad siempre que a la luz de la Palabra algo surge en nuestras entrañas a modo de un “nacer de nuevo” y eso nuevo que se alumbra en nuestro cuerpo sólo puede llamarse “Jesús” no es obra de nuestro esfuerzo humano sino gracia del Espíritu en nosotros. (Lc 1,26-37)
Para poder explicarme mejor doy la palabra a la poesía, es éste el lenguaje que mejor expresa las experiencias profundas, aquellas para las que la palabra queda corta y parece traicionar la verdad vivida.
León Felipe nos dice:
“Había un hombre que tenia una doctrina., Una doctrina que llevaba en el pecho (junto al pecho, no dentro del pecho), una doctrina escrita que guardaba en el bolsillo interno del chaleco.
La doctrina creció, y tuvo que meterla en un arca de cedro, en un arca como la del Viejo Testamento.
Y el arca creció. Y tuvo que llevarla a una casa muy grande.
Entonces nació el templo
Y el templo creció. Y se comió al arca de cedro, al hombre y a la doctrina escrita que guardaba en el bolsillo interno del chaleco.
Luego vino otro hombre que dijo: el que tenga una doctrina que se la coma, antes de que se la coma el templo, que la vierta, que la disuelva en su sangre, que la haga carne de su cuerpo..
y que su cuerpo sea bolsillo, arca y templo.
Esta parábola nació apoyándome en el versículo XXI del Capitulo II del Evangelio de San Juan, donde dice:” Mas Él hablaba del templo de su cuerpo”[5].
Esta es otra de las constantes del emerger de la nueva espiritualidad, sobre todo en la reflexión y experiencia de las mujeres, vivir la espiritualidad en, con y desde el cuerpo que somos.
Necesitamos, cada vez con más fuerza, romper dicotomías y dejar que el Amor en el que creemos y del que tenemos experiencia, pase por nuestro cuerpo y se exprese a través de él.
Estamos todos bastante cansados de palabras que nos dejan frio el corazón y embotada la mente, cada vez más lo que necesitamos son hombres y mujeres que a través de su cuerpo hagan verdad su fe.
A. “Sanador@s”
B. “Degustador@s”
C. “Testigos”
Sanador@s
El camino del cuerpo como lugar de la experiencia espiritual me evoca el deseo de pasar por la vida como sanador/a hacer del cuerpo un lugar de curación.
Curación de los cuerpos maltratados tantas veces y de tantas maneras, violados, violentados, vendidos, comprados, prostituidos; cuerpos traficados, hechos mercancía barata, fruto del engaño y la extorsión, explotados en trabajos inhumanos; cuerpos mutilados por la bombas; cuerpos aterrorizados por la represión y la tortura; cuerpos secuestrados de tantas maneras, hambrientos, desnutridos, enfermos por no tener la atención sanitaria a la que tienen derecho; cuerpos expuestos impúdicamente por la pornografía creciente; cuerpos encarcelados muchas veces porque son pobres y no pueden pagar un buen abogado o a un fiscal o a un juez; cuerpos hambrientos de caricias y contactos sanadores, verdaderos…
¡Tantas heridas en nuestros cuerpos, en nuestras personas!. Realmente necesitamos hoy con urgencia SANADOR@S , mujeres y hombres que hagan del grito de Dios (expresado por Isaías) "Consolad, consolad a mi pueblo" el lugar de su experiencia espiritual.[6]
Curar el cuerpo de los otros y también el propio. Esto significa no tratarlo como una máquina que se lleva a reparar cuando se ha averiado, que se le explota en sus recursos energéticos hasta que está extenuado en nombre de "causas sublimes", pero que esconden muchas veces carencias, vacíos y necesidades no resueltas, ni nombradas.
Curar nuestros cuerpos cuando están cubiertas las necesidades básicas y no tenemos que defendernos de las múltiples agresiones- , supone, no gastar mucho dinero en objetos puramente estéticos y de consumo, sino saber equilibrar trabajo y descanso. Este equilibrio requiere un yo que se regala espacios de sosiego, de calma; que sabe respirar en paz y relajarse; escuchar a tiempo los avisos que el propio cuerpo nos da de que algo no funciona bien, para intentar atenderlo... Es decir reconciliarnos con nuestro cuerpo y sus necesidades, no queriendo vivir como ángeles incorpóreos que no somos y relacionándonos con nuestro cuerpo como lo que es, la presencialización de nuestro yo, la única manera de ser que tenemos mientras estemos en el útero del mundo, ¡después!... no sabemos muy bien como será lo que seremos en la "Otra Dimensión". Ahora somos un cuerpo que tiene derecho a ser tratado como amigo y no como a enemigo o "instrumento" de trabajo.
Pero no es sólo eso, el sanador/a es la persona que mira la realidad desde la perspectiva de la salud física, psíquica y espiritual. Porque su mirada está atenta y lúcida a ese dato de la realidad, descubre enseguida dónde se atenta contra ella de alguna manera y su primera tarea es denunciarlo, buscar los caminos a los que tenga acceso para desenmascarar el daño de propuestas, realidades y justificaciones engañosas que intentan vendernos mentiras.
Como el samaritano de la parábola de Jesús, el/la sanador/a no solo no pasa de largo y se hace próximo, crea proximidad con su manera de mirar la realidad, sino que se acerca a las personas doloridas, saqueadas por los bandidos de turno, (tod@s nosotr@s somos, de alguna manera, por acción u omisión, ladrones que robamos a los pobres lo que es suyo) y bajando de su cabalgadura, toca, unge, limpia, carga con ellas y ,si es necesario, las conduce a dónde puedan hacerlo mejor que él.
¡Que necesidad tiene nuestra sociedad de hombres y mujeres sanador@s!. Nos han educado más para ser jueces que sanadores, para criticar más que para comprender, para juzgar más que para acoger incondicionalmente los cuerpos heridos en cualquiera de sus dimensiones.
Quizá hemos dejado de mirar a Jesús que si algo pone de relieve la crítica histórica es que es innegable que fue un taumaturgo sanador. Volver a mirarlo con mirada asombrada y descubrir qué significa en estos momentos de nuestro mundo: expulsar demonios...¡tantos! (violencias, hambres, guerras, clasismos, sexismos, racismos, fanatismos, terrorismos...) , qué significa hoy poner en pié a las mujeres encorvadas, qué significa liberar de parálisis, de sorderas, de cegueras...(propias y ajenas).
¿Por qué hemos olvidado tan pronto que una de las características del discipulado, recogido por todas las tradiciones, es el de "expulsar demonios"? (Mc3,13-16; par) que como dicen en mi tierra en relación a las "meigas", <<creer no creo pero haber las hay las>>
El texto de Lucas hace una afirmación sobre Jesús que yo siento que necesitamos recuperar, releer hoy y aplicarlo a nuestras vidas: "toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que curaba" (Lc 6,19). [7] Si nuestra experiencia espiritual fuera cada vez más en esta dirección, qué distinto sería nuestro mundo: establecer contactos sanadores, "tocar" los cuerpos, los psiquismo, tocar las mentes, los corazones y sanar en vez de "apalear", ¡lo hacemos de tantas maneras.!
Mujeres y hombres sanador@s, del cuerpo y del espíritu, que como pequeños "espacios ecológicos" provocan a quien está a su lado la sensación de poder respirar mejor.
Se nos olvida que cuando en los Evangelios se nos habla solemnemente del Juicio Final (Mt 25), fundamentalmente se nos va a preguntar por nuestro amor operativo que pasa por el cuerpo y lo sana que toca el corazón y la cura en sus soledades y aflicciones es decir: el amor que se hace pan y agua que sacia el hambre y la sed; vestido que cubre las desnudeces varias, compañía en el dolor de la soledad, de la enfermedad..., liberación de las prisiones diversas en las que caemos, acogida en las exclusiones de raza, sexo, clase...Es decir se nos va a preguntar si hemos pasado por la vida como Sanador@s o no, ahí descubriremos si hemos ganado o perdido nuestra vida. ¡Nada más, ni nada menos!.
DEGUSTADOR@S.
Necesitamos aprender a ser hombres y mujeres espirituales DEGUSTADOR@S del "buen vino y del "pan tierno", del placer del encuentro, del sabroso gozo de ser y de ayudar a ser, del buen sabor de boca que dejan las luchas por conquistas comunitarias de liberación, de la satisfacción porque grupos y personas logran cubrir sus necesidades básicas. Necesitamos luchador@s festiv@s danzador@s de la vida, a pesar de todo. En esto ¡cuánto me han enseñado los pueblos latinoamericanos con su indomable capacidad de fiesta y de danza aún en medio de luchar contra el dolor y la muerte injusta y prematura!.
Saber gustar la vida es una manera de situarse en ella desde lo positivo, desde lo logrado, desde la botella medio llena que no es olvidar lo que falta sino no instalarse siempre en lo que no es.
Sin querer ser exhaustiva enumero algunas de las realidades de las que podemos gustar:
· de la amistad, del amor, de los encuentros
· de hacer el bien, ayudar, servir, liberar, sanar…
· del trabajo bien hecho
· del propio crecimiento y maduración
· del descanso, reposo, del saber reponer fuerzas,
· de los éxitos (propios y ajenos)
· de la superación de obstáculos, reto y dificultades…
· de una vida con sentido y con proyecto
· de la fecundidad (propia y ajena)
· del bien que otros nos hacen
· del día a día, de la vida cotidiana, recreada, de los pequeños detalles…
Cuando hablo de "degustador@s" hablo de la sabiduría y el arte de saber vincular gusto-placer-experiencia espiritual.
La historia de la espiritualidad cristiana no es un buen ejemplo de las buenas relaciones entre estas dos realidades. Incluso, con razón se ha hablado de la "alergia cristiana al placer"[8], en un mundo hedonista en grado sumo, el camino no es situarnos en la antípodas, ni estar de vuelta sin haber ido, sino establecer puentes desde nuestra fe con la cultura dominante y sus valores por muy ambiguos que estos nos parezcan.
Es necesario volver a recuperar la dimensión gozosa y festiva de la existencia, aun en medio del compromiso, la lucha y el dolor por desterrar el sufrimiento y la injusticia. Volver los ojos al Evangelio y comprender de un modo nuevo qué significan las escenas de boda, fiesta, disfrute de la amistad y de la naturaleza del hombre Jesús de Nazaret; qué significan la abundancia de peces, pan, vino, niños abrazados por Él, mujeres que derraman perfumes valiosos sobre sus pies y los enjugan con su cabello.
La visión cristiana del placer ha de fundarse en los supuestos primordiales de la fe bíblica, superando todo planteamiento dualista-maniqueísta que enfrente al cuerpo (placer, lo natural, sexo) y al espíritu (mortificación corporal, lo sobrenatural, la castidad) como dos principios que polarizan el bien y el mal en los hombres.[9]
El diálogo con nuestro mundo en torno al "amor - eros y ágape- como sentido último de la existencia" supone recuperar el placer como un valor positivo del ethos humano y cristiano, que entre otras consecuencias, dilata el corazón. [10]
Supone devolverle al placer su autonomía [11] y consistencia en interdependencia con los demás aspectos pluridimensionales de la existencia cristiana; reconocerlo como derecho inalienable de realización personal en relación a sí mismo, al mundo y a los demás. Todo ser humano, por el hecho de serlo "necesita cultivar sin temor y sin más ataduras que las impuestas por la realidad, sus fuentes de placer"[12] Por el placer de ser humano" celebra la vida en el templo de su corporalidad e inunda su espíritu con el rito de la fiesta." [13] " El placer es la vivencia gozosa del impulso vital, del encuentro con el mundo y de la relación con los semejantes. "El placer es la epifanía y la fiesta de la vitalidad".[14]
Todo ello dentro de una comprensión humanizadora del placer, no solo en la dimensión individual sino en su proyección social y sin hacer del placer un fin sino una mediación, también transparencia del gozo de Dios.[15]
Recuperar esta dimensión "perdida", peor aún culpabilizada, requiere una pedagogía lenta, una reeducación: [16]
Supone también una educación para afrontar los propios miedos y desasosiegos, como instintos de muerte que hay que "ordenar" para aprender a afrontar la libertad de saber gozar, y disfrutar del placer como trasparencia y anticipo del gozo de Dios, como camino de humanización creciente personal y social."La psicología nos dice hoy que saber gozar es una capacidad del hombre que ha alcanzado la madurez del propio yo y que es capaz de vivir el placer sin transformarse en su esclavo y sin complejos de culpa"[17]
Conlleva verificar en el cuerpo la posibilidad del hombre nuevo que se vive "espiritual" no porque reprime su realidad corporal[18] sino porque la hace transparencia del amor, la ternura, el juego, la fiesta de la Vida. Se sabe fiel al Espíritu no sólo porque carga su cruz y sigue a Jesús sino porque también se toma en serio el reproche "Os hemos tocado la flauta y no habéis bailado" (Lc,7,32), entendiendo que también llama para compartir la alegría del pan, del buen vino,"la alegría del cuerpo y las bodas; que nos llama para bailar con nosotros la danza de Dios"[19]
Esta recuperación de la que hablamos no supone pactar con una cultura "neohedonista" cuya actitud ante el placer es la de "conseguirlo y consumirlo, no la de acogerlo y convertirlo en fuente de crecimiento y de vida...El placer fin-en-si-mismo termina por borrar todos los deseos y apagar el gusto por la vida" [20], y transformarlo en ídolo de muerte.
No supone tampoco un rechazo de "la ascesis" como necesario camino de crecimiento humano y cristiano sino que supone una nueva orientación de ésta con un nuevo campo específico: el del amor, la solidaridad, la lucha por la justicia y los derechos humanos, el cuidado y respeto del ecosistema, la resistencia activa y pasiva ante el inevitable dolor de la vida. Amor como pulsión de vida y no de muerte, aunque ello pueda suponer paradójicamente -dada la situación de muerte que hemos generado- dar la propia vida, sabiendo que no se pierde, sino que se "gana" vida para sí y para otros.
TESTIGOS.
Estamos todos hartos de palabras que nos suenan a vacías, repetitivas, estereotipadas…, que nos dejan frío el corazón e indiferente nuestra cabeza. Nuestro tiempo requiere no predicadores que invitan a creer sino personas que testifique con su vida el Misterio de Dios.
Necesitamos testigos es decir mujeres y hombres que a través de nuestro cuerpo hagan visible y por ello creíble al Dios de Jesús.
· Testigos de la pasión de Dios por lo perdido, por lo pequeño, pobre y sencillo, por el abajo de la historia.
· Testigos del Dios-relación sin exclusivismos ni dominaciones.
· Testigos de la entrañable misericordia de nuestro Dios.
· Testigos del Dios de la vida, de su Ser-cuidado para su creación
· Testigos de su presencia discreta en el corazón de la realidad.
· Testigos del Dios festivo, buena noticia.
Y eso ¿cómo?
Dejándonos alcanzar por su Amor, por la experiencia de su Ser-en-nosotros, y permitiendo a nuestro cuerpo ser un cuerpo espiritual[21], es decir ser"TESTIGOS" que a través de nuestro cuerpo gritemos cotidianamente que Dios es Amor.
Esto supone al menos:
Ojos que "han visto a Dios" y no sólo han quedado prendados de su hermosura, sino que también han aprendido de El a "ver" el dolor del pueblo a "fijarse" en cómo lo tiranizan, convirtiéndolo en esclavo (Ex 3,7-9); ojos que ven la creación como obra de Sus manos y la ven "muy buena" (Gn 1,31); ojos que como los de Jesús lloran por el dolor de su gente (Jn 11,35;Lc19,41), que miran y devuelven la dignidad(Mc 12,41-44) y la esperanza (Lc 19,4-5), perdonan (Jn2,9-11) y aman (Mc 10,21).
Oídos que han escuchado su propio nombre como bendición, que han escuchado Una Voz que les dice: "Tu eres mi hij@ amad@ en quien Dios se complace" (Mc 1,11) porque eres hij@, no porque seas buen@ y esa experiencia l@s devuelve a la vida transformad@s; oídos que se hacen discípulos de la vida y saben aprender de l@s herman@s del camino, oídos que no se cierran a los gritos de dolor del mundo y del cosmos y al mismo tiempo saben escuchar la brisa suave que les anuncia la presencia del misterio de Dios en la vida cotidiana.
Boca que sabe hablar y callar como lenguaje de amor, que sabe ben-decir y cierra sus labios a la maledicencia, que sabe gustar en la vida cotidiana los saobres del reino y saber ofrecer a otros ese sabor, que denuncia y anuncia la Buena Noticia de Jesús; que canta el canto de la vida sencilla y une su canto al del pueblo; que grita de dolor y de placer; que besa y hace del beso el sacramento del amor; que ríe y relativiza sanamente con sentido del humor, para no tomarnos excesivamente en serio a nosotr@s mism@s y no dejarnos amargar la vida.
Manos parteras de la vida que ayudan a dar a luz a todo aliento de vida allí donde emerge y que saben esperar el lento dilatarse del útero- entre dolores de parto- de tanta vida nueva como quiere brotar, si sabemos alentarla y no abortarla; manos que amasan en la cotidianeidad el pan de la sororidad; que se unen a otras manos para tejer el manto de la solidaridad; que dan, comparten, no acaparan para sí; que saben pedir conscientes de su propia pobreza; manos que saben acariciar con ternura y pasión; que aguantan sostienen, levantan al caído, curan heridas, las ungen con el ungüento de la entrañable ternura; manos al fin que pasan por la vida, sencillamente, "echando una mano" a quien lo necesite.
Pies peregrinos y buscadores con otr@s, sin grandes seguridades, pero con las certezas que guardan en el corazón, pies "próximos" ante quienes hoy están tirados en el camino (continentes enteros).apaleados, saqueados, mal heridos; pies que saben descalzarse ante el misterio del otro; pies que danzan la fiesta de la vida y las conquistas en el camino de la liberación sobre todo de los pobres de este mundo; pies que, como los de María, la madre de Jesús, y las otras mujeres: María Magdalena, María la de Cleofás, Marta y su hermana...se hacen seguidores de Jesús hasta el final y que cuando los tiempos son difíciles, en vez de huir, permanecen de pie junto a l@s crucificad@s de este mundo.
Entrañas que se dejan fecundar por el amor, que se creen capaces de dar a luz vida nueva, aunque ya sean viejas y les hayan hecho creer que son estériles; entrañas capaces de aguantar los propios dolores de parto con esperanza, ensanchan-do las fronteras del propio útero para que el/la otr@, l@s otr@s puedan nacer y ser ell@s mism@s, libres y autónomos; entrañas de misericordia, de ternura siempre renovada; entrañas que se estremecen de dolor y de gozo, son incapaces de permanecer insensibles.
Sexo que se vive sin dejarse atrapar por los estereotipos de género que empequeñecen al hombre y a la mujer y les impide ser personas enteras; que no hace de las diferencias sexuales lugar para la exclusión y marginación sino lugar de encuentro enriquecedor en la diferencia; sexo que se hace relación corporal amorosa y placentera, lugar del amor que se entrega y se recibe, ex-tasis de sí para trascenderse en el abrazo y descubrir en el encuentro la Fuente de su amor, lugar de placer humanizador y compartido.
Piel que se hace lugar de contacto de encuentros vinculantes, constructores de identidad y reconocimiento sin fusiones indiferenciadoras, ni dependencias destructivas; piel que ha renunciado al "despelleje" continuo de los otros; que ha renunciado al "ojo por ojo"; piel que sabe poner límites al despilfarro, al consumismo, a la violencia como modo de solucionar los conflictos, piel que aprende a respirar el "aire de Jesús" hasta que su Espíritu se revele en nosotr@s a "flor de piel"; piel que rompe los estrechos moldes de su identidad corporal para abrirse a toda la humanidad como a su propio cuerpo, porque ha experimentado que cuando se cierra a su hermano se cierra a su propia carne. Piel, al fin, que descubre sus verdaderas dimensiones que no se agota en los límites de nuestro pequeño cuerpo sino que se extiende a toda la humanidad y a toda la creación como "Cuerpo de Dios".[22]
Cuando todo esto sea verdad en nuestros cuerpos, nos pasará lo que lo que le pasó a Jesús, que los que viven a nuestro lado dirán: lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que han oído nuestros oídos y tocado nuestras manos es que el Dios de los cristianos es amor y merece la pena creer en El (Cf. 1Jn 1,1).
[1] Cf MARTINEZ OCAÑA, E. O.C., GARCÍA-MONGE, J.A. "Cuerpo" en Treinta palabras para la madurez. DDB,1997,199-206, 4-58 y "Los ejercicios corporalmente espirituales" en Psicología y Ejercicios, Sal Terrae, 1991,304-305.
[2] Este es el camino terapéutico que utilizan diversas escuelas psicológicas como el Focusing. Para ampliar este tema E. Gendlin, Focusing. Proceso y técnica del enfoque corporal, Mensajero, Bilbao 1983; M. Siems, Tu cuerpo sabe la respuesta. Focusing como método de autoconocimiento. Mensajero, Bilbao 1991.
[3] He ampliado este aspecto en “El cuerpo lugar de verificación de la fe: ”Testigos”, “Sanador@s”, Degustador@s” en Sínite (próximo número) 2003.
[4] Para ampliar este apartado Cfr MARTINEZ OCAÑA, E "Cuando la Palabra se hace cuerpo" en Religión y Escuela nº 107- 109 (1996) y nº110-116 (1997)
[5]LEÓN FELIPE, Antología rota. Akal, 1990,165-166. Los subrayados son míos.
[6] Sugiero el número monográfico " <<Consollad, consolad a mi pueblo>> Sal Terrae, nº 1.010 (1998:3).
[7] Cfr un sugerente artíclo de ESTEVEZ, E ,"Y Todos los que lo tocaban quedaban curados". El cuerpo como espacio de salvación" Sal Terrae 1000 (1997) 323-333.
[8].VIDAL M ."Placer y cristianismo: raíces históricas de un conflicto actual" El discernimiento ético. Hacia una estimativa moral cristiana, Cristiandad l980. No este el lugar para hacer memoria de la etiología de este fenómeno.
[9]M.RUBIO,Ibídem,625
[10]Así lo reconocía, ya Santo Tomas"El afecto humano, por decirlo de alguna manera se dilata con el placer, ofreciéndose de algún modo a contener interiormente el objeto de goce...quien goza, abraza la cosa de la que goza, adhiriéndose fuertemente a ella, pero dilata el corazón para gozar de ella perfectamente"TOMAS DE AQUINO,I-II,q.31,a.3. Citado por MªC.JACOBELLI, Risus Paschalis, El fundamento teológico del placer sexual. 1991,nota 21,108
[11]La comprensión de la tradición cristiana y su consiguiente valoración se apoya en un axioma fundamental:el placer no es una realidad autónoma, sino parasitaria. El placer no existe por él mismo, y por eso no puede ser buscado por el mismo. La antropología actual no confirma estas afirmaciones y es ya aceptado por la teología moral renovada que el "placer no es una realidad parasitaria, sino autónoma. Tiene consistencia por sí mismo y consiguientemente autonomía con respecto a la acción y a los contenidos objetivos. Esta autonomía no significa independencia de las restantes dimensiones de la existencia humana, pero sí la liberación de su pretendida dimensión parasitaria" M.VIDAL,"Placer y cristianismo..."ibidem,58-59.También M. RUBIO, Ibidem,641
[12]L.LARRANETA,"El olvido del placer en la moral cristiana":Ciencia Tomista 108(1981),453
[13]M.RUBIO,Ibidem,642
[14]M.VIDAL, Moral de actitudes,I ,Moral fundamental.1981,453. El subrayado es mío
[15]"Hablando con propiedad el placer es una pasión en cuanto que se produce acompañado de una transmutación fisiológica. Y en este sentido no es apetito intelectivo, sino simplemente movimiento; y en ese sentido también lo experimentan Dios y los ángeles. Por eso el Filósofo afirma que Dios goza en una sola y sencilla operación" TOMAS DE AQUINO,I-II,q.31,a.4 Citado por Mª C. JACOBELLI,Ibidem,131. Los subrayados son míos.
[16] "un quehacer ascético moral...cristiano... cuya función, con relación a la experiencia del placer, no consiste en despertar sentimientos de culpa ante aquello que suscita en el hombre pulsiones hedonistas, sino en liberarle de cualquier sobrecarga deshumanizadora, incluido del excesivo complejo de culpa"M:RUBIO, ibidem,642
[17]Cfr. J. BERGERET,"La notion du plaisir, en LV,14,(sept-oct)1973,19. Citado por M.C.JACOBELLI,nota 46,127
[18] Para una relectura del cuerpo como lugar de verificación del ser espiritual, y una lúcida clarificación de las consecuencias nefastas que ha tenido en la teología espiritual la identificación "espiritual"= a "inmaterial", recomendamos la ponencia de J.A. GARCÍA MONGE, "Los Ejercicios corporalmente espirituales" del último congreso de Salamanca sobre Psicología y Ejercicios Ignacianos en Salamanca 12-16 septiembre 1989, Ibidem,I. 294-309
[19]M.C. JACOBELLI, Ibidem.,150
[20]Mª.C. JACOBELLI. ibidem, 146
[21] He desarrollado ampliamente este aspecto en: Martinez Ocaña, E., Cuando la Palabra se hace cuerpo…en cuerpo de mujer, Narcea 2007 y en Cuerpo Espiritual, Narcea, Madrid 2008.
[22] "El mundo como Cuerpo de Dios" es la bella metáfora que utiliza MCFAGUE, S en Modelos de Dios. Teología para una era ecológica y nuclear. Sal Terrae, 1994, 126-137.