Estoy segura de que muchas de las personas que leéis mi blog tenéis experiencia directa de lo que ayer vivimos, pero a pesar de todo y después de ver y oír la manera sesgada, parcial e injusta de narrar lo que pasó por la mayoría de los medios de comunicación quiero aportar mi granito de arena, compartiendo mi experiencia.
Yo estaba decidida a viajar desde Sevilla y unirme junto con una amiga a la pancarta que las ONGs habían consensuado: Los derechos serán globales o no serán: nos encontraríamos a las 4,30 en el museo Reina Sofía para unirnos desde ahí a la manifestación.
En el tren hicimos un largo rato de silencio orante, queríamos vivir este momento desde nuestra fe y vocación: para nosotras era una manera de estar, como nos enseñó Pedro Poveda, “con la cabeza y el corazón en el momento presente”, queriendo unir nuestra voz y nuestras personas al grito de tanta gente que en este momento lo está pasando tan mal, que sufre intensamente las duras consecuencias de esta crisis y no se siente escuchada. Nos animaba también a estar en la protesta las palabras del Papa Francisco en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium: “hoy tenemos que decir no a una economía de la exclusión y la inequidad. Esa economía mata “
Llegamos a la estación de Atocha a las 13.15. Al llegar ya vimos la estación llena de policías, pero por lo demás todo muy tranquilo. Al salir a la calle nos quedamos perplejas de la marea humana que pacífica y lúdicamente bajaba hacia la Castellana, ya a esa hora una inmensa riada humana.
Como era pronto nos fuimos hacia Colón para observar, leer las pancartas, acoger con estremecimiento a una multitud reclamando el reconocimiento de nuestros derechos cada día más menguados si no ya arrebatados: salud para todos, educación pública de calidad, trabajo, derecho al agua, a la cultura asequible, a unas pensiones dignas; diciendo NO a los desahucios, exigiendo el replanteamiento de una deuda que los ciudadanos no hemos adquirido, NO a la política de los recortes, denunciando la corrupción, la injusticia, los engaños de las preferentes…. Un sinfín de causas con las que nos sentíamos profundamente identificadas.
A la hora prevista, las 16.50 más o menos, nos unimos con nuestro grupo a una marcha en ese momento ya muy compacta, encabezada por el lema anteriormente citado.
Mientras caminaba con cierta dificultad porque el paseo central de la Castellana estaba lleno, me preguntaba: ¿Pueden impunemente nuestros gobernantes no hacerse eco de este grito masivo? ¿Pueden seguir ignorando el profundo descontento y la desesperación de tanta gente, dolor, sufrimiento, desencanto? ¿Se creen de verdad que amordazando los medios, manipulando la información nos van a callar o a engañar? Si se lo creen, en muy poca consideración nos tienen.
¿Con qué público nos encontramos? Lo habréis visto, la ciudadanía entera estaba en la calle: niños llevados a veces a cuestas por sus padres y/o madres o en carritos, adolescentes, jóvenes, adultos, ancianos, cada persona con sus quejas y reclamaciones escritas muchas veces a mano, en cartones y pancartas caseras.
Una enorme representación de todas las mareas ciudadanas, ( la de la salud, educación pública, servicios sociales, mineros, los jubilados del colectivo “Yayoflautas”) muchísimos colectivos y grupos con sus pancartas y banderas, con instrumentos musicales, peticiones y reivindicaciones de sus comunidades autónomas, incluso personas que habían venido de Portugal, países vecinos… y entre nosotras comentábamos con indignación: ¿esta es la gente radical de extrema izquierda y de “Amanecer Dorado” de la que habló Ignacio González, el presidente de la comunidad autónoma de Madrid? ¡Que desprecio a la ciudadanía! Miles y miles de ciudadanas y ciudadanos cantando, bailando y gritando en una fiesta de la dignidad.
También nos impresionaba ver a muchas personas agotadas, con los pies heridos, vendados de muchos días (algunos casi un mes) por unas largas y penosas marchas por todo el país, pero felices al ver un éxito tan clamoroso de la manifestación, mientras comentaban enfadados el apagón informativo tan vergonzoso que han sufrido. Muchos sentimientos y preguntas se agolpaban: ¿quién o quiénes han provocado ese silencio informativo? ¿Casualmente se pusieron de acuerdo los medios generalistas de comunicación para a penas dar información de esas marchas sin precedentes en nuestro país por su extensión, amplitud y número de personas implicadas?. Mucho más cobertura tuvo la marcha de los mineros y de ello me alegré en su momento pero… ¿por qué han silenciado este gran movimiento ciudadano? Mal presagio para la libertad informativa.
Me uní de corazón a sus denuncias y protestas ¿Se puede soportar, sin indignarse, este apagón informativo? ¿Podemos callarnos sin denunciar los registros masivos de los más de 100 autobuses que venían de distintas ciudades y que fueron detenidos dos y tres horas y que casi no llegan a tiempo a la manifestación? ¿También era casualidad? ¿Por qué esto no lo dicen los medios de comunicación y el gobierno no nos da una explicación del por qué han subido a registrar una por una a cada persona como si fueran delincuentes o terroristas?
A medida que pasaban las horas se me ponían los pelos de punta al ver el gentío impresionante por la Castellana, no sólo el pasillo central sino también por las calles laterales abarrotada. Eran las 6,30 y nosotras habíamos logrado llegar a la Plaza de Colón, pero por los laterales la marcha ya no podía seguir avanzando y la organización nos pedía dejar espacio a los que estaban aún casi en Atocha…
Todo el tiempo recorrimos la Castellana en un clima cordial, de cooperación y alegría por la magnifica respuesta ciudadana: baile, cantos acompañados con las músicas que las diversas comunidades autónomas habían traído, gaitas, tambores, trompetas, panderetas, bombos…También por supuesto vimos mucha hartura, cansancio y desesperanza por las pocas perspectivas de futuro.
A las 19.40 y por un lateral comenzamos a dejar la plaza para que el resto de la manifestación pudiera llegar.
A las 8 aún estaba el final de la manifestación llegando a Cibeles y el tramo central de la Castellana seguía completamente abarrotado, y la marea verde nos deleitaba con una Batucada estupenda: nada presagiaba una lucha campal.
Cuando esa misma noche oímos que la policía hablaba de 30.000 o 50.000 personas, quienes habíamos asistido no sabíamos si reír o llorar. ¿Qué manera de contar era esa…?. Recordamos que cuando vino el Papa se llenó Colon y las cifras oficiales hablaban de medio millón de personas, ¿se achicó la plaza este día 22 y por eso éramos “tan poquitos”, sin contar la marea humana que no lograba llegar a Colón? Igual lo que pasaba, una vez más, era que la cifra se ofrecía “sin contar mujeres y niños”. La prensa extranjera hablaba ya de dos millones de personas.
Muchos comentaban, y yo misma soy testigo de ello, que habían asistido a muchas manifestaciones multitudinarias en Madrid, pero como ésta ninguna; quizá tengamos que hacer lo que hicimos en otros tiempos que creíamos pasados: acudir a la prensa extranjera para saber qué pasa en España. Menos mal que aún nos quedan las redes sociales, internet y algún periódico y programa televisivo no comprado por el sistema.
Yo ya no estaba en Colón cuando empezó “la batalla” campal que he visto después por televisión, pero sí había participado desde las 15.15 hasta que cogimos el tren de vuelta a las 21:15 sin el menor incidente y me indigna cómo nos han insultado diciendo como lo han hecho periodistas y emisoras de radio y TV, que ésta ha sido “la marcha de la indignidad”…De la indignidad ¿de quién?...
Es cierto que al ver algunas de las imágenes de violencia me produjo mucho dolor y vergüenza, pero igualmente he sentido indignación y vergüenza al ver cómo muchos medios y personas de relevancia identifican la manifestación con un grupo muy minoritario de personas a las que sería urgente identificar que han provocado esos altercados finales.
De todos modos también he visto por las redes sociales otros vídeos de particulares de igual contundencia o más por parte de la policía y no es justo que sólo se informe de una violencia: incluso hay quien duda viendo esas imágenes de quién y cómo empezó la batalla en la Plaza de Colón, no en los aledaños. Hay muchos videos en las redes y cada persona puede sacar sus propias conclusiones. Sí os invitamos a verlos, algunos son muy expresivos y reflejan cómo miles de personas cantan en la plaza pacíficamente, desde el estrado se pide a la policía que no dispare, que la concentración aún no ha terminado, y ellos comienzan a lanzar a diestro y siniestro bolas de goma y gases. ¿Por qué eso no lo ponen las televisiones públicas si está corriendo como pólvora por las redes sociales? En mi Facebook he colgado algunos por justicia con todo lo que allí pasó.
Sí sabemos ahora por testimonios directos que la policía les obligaba a terminar la concentración a las 21,30. Pero ¿en qué cabeza cabe que si la cola de la manifestación estaba entrando en la plaza hacia las 20.45, y ésta está repleta de miles de personas va poder desalojarse a las 21.30? ¿Tan terrible era dar tiempo a que lentamente y sin presión, ni bolas de goma, ni gases lacrimógenos se fuera desalojando Colón en clima de diálogo?, ¿o quizás había que cumplir el guión previsto y anunciado y demostrar que ahí estábamos la izquierda radical, antisistema o de Amanecer Dorado como habían dicho algunos?
Muchas dudas y sospechas para quienes vivimos un día lleno de alegría porque la “mayoría silenciosa” dejaba de serlo y decía NO a una política neoliberal que está provocando un creciente abismo entre ricos y pobres, una cada vez mayor desigualdad de oportunidades entre unos y otros y el dolor y desesperación de tantas familias hundirse en la pobreza. Sólo hace falta volver a leer el último informe de Caritas España o de Intermón Oxfam. Allí nos encontrábamos contra esta situación, que defendíamos los derechos de todos, y sobre todo gritábamos por los que peor lo están pasando y que ni siquiera podían estar allí.
¿Es casualidad que la prensa que silenció un mes de marchas, qué ignoró el mismo día 22 en todas sus portadas lo que estaba pasando, se haya volcado después en ofrecer fundamentalmente las imágenes de una minoría de encapuchados y radicales que muy probablemente no pertenecían a la manifestación?
¿Fue un puro error informativo que se hayan presentado a bombo y platillo unas “armas” de los manifestantes que después tuvieron que reconocer que no eran de ellos? Las televisiones que mostraron esas “armas” con todo lujo de detalles ¿han dedicado el mismo tiempo a desmentirlo?
No, no es casualidad, ya sabemos que dos o tres multinacionales dominan todos los medios de comunicación y éstos dependen de la financiación y órdenes de los poderes establecidos, por eso cada vez , al menos yo, tengo más claro que hay que buscar información alternativas.
Repruebo y lamento de verdad todo acto violento, (venga de dónde venga) pero la desproporción en “la batalla” era abismal. Había 1700 policías llenando las calles con sus armas, chalecos antibalas, cascos, escudos y gases lacrimógenos que sabemos han usado.
No sabemos quiénes eran esas minorías violentas, necesitamos por el bien de todo el mundo que sean identificadas y que se sancione la violencia innecesaria y desproporcionada por ambos lados.
Quería compartir con vosotras y vosotros de primera mano mi experiencia, quizás otras personas tenga otra distinta o quizá sólo se queden con lo que algunos medios de comunicación han querido contar, distorsionando lo mucho bueno que allí vivimos.
En estos días siguen en Madrid, aunque la muerte de Suárez llene todos los espacios y ya no quede tiempo para otras noticias, muchas personas reuniéndose y expresándose, siguen defendiendo nuestros derechos y dignidad, pidiendo un cambio en las políticas económicas, sociales, judiciales… muchas otras hemos tenido que venirnos a nuestras ciudades, de vuelta a nuestros quehaceres cotidianos: desde estas páginas también quiero decirles un GRACIAS DE CORAZÓN a quienes valientemente siguen ahí defendiendo lo que es “común” y sobre todo os grito: ¡No os dejéis provocar, no perdáis los nervios, no uséis la violencia. Esa lucha no violenta es vuestra fuerza!
¡No estáis sol@s ¡ somos muchas las personas que os apoyamos en vuestras reivindicaciones desde nuestras ciudades y seguimos vuestras vicisitudes, nuevos golpes y mal trato que ya he visto que seguís recibiendo, a través de las redes sociales.