La urgencia de una espiritualidad política (II)



Cómo definir la política:

Antes de ninguna definición quiero empezar reconociendo que la política está hoy en una profunda situación de descrédito, degradada, maltratada tanto por muchos de los que ejercen el poder político directo como por parte de la ciudadanía. El gran peligro de nuestro momento histórica es caer en la trampa de creer que es posible prescindir de la política, de los políticos de oficio, porque peor que una mala política es la ausencia de ella. Es verdad que tenemos muchos datos para estar desencantados de la política, sobre todo si la reducimos identificándola bien con la militancia de partido o a la acción directa de gobernar. Josep Ramoneda, en el prólogo a un interesante libro de Daniel Innerarity La política en tiempos de indignación, expresa muy certeramente: “La política es el único poder al alcance de quienes no tienen poder”[1], por tanto atención porque también hay instancias de poder económico y otros grupos no democráticos, interesados en denigrar la política y pasar por el mismo rasero a toda la clase política, con el peligro de una injusta des-calificación y des-politización de la sociedad.

Pero quiero dejar claro que el término política voy a recuperarlo en su sentido etimológico y primario, no me refiero a ideologías políticas, ni a partidos políticos, ni al hecho de gobernar. Estas acepciones son posteriores y concreciones del sentido originario de del término política. 

Se nos ha olvidado que, como dijo Aristóteles, el ser humano es un “animal político”. Por tanto por el mero hecho de ser personas ya estamos implicadas en el compromiso con la “polis”, con la ciudad. La política como el cuidado, gestión, administración de lo “común”. La política como búsqueda de bien común nos implica a todos los seres humanos.

Para Platón y Aristóteles la política era inseparable de la ética siguiendo en esa dirección Tomás de Aquino decía que buscar la felicidad de las personas era una tarea fundamentalmente política, él afirmaba “la felicidad es un bien común”. “El espíritu originario de la política sólo podrá recuperarse con una política más espiritual, moral y responsable.”[2] Estamos olvidando que la esencia de la política es la búsqueda común del bien común. Uno de los efectos más avasalladores del capitalismo globalizado y de su ideología, el neoliberalismo, es la demolición del bien común o de bienestar social. 

Pero estamos viviendo un mundo en el que parecería que el Bien Común ha desaparecido del horizonte político. ¿Cómo recuperarlo en un momento histórico, donde los expertos nos alertan de que estamos viviendo un mundo en “emergencia global”, y nos avisan de que el planeta en el que vivimos, es insostenible? 

Los caminos son múltiples y de muy diverso orden pero para mi un camino incuestionable es que creyentes y no creyentes nos unamos para hacer del bien común de personas, animales, biodiversidad, planeta tierra… el centro de nuestra manera de estar en la realidad. Es decir vivir una espiritualidad política

3.1 Que entiendo por espiritualidad política.

«Nadie puede ser feliz sin participar de la felicidad pública, nadie puede ser libre sin la experiencia de la libertad pública y nadie, finalmente, puede ser feliz o libre sin implicarse y formar parte del poder político.» Hannah Arendt ( filósofa política de origen judío, alemana y posteriormente estadounidense)

Cristóbal Cervantes ha publicado en el 2015 un libro cuyo nombre es: Espiritualidad y política[3] con en excelente elenco de autores y alguna autora (no hay paridad en las personas seleccionadas para esta publicación). En su introducción define la espiritualidad “como la experiencia de sentir que formas parte de algo más grande y más profundo que tú mismo, algo que te conecta a todo y a todos, que te hace ver a todos los seres humanos como hermanos y al planeta como la casa común que tenemos que cuidar”. Curiosamente esta definición incluye “el arte de vivir” (espiritualidad) y “el arte de convivir” (política). Somos unidad, formamos parte de una misma familia y habitamos una única casa común: nuestra tierra. Ese es el gran cambio, la conciencia planetaria.[4]

De todas las maneras esta lectura del término espiritualidad vinculándola con la política no es nada nueva y enlaza con las llamadas espiritualidades de liberación, espiritualidades de resistencia como protesta activa ante tantas realidades de opresión.[5] Espiritualidades de la liberación que se extendieron por todos los continentes. Ya en los años 70 habían surgido en América Latina, poniendo de relieve la causalidad entre pobreza y riqueza, poniendo a los pobres e los indígenas a los sin tierra en el centro de la liberación buscada. Ellos mismos se hicieron protagonistas de sus luchas en la conquista de su dignidad. 

En otros continentes, como el africano, surgieron movimientos en la misma dirección. Los negros despertaron a la consciencia de su discriminación racial y muy pronto otros colectivos discriminados y oprimidos se pusieron en pie. Espiritualidades centradas en la defensa de los derechos humanos: emigrantes, personas en situación de riesgos, defensa de los derechos de todas las personas: negras, amarillas, homosexuales, transexuales… todas ellas como espiritualidades críticas y de protesta, de compromiso con la defensa de la vida allí donde se vulnera o no se protege adecuadamente. Fueron configurándose también las espiritualidades feministas, eco-feministas,[6] que pusieron de relieve la opresión secular de las mujeres y su conexión con la destrucción de la tierra. 

Dentro de este espíritu de protesta crítica, aunque no se les nombre como “movimientos de espiritualidad política”, creo que podemos incluir los “indignad@s” [7], no sólo en España, sino en el mundo entero; ell@s, de muy diversas maneras y desde muchos espacios geográficos, sociales e ideológicos… dijeron y siguen diciendo ¡Basta ya! al sistema económico neoliberal imperante. ¡Basta ya! a una democracia no participativa, a la violación de los derechos humanos, a la manipulación de la información, a la corrupción en muchos niveles de la vida. A este grito unieron otro: “Sí se puede”, es posible el cambio. Y eso acompañado de propuestas y conquistas sociales importantes, como por ejemplo parar desahucios injustos, defensa de sus tierras y movilizar a la ciudadanía cada vez más consciente de su poder como sociedad civil.

Todos esos movimientos críticos de resistencia o espiritualidades de liberación nos ayudaron y nos siguen ayudando a abrir los ojos primero y a sentir el dolor de los afectados como nuestro y por tanto a hacer de sus causas nuestras causas. Yo considero importante reconocer y ayudar a descubrir a las personas que militan en estos movimientos la dimensión espiritual de su compromiso para poder hacerlo explicito sin miedos , ni prejuicios ancestrales.[8]

Por tanto una espiritualidad política supone devolver a cada una de estas dos realidades su auténtica verdad. 

Por un lado sería la vuelta al sentido originario de la política como técnica y arte de atender a las necesidades de la ciudadanía convertidas en derechos de la “polis”. Y hoy la polis no es sólo nuestra pequeña ciudad, ni siquiera nuestra nación sino la Casa Común, la Tierra viva donde habita la humanidad entera, donde se desarrolla una rica variedad biótica. 

Es decir vivir el auténtico sentido de la política: la búsqueda del mayor bien posible, para el mayor número de personas, comenzando por las que peor lo están pasando y respetando no solo los derechos humanos sino de los animales, de la naturaleza en su rica diversidad, de nuestra Madre Tierra, es decir respetando el derecho de todo lo que es a seguir siendo.

El bien común hoy entendido con una mayor amplitud de contenido y nuevos significados. 

Francois Houtart, recientemente fallecido ha defendido ardientemente “El bien común de la Humanidad como paradigma de la nueva civilización” [9] basado sobre la vida. Esto implica la posibilidad de crear, conservar, y mejorar la propia vida –la vida en su sentido completo, no solamente la vida física, biológica, sino también la vida cultural, la vida espiritual–. Y no solamente la vida de los seres humanos, sino también de otros géneros: los animales, las plantas, etc. 

Su propuesta me parece sumamente interesante, en una mini síntesis resumo su concepto de Bien Común de la Humanidad que implica los fundamentos de la vida colectiva de la Humanidad en la Tierra: relación con la naturaleza, producción de la vida, organización política y expresión de lo real (cultura).

Como respuesta a la crisis sistémica que tiene múltiples caras –financiera, económica, alimentaria, energética, climática propone un nuevo paradigma cuyas principales características son las siguientes: 
– Redefinir las relaciones con la naturaleza: pasar de la agresión al respeto de la naturaleza como fuente de vida. La relación social con la naturaleza debe asegurar la regeneración de la tierra y una utilización razonable de los recursos no renovables. Esto tiene muchas consecuencias para la vida cotidiana y también para la organización nacional e internacional. Por ejemplo, si aceptamos que la naturaleza es la fuente de la vida, no podemos aceptar que personas individuales o corporaciones, grandes empresas multinacionales, se apropien de la naturaleza (y en particular las riquezas naturales que son los minerales, las fuentes de energía, etc.) por la simple razón que estas cosas deben entrar en la concepción del bien común. Houtart no dice que no debe extraerse los bienes de la tierra, sino que se debe hacer respetando los derechos de la naturaleza, la posibilidad de regenerarse y de continuidad de la vida. Este es un ejemplo práctico. También, por ejemplo, no se puede aceptar la mercantilización de bienes básicos para la vida como las semillas o como el agua. 
– Reinventar la producción de la base de la vida privilegiando el valor de uso sobre el de cambio; con relaciones de producción sin explotación del trabajo y sobre la base de la solidaridad. En el capitalismo todo es mercancía. Esta es la lógica del capital. Él propone salir de esta lógica, con todas las consecuencias en cuanto a la propiedad de los medios de producción, significa, en lo práctico, que no podemos aceptar la dominación del capital financiero, los paraísos fiscales, etc. 
- Reorganizar la vida colectiva, social y política a través de la radicalización de la democracia. La participación de todos en la generalización de la democracia en el conjunto de las relaciones e instituciones sociales, fomentando la construcción continua de los grupos y de las personas humanas como sujetos sociales a los varios niveles. Se deben promover procesos democráticos en todas las instituciones, desde las políticas y económicas hasta las culturales, sociales, religiosas. Esto también debe extenderse a todas las relaciones sociales, como las relaciones entre hombres y mujeres 
– Activar la interculturalidad en la construcción del “Bien Común” universal. El nuevo paradigma demanda una nueva filosofía de la naturaleza y de la humanidad para no identificar desarrollo humano con la civilización occidental, y dar la posibilidad a todas las culturas, las filosofías, las espiritualidades, de contribuir a la construcción de este nuevo paradigma y a la ética de esta nueva construcción.. 

Estos cuatro fundamentos de toda vida colectiva son la base de la construcción de un nuevo paradigma con prácticas muy concretas, que él ve que claramente ya existen en el mundo millares de experiencias en este sentido pero todavía no tienen una fuerza tal que puedan cambiar la relación de fuerzas políticas y económicas, pero sí existen , y el desafío es llegar a una vinculación entre todas estas iniciativas de movimientos sociales, de colectivos, para pensar una nueva fuerza que pueda hacer cambiar la situación.

Esta propuesta que Houtart hace Del Bien Común de la Humanidad es para él la meta, la utopía que urge para aportar a este momento de crisis global un nuevo paradigma cuyo destino, no es una reflexión teórica sino orientar la acción.

Por otro lado supone recuperar el sentido auténtico de la espiritualidad y hacer de la búsqueda de silencio, calma, profundidad, conexión con la Fuente de la vida y de todo con todo un lugar para la consciencia lúcida, para madurar una manera de estar en la realidad construyendo conexión, interrelación, cooperación, compromiso para hacer verdad la red-de-relaciones que somos. Para hacer de la defensa y cuidado de toda vida (con preferencia absoluta las vidas más amenazadas, explotadas) el centro de los intereses de cada persona, de cada colectivo, de la sociedad entera, de las decisiones políticas.

Por tanto cultivar una espiritualidad política supone experimentar la profunda verdad del ser-relación que somos, la exigencia ética de vivir esa verdad y por tanto cultivar personal y comunitariamente un talante, una manera de estar en la realidad y una manera de organizar la gestión de la polis y el gobierno que haga del bien común de la humanidad y de todo lo que es, el centro de los esfuerzos, preocupaciones, utopías y toma de decisiones.

3.2 El por qué de la urgencia de una espiritualidad política.

He comenzado expresando el momento crítico que vivimos y la urgencia de un profundo cambio de paradigma hacia otro más humano y más respetuoso con el planeta si queremos sobrevivir y crecer en humanidad y salvar el planeta. 

En esta coyuntura actual tal como denuncia Leonardo Boff: “El bien común fue enviado al limbo”[10] de la preocupación política. En su lugar, desde el neoliberalismo imperante, se han impuesto las nociones de rentabilidad, flexibilización, adaptación y competitividad. La libertad del ciudadano es sustituida por la libertad de las fuerzas del mercado, el bien común por el bien particular, y la cooperación por la competición. Como consecuencia, cada uno se siente impelido a garantizar lo suyo: su empleo, su salario, su casa , su familia. Y este peligro es de tod@s nosotr@s pues estamos más configurados de lo que creemos por esta mentalidad.

En este contexto, ¿quién va a implementar el bien común en nuestro mundo y en nuestro planeta Tierra tan amenazado gravemente? ¿Qué organismo mundial se está enfrentando a esta situación que destruye el bien común planetario hasta ponerlo al límite de sus posibilidades? ¿A qué organismos podemos pedir responsabilidades porque que a pesar de todas las declaraciones de derechos humanos éstos se siguen violando sistemáticamente?

Si no podemos esperar la solución de los organismos mundiales nos queda descubrir la fuerza de la ciudadanía, la fuerza de la necesaria vinculación de todas las fuerzas de resistencia globales, de todos los colectivos, movimientos, grupos, partidos que buscan un nuevo paradigma. 

Guillermo Sullings en su último libro hace una interesante propuesta, que es una llamada al despertar de la sociedad. Su llamada es a todos los movimientos, grupos de resistencia, colectivos, partidos que apuesten por el cambio, la ciudadanía más lúcida y despierta converjan en un proyecto alternativo de cambio para formar lo que él llama la Nación Humana Universal.[11]

En definitiva de nuevo una llamada al despertar ciudadano para que seamos capaces de volver a poner el bien común de toda la humanidad y la vida por encima de los intereses del capital. Y esta llamada es para que no sólo la vivamos, lo luchemos socialmente sino que lo exijamos a nuestros gobernantes. Este es precisamente el objetivo de la espiritualidad política.

Además de esta urgencia estructural en la práctica cotidiana, hay muchas razones por las cuales nos urge cultivar una espiritualidad política:

· Muchas de las decisiones y desafíos que como ciudadanía tenemos que afrontar y los gobiernos tienen que decidir son de carácter ético, tiene que ver con derechos sociales, culturales, ecológicos, espirituales…aunque se presenten como temas económicos o técnicos. En este momento histórico uno de los más graves desafíos se juega en el cierre o apertura de fronteras para los millones de personas que huyen de sus países a causa de las guerras y hambrunas que en gran parte hemos ocasionado en el primer mundo. ¿Desde qué criterios están los gobernantes tomando decisiones? ¿Desde qué talante estamos la ciudadanía viviendo esta realidad y de qué maneras rechazamos este crimen humanitario?

· La ciudadanía reclama cada vez con más fuerza otra manera de hacer política, hay un clamor por la necesidad de personas que se impliquen en el gobierno de las ciudades, municipios, comunidades, naciones, que participen en partidos, sindicatos, movimientos ciudadanos, mareas, ONGs, no para “robar y enriquecerse” sino para trabajar por el bien común, y por tanto en el respeto de derechos (humanos, animales, tierra). Hoy necesitamos ponernos en pie para exigir urgentemente una política ética, transparente y responsable haciendo visibles los valores de interdependencia, cooperación, solidaridad, justicia, equidad, amor y compasión. Es decir una política alentada por la espiritualidad. La semilla espiritual de la política es la inteligencia del corazón, (“la razón cordial” de la que tan certeramente ha definido Adela Cortina[12] “activar el cerebro del corazón” como lo ha revelado Annie Marquier[13]) la conmoción de la entrañas, el encuentro, el servicio y el cuidado de toda la realidad pero de un modo especial de lo más frágil, débil, marginado. La espiritualidad y el desarrollo interno de tod@s nosotr@s como ciudadanía crítica y responsable, son esenciales para una nueva forma de hacer política y ya he dicho que la espiritualidad adquiere su pleno sentido cuando se vive como compromiso con las vidas más amenazadas

· La situación actual de emergencia demanda una nueva forma de gobernar, que sea más compasiva, humanitaria, justa, protectora de las víctimas de este sistema, solidaria, cuidadora de toda vida…, De un modo especial cuando impera a nivel mundial un sistema de economía neo-liberal que es un sistema que produce muerte. El Papa Francisco se ha atrevido a calificar el sistema neoliberal imperante como “asesino”, es un sistema que mata y “ecocida” porque está destruyendo el planeta. 

11 INNERARITY, D., La política en tiempos de indignación, (2015) ed. Galaxia Gutemberg, p.8 


[2] GUTIERREZ-RUBÍ,A., El espíritu de la política” en CERVANTES, C., (2013) o.c. 47 


[3] CERVANTES, C., (ed.) (2015) Espiritualidad y política, Kairós, 


[4] Ibidem.5, 


[5] Una Buena síntesis puede verse en AA.VV. Teologías del tercer mundo, Cátedra Chaminade, Madrid, S.M. 2008 


[6] Una presentación global puede verse en , AA.VV., Feminismo es… y será,(2001) Jornadas Feministas Córdoba 2000, Publicaciones Universidad de Córdoba; ARRIAGA FLÓREZ, Mercedes., NAVARRO PUERTO, Mercedes (Eds.) en Teología Feminista I (2007), Teología Feminista II (2008), EFETA (Escuela Feminista de Teología de Andalucía), Ed ArCibel 


[7] COLECTIVO NOVECENTO, (2012) Lo llamaban democracia. De la crisis económica la cuestionamiento de un régimen político, Icaria; CRUELLS, Marta,- IBARRA, Pedro,(2013), La democracia del futuro. Del 15M a la emergencia de una sociedad civil viva, Barcelona, Icaria; FERNÁNDEZ, J., SEVILLA, C. Y URBÁN, M. (eds.). (2012). ¡Ocupemos el mundo!: Occupy the world!: Barcelona, Madrid, Atenas, Túnez, El Cairo, Lisboa,Islandia, Oakland, Wall Street, Londres, Moscú, Tel Aviv , Barcelona, Icaria; CALLE, Ángel. “La Transición Inaplazable. Los nuevos sujetos políticos para salir de la crisis”, Barcelona, Icaria; ARTAL, Rosa María. (2011). La energía liberada: El estallido social de un mundo en crisis, Madrid, Aguilar; CASTELLS, M., (2013) Redes de indignación y esperanza, Barcelona, Ed Alianza 


[8] En este sentido me parece importante la constitución de un Círculo de Espiritualidad dentro de Podemos y que se hayan atrevido a convocar dos encuentros nacionales de Espiritualidad para reflexionar qué aporta la espiritualidad tanto a una sociedad laica…como a la búsqueda de una política que humanice. Quien esté interesado en conocer este círculo y las ponencias de los encuentros www.circulodeespiritualidadprogesistapodemos


[9] HOUTART, F., (2012) El camino a la utopía y el bien común de la humanidad, Ruth Casa Editorial y (2012) Un paradigma poscapitalista: el bien común de la humanidad ,Rut Casa Editorial. Tomo el texto del articulo de TAMAYO, J.J. " Francois Houtart: el paradigma del bien común de la humanidad".https://www.alainet.org/es/articulo/187189 


[10] BOFF, L. “El bien común fue enviado al limbo” ,Web L.B. 2015, 02-20 


[11] No es este el lugar para desarrollar esta interesante propuesta que él desarrolla con todo lujo de detalles en SULLINGS, G., (2017) Encrucijada y futuro del ser humano. Los pasos hacia la Nación Humana Universal., Ed. León Alado. 


[12] CORTINA, A., (2007) Ética de la razón cordial, Ed. Nobel. 


[13] MARQUIER, A., (2010) El maestro del corazón, Ed. Luciérnaga