Introducción. La vinculación espiritualidad-política en mi trayectoria personal.
1- Clarificación conceptual:
Qué entiendo por espiritualidad
Cómo defino la política
2- Qué entiendo por “espiritualidad política”.
3- El porqué de la urgencia: un mundo en “emergencia”
4- Exigencias de una espiritualidad política.
4.1 Cambio personal. ”Lo personal es político”
4.2 Ampliar la consciencia lúcida sobre las causas de la situación actual.
4.3 Concientización, movilización y resistencia ciudadana
5- Una espiritualidad política como camino para “dar a luz” un mundo nuevo construido sobre el “bien común” y la globalización de la solidaridad.
5.1 En el plano estructural
5.2 En el plano económico
5.3 En el plano social
5.4 En el plano político
5.5 En el plano ecológico
5.6 En el plano cultural
5.7 En el plano espiritual y religioso
Síntesis final
BIBLIOGRAFÍA MÍNIMA.
CASALDÁLIGA, P– VIGIL, J.M. (1993), Espiritualidad de la liberación, Salvador, UCA
BOFF, L. (2003) La voz del arco iris, Madrid, Ed. Trotta,
CERVANTES, C., (ed.) (2015) Espiritualidad y política, Kairós,
INNERARITY, D., (2015) La política en tiempos de indignación.
MARTÍNEZ OCAÑA, E., (2015) Espiritualidad para un mundo en emergencia. Narcea
SULLINGS, G., (2017) Encrucijada y futuro del ser humano. Los pasos hacia la Nación Humana Universal., Ed. León Alado.
TAMAYO, J. J. “Francois Hourtart: http://www.atrio.org/2017/07/francois-houtart-el-paradigma-del-bien-comun-de-la-humanidad 29-VII- 2017
INTRODUCCIÓN:
Lo primero agradecer la invitación al espacio Berakah un espacio que para mi es un signo de esperanza de que otro mundo es posible, donde se viva la pluralidad como riqueza, donde el compartir y la acogida hacen creíble que otro mundo es no solo posible sino imprescindible y nos impulsa a seguir trabajando por hacerlo verdad.
Tengo que confesar que una vez más cuando me invitan a hablar en un foro, conferencia como otras veces me pregunté:¿cuál es el propósito de mi comunicación? no tanto decir cosas nuevas, a estas alturas de la vida de quienes estáis aquí, es una quimera, sino hablar desde mi corazón y desde mis entrañas para conectar con las vuestras para que esta experiencia movilice nuestras personas para seguir buscando cómo seguir comprometiéndonos en “alentar “el amanecer de un mundo nuevo que ponga en el centro de las preocupaciones el cuidado de toda vida, de un modo especial allí donde más están padeciendo los mecanismos de muerte, que en este momento histórico son muchos y muy potentes.
Para mí es importante explicitar desde dónde hablo, por eso hago un acercamiento muy breve a mi trayectoria vital. El comienzo de mi espiritualidad nació en el seno familiar, una familia creyente, no muy practicante, sí con mucho amor y muy incondicional y con sentido de la justicia.
Tengo que confesar que mi despertar a una espiritualidad política se la debo a América Latina. A finales de 1967 llegué a Colombia a trabajar como profesora de Ciencias Sociales, yo venía de la España Franquista, la España del pensamiento único, de la religión, la cultura, la teología, la iglesia oficialmente vinculada al poder, al Nacional Catolicismo. Allí me encontré con una Iglesia distinta, (acababa de terminar el gran acontecimiento Medellín) que ponía de relieve la terrible injusticia estructural del Continente Latinoamericano, la clara correlación entre riqueza de unos y pobreza de las grandes mayorías y proclamando una opción preferencia por las personas empobrecidas. Y esa experiencia me cambió la mirada y me abrió a un nuevo horizonte espiritual.
La ratificación de mi cambio existencia, espiritual y teologal lo tuve cuando a finales del 70 llegué a Perú y me encontré con Gustavo Gutiérrez, el fundador de la Teología de la Liberación. La defensa de la dignidad y de los derechos de las personas empobrecidas eran el lugar teológico desde el que elaboraba la teología y además se denunciaba valentía no sólo las múltiples manifestaciones de la pobreza y la exclusión sino la búsqueda de las causas de ella y la correlación pobreza-riqueza.
Me impresionó también el modo de trabajar la formación y toma de conciencia de líderes campesinos y comunidades de base vinculando fe-justicia, amor personal-social y estructural, espiritualidad y política.
Al mismo tiempo descubrí un gran número de cristianas y cristianos por el “socialismo” muy seriamente comprometidos en la lucha por la justicia, en la denuncia de las múltiples injusticias y sus causas, que en gran parte eran estructurales y el precio que por ello pagaban muchas veces con sus vidas.
Al tiempo descubrí a un Jesús liberador que muy pronto me encandiló. Esa experiencia me marcó para siempre y allí se despertó mi vocación teológica vinculando mística y política.
Otro impacto que quiero poner de relieve, en este recorrido personal, ha sido la aportación tan importante que fue para mí el encuentro con el feminismo y la teología feminista.
Me hizo ver que dentro del mundo de la exclusión, la vulneración de derechos la pobreza había un peldaño último, invisibilizado, que era el de las mujeres, que se agravaba si además eran pobres, negras, indígenas con familia a su cargo.
Desde esa mirada feminista hablar de espiritualidad política es también hablar de una espiritualidad crítica de la liberación de las mujeres, denunciando la violación de nuestros derechos como mujeres a ser lo que somos sin ser ninguneadas, silenciadas, agredidas, violadas, asesinadas, traficadas. Supone reclamar la igualdad real entre hombres y mujeres no solo de derechos, sino de oportunidades, de posibilidades, de lugares sociales , políticos, eclesiales.. y esto está aún muy lejos de ser una realidad tanto en la sociedad como en la Iglesia católica a la que pertenezco.
El feminismo y sobre todo la elaboración de una teología feminista me ofreció una mirada nueva en relación al tema que quiero hoy desarrollar, me ayudó a descubrir que lo personal es político.
“Lo personal es político” ha sido una de las grandes aportaciones del feminismo para poner de relieve que el patriarcalismo, el machismo, la violencia de género no son temas del ámbito puramente privado, familiar, o personal sino un grave problema político que hay que visibilizar y contra el que hay que luchar.
Y por último, en mi trayectoria, han existido otras muchas influencias y personas que me enriquecieron con su experiencia y sabiduría.
Por tanto soy deudora en mi mirada de una espiritualidad política liberadora de muchos colectivos, personas, países que me abrieron los ojos.
1-CLARIFICACIÓN CONCEPTUAL
1.1 Qué entiendo por espiritualidad.[1]
La palabra espiritualidad en su acepción semántica procede de “espíritu” palabra que ha llegado a nosotros, después de un largo recorrido, empobrecida y contaminada por el dualismo y patriarcalismo imperante y vinculada sobre todo a la religión, y dentro de ella a la oración, sacramentos, culto.
Desde la tradición judeocristiana el término hebreo femenino, “la ruaj”, el aliento de vida, pasó por su traducción griega “lo pneuma”, (neutro) y finalmente a su traducción latina “spiritus” (masculino) que es cómo ha llegado a nosotros.[2]
No obstante, algo importante hay en común en estas traducciones, y es la referencia al principio vital, al hálito de vida. El “espíritu” es lo que alienta la realidad, pero no como algo separado de ella, sino dentro de ella, lo que la sostiene.
Pedro Casaldáliga ya hablaba en los años 90 de una espiritualidad macro-ecuménica, antropológica: "el espíritu de una persona es lo más hondo de su propio ser, sus motivaciones últimas, su ideal, su utopía, su pasión, la mística por la que vive y lucha y con la cual contagia a los demás”[3].
O en palabras de Jon Sobrino “espiritualidad es el espíritu, el talante con el que se afronta lo real,[4]. Según esto alguien podría decirnos <<dime cómo te sitúas ante la realidad y te diré cuál es tu espiritualidad>>.
Complementando esta definición, y en esta misma línea Leonardo Boff: “espiritualidad es la actitud que pone la vida en el centro, que defiende y promueva la vida contra todos los mecanismos de estancamiento y muerte”.[5]
La espiritualidad es hoy palabra redimensionada, desvinculada de las religiones y cada vez más reconocida como patrimonio de todo ser humano, como desarrollo de la “inteligencia espiritual[6],(el desarrollo de las dimensiones ética, estética, utópica, trascendencia, de sentido) y últimamente como desarrollo de la llamada “inteligencia holística”[7] que no niega las inteligencias ya descubiertas, sino que las integra dando un salto a una inteligencia capaz de tener una visión global, que parte del todo para captar sus componentes y sus interacciones entre ellos y con el todo. Una de sus características más sobresalientes reside en el hecho de que al tratarse de un tipo de inteligencia integradora y sistémica incorpora la conciencia como parte del proceso mental, reubicando o restableciendo la importancia de la espiritualidad dentro de la naturaleza misma del quehacer humano.
La espiritualidad es también el aliento para entrar en la propia profundidad, en la interioridad de nuestro ser y poder descubrir la verdad de lo que somos: relación, unidad, comunión…experimentar la vinculación con toda la realidad, con toda la humanidad y con el Misterio sustentante y vinculante de todo lo que es.
Es decir el término espiritualidad alude:
· al espíritu, a la fuerza que alienta la realidad,
· al modo de situarnos ante ella sosteniendo y, defendiendo toda vida contra todos los mecanismos de estancamiento y muerte
· al desarrollo de la inteligencia espiritual y holística que nos permite descubrir y experimentar la verdad más profunda de la humanidad y de la Realidad: la experiencia de ser Relación, Comunión y por tanto a la responsabilidad ética con todo lo real.
Esa experiencia de unidad sin duda despertará la sabiduría de nuestro corazón, conmoverá nuestras entrañas y nos impulsará a vivir en coherencia ética con la verdad descubierta y por tanto a sentir la responsabilidad ante toda la realidad.
Una sociedad o persona espiritual sería, por tanto, la que va descubriendo, experiencialmente la verdad de su Ser, su verdadera identidad, vislumbrando el Fondo Ultimo de la realidad (la Unidad que somos) y trata de vivir coherentemente con esa verdad experimentada, poniendo la vida, toda vida (de las personas, animales y del planeta), de un modo especial las vidas más amenazadas, en el centro para cuidarlas, defenderlas y protegerlas contra todos los múltiples mecanismos de muerte, que en este momento histórico son muchos y muy potentes.
Desde esta aproximación conceptual podremos hablar de qué espiritualidad es adecuada en cada momento de la historia, pero siempre remitida a lo Real para confrontarse con ello[8]. Es, pues, un concepto dinámico, no estático y de profunda actualidad.
1.2 Según esta acepción de la espiritualidad ¿qué tiene que ver con la política? Cómo definir la política:
Antes de ninguna definición quiero empezar reconociendo que la política está hoy, también, en una profunda situación de descrédito, degradada, maltratada tanto por muchos de los que ejercen el poder político directo, como por parte de la ciudadanía. El gran peligro de nuestro momento histórica es caer en la trampa de creer que es posible prescindir de la política, de los políticos de oficio, porque peor que una mala política es la ausencia de ella.
Es verdad que tenemos muchos datos para estar desencantados de la política, sobre todo si la reducimos identificándola bien con la militancia de partido o a la acción directa de gobernar. Pero es muy importante darnos cuenta de que como dice Josep Ramoneda, (en el prólogo a un interesante libro de Daniel Innerarity La política en tiempos de indignación) “La política es el único poder al alcance de quienes no tienen poder”[9], por tanto ¡ atención! porque también hay muchas instancias de poder económico y otros grupos no democráticos, interesados en denigrar y quitarle poder a la política, de hecho ya lo han conseguido porque quien gobierna en este mundo son los poderes financieros y mediáticos. También hay mucho interés por pasar por el mismo rasero a toda la clase política, con el peligro de una injusta des-calificación y des-politización de la sociedad.
Se nos ha olvidado que, como dijo Aristóteles, el ser humano es “Zon Politikom” un “animal político”. Por tanto por el mero hecho de ser personas ya estamos implicadas en el compromiso con la “polis”, y la polis hoy es el mundo.
La política como el cuidado, gestión, administración y búsqueda de “bien común” nos implica a todos los seres humanos.
Estamos olvidando que la esencia de la política es la búsqueda común del bien común. Uno de los efectos más avasalladores del capitalismo globalizado y de su ideología el neoliberalismo, es la demolición del bien común sustituyéndolo por la búsqueda del bien particular, la sustitución del bienestar social por el bien individual.
Somos conscientes de que estamos viviendo un mundo en el que parecería que el Bien Común ha desaparecido del horizonte político. ¿Cómo recuperarlo en un momento histórico, donde los expertos nos alertan de que estamos viviendo un mundo en “emergencia global”, y nos avisan de que el planeta en el que vivimos, es insostenible?
Los caminos para recuperar el Bien común, como horizonte colectivo, son múltiples y de muy diverso orden pero para mí un camino incuestionable es que creyentes de todas las religiones y todas las personas conscientes y de buena voluntad del mundo entero nos unamos para hacer del bien común (de todas las personas, el bien común de toda vida, el bien común que haga posible que podamos salvar a nuestro planeta tierra de la devastación) el centro de nuestra manera de estar en la realidad. Es decir vivir una espiritualidad política
2- QUE ENTIENDO POR ESPIRITUALIDAD POLÍTICA.
Cristóbal Cervantes ha publicado hace unos años un libro cuyo nombre es Espiritualidad y política y en su introducción define la espiritualidad “como la experiencia de sentir que formas parte de algo más grande y más profundo que tú mismo, algo que te conecta a todo y a todos, que te hace ver a todos los seres humanos como hermanos y al planeta como la casa común que tenemos que cuidar”. [10]
Curiosamente esta definición incluye “el arte de vivir” (espiritualidad) y “el arte de convivir” (política). Somos unidad, todas y todos somos hermanos, ése es el gran cambio, la conciencia planetaria.
Una vez hecha la clarificación conceptual entiendo que una espiritualidad política exige devolver a cada una de estas dos realidades su auténtica verdad originaria.
· Volver al sentido primario de la espiritualidad como modo de estar en la realidad poniendo en el centro la defensa y el cuidado de toda vida por insignificante que parezca. Una vida digna y con derechos.
También supone hacer de la búsqueda de silencio, calma, profundidad, conexión con la Fuente de la vida un lugar para descubrir que somos conexión, interrelación, cooperación, compromiso y desde esa experiencia hacer verdad (personal, social y políticamente) la red-de-relaciones que Somos. Para hacer del cuidado de toda vida el centro de los intereses y decisiones de cada persona, de cada colectivo, de los gobernantes, de la sociedad entera.
· Por otro sería recuperar el sentido originario de la política como la gestión de “Bien Común”. El bien común hoy entendido con una mayor amplitud de contenido y nuevos significados. Francois Houtart, fallecido hace un par de años, ha defendido ardientemente “El bien común de la Humanidad como paradigma de la nueva civilización” [11] basado sobre la vida. Esto implica la posibilidad de crear, conservar, y mejorar la propia vida –la vida en su sentido completo, no solamente la vida física, biológica, sino también la vida cultural, la vida espiritual–. Y no solamente la vida de los seres humanos, sino también de otros géneros: los animales, las plantas, etc. Houtart hace Del Bien Común de la Humanidad la meta, la utopía que urge para aportar a este momento de crisis global un nuevo paradigma cuyo destino, no es una reflexión teórica sino orientar la acción.
En la gestión de lo común hay una pregunta muy importante no sólo el para qué de esa gestión sino el desde dónde se hace.
La mirada humanista y la que quiere ser fiel al proyecto de Jesús de Nazaret, tienen una clara posición: desde los empobrecidos, los “sobrantes,” (los llama el Papa Francisco) no se puede hablar de una espiritualidad política de espaldas al sufrimiento de las grandes mayorías.[12]
Ese desde dónde situamos la Búsqueda del Bien Común y tiene que ser desde la consciencia de la insoportable desigualdad actual y el sufrimiento de las grandes mayorías. Esto supone trabajar para crear condiciones que hagan posible el nacimiento de un mundo nuevo y mientras este no llega ir facilitando los cambios sociales, económicos, y políticos posibles, planificando acciones de protestas y propuestas, cambiando leyes… que busquen “anticipar” ya ahora, dentro de este sistema, un futuro nuevo.
Nos urge hacer verdad una política planetaria, donde no sólo los dirigentes, sino toda la ciudadanía vivamos y por ello podamos ayudar a desmontar el espejismo de la separatividad para abrirnos a vivir la unidad que somos.
El problema es que tenemos un déficit de consciencia política, de calidad humana y desarrollo espiritual de nuestras personas, de nuestra sociedad y por tanto también de quienes acceden a la actividad política.
Un desarrollo de nuestro ser espiritual nos haría posible no buscar exclusivamente el enriquecimiento individual, el puro bienestar personal para trabajar por el bien social, por la felicidad de las mayorías. Es decir vivir nuestro ser político, nuestra vocación política como servicio mutuo y si ejercemos el rol de gobernar hacerlo buscando el bien del pueblo desinteresadamente.
Por tanto cultivar una espiritualidad política supone del salir del espejismo de nuestro individualismos para despertar y experimentar la profunda verdad de que somos relación, conexión y esta experiencia conlleva la exigencia ética de vivir esa verdad y por tanto cultivar personal y comunitariamente un talante, una manera de estar en la realidad y una manera de organizar la gestión de la polis y el gobierno que haga de la defensa de los derechos y del bien común de la humanidad y de todo lo que es, el centro de los esfuerzos, preocupaciones, utopías y toma de decisiones.
Mi conclusión es que: La espiritualidad o es “política” o tiene el peligro de convertirse en espiritualismo, y la política o es espiritual, ética y defiende el bien común o es una prostitución de la misma.
3- El por qué de la urgencia de una espiritualidad política.
Estamos viviendo un momento crítico que muchos analistas definen como momento de “emergencia global” porque están puestas en cuestión los fundamentos que han mantenido nuestro mundo.
Un cambio de paradigma que parece no tiene parangón tanto por la profundidad de los cambios como sobre todo por la velocidad de los mismos.[13]
Estamos ante una transformación de grandes dimensiones, Joan Subirats, un catedrático de Ciencia Política lo expresa así: “Estamos en una situación de transición o de interregno entre dos épocas, en la que se constatan discontinuidades significativas entre lo que hacíamos y vivíamos y lo que estamos haciendo y viviendo, si bien no se vislumbra todavía con claridad los escenarios de futuro.” [14]
La muerte de un paradigma trae dentro de sí el amanecer del siguiente, pero no se sabe con certeza cuando acaba uno y comienza otro, el tiempo interparadigmático es un tiempo de oscuridad. Me han resultado especialmente iluminadoras para comprender el porqué de tanta oscuridad, las palabras de Boaventura de Sousa Santos: “El pasaje entre paradigmas- la transición paradigmática- es así, semi-ciego e invisible. Solo puede ser recorrida por un pensamiento construido con economía de pilares y habituado a transformar silencios, susurros y resaltos significativos en preciosas señales de orientación”[15]
No voy a desarrollar aquí lo que ya escribí en otro lugar identificando esta emergencia como tiempo de peligro grave y tiempo de esperanza de lo nuevo que está emergiendo haré solamente una breve aproximación. [16]
La emergencia como peligro las he descrito con tres imágenes: es un tiempo de noche: una profunda noche que nos envuelve, un tiempo de tormentas varias donde el ruido ensordecedor de los tambores de guerra, las bombas, los gritos nos tambalean, donde las olas de la tormenta se lleva por delante pateras llenas de sueños y de derechos negados; tiempo de levantar muros físicos, muros psicológicos, mentales, muros en nuestro corazón, en nuestras entrañas que nos dificultan estremecernos. Pero también la emergencia es un tiempo de esperanza, de observar con atención lo nuevo que está emergiendo en el mundo entero. He identificado esta esperanza con otras tres imágenes complementarias: Un tiempo de amanecer, es muchísimo lo nuevo que está amaneciendo, es cierto que hay que discernir eso nuevo con lucidez, pero hay muchas fuerzas de vida, de lucha, protestas y propuestas, que trabajan por alumbrar un mundo nuevo; aunque arrecian las tormentas también es verdad que se anuncia el arco iris de la paz, los esfuerzos por vivir la unidad en la pluralidad, por defender los derechos de todas las pluralidades en el mundo buscando que esa pluralidad sea vivida en equidad, en igualdad de derechos, sin tolerar discriminaciones por ninguna razón; y junto a la construcción de muros nunca como hoy estamos construyendo redes de solidaridad y de esperanza.[17]
4- Exigencias de una espiritualidad política.
Un nuevo mundo está naciendo pero no nacerá sin nuestra colaboración y quizás no estamos dispuestas a pasar por los dolores de parto que supone alentar su nacimiento.
Más allá de mi propia coherencia o incohencia personal estoy convencida que no habrá cambio socio-político sin cambio personal. Como he dicho antes este convencimiento se lo debo al feminismo al descubrirme que lo personal es político.
4.1 Cambio personal.
Sin cambio personal no será posible el cambio sociopolítico. La consciencia de que lo personal es político es la toma de consciencia de que la transformación de la realidad a nivel cultural, social, social y político la realizamos las personas.
Esa consciencia me hizo descubrir que nuestros cuerpos son lugares políticos, lugares de denuncia y de anuncio.
Lugares de denuncia del maltrato y violencia contra nuestros cuerpos de mujeres y de todos los cuerpos hambrientos, violentados, violados, torturados, vendidos, controlados, manipulados por cánones de belleza machistas, comprados, enfermos, desnudos, sin casa, sin condiciones saludables de vida… y un largo etc. Hace tiempo leí que un sociólogo decía que una sociedad puede ser juzgada por como mira y trata los cuerpos de sus ciudadanos…no queda muy bien parada nuestra sociedad.
Lugares de anuncio de todas las implicaciones y posibilidades sociales de nuestro modo de situarnos en la realidad, que siempre es corporal. Yo llevo mucho tiempo diciendo que hasta que nuestros valores, utopías, creencias fundantes no se hagan cuerpo son sólo buenas intenciones pero no realidades.[18]
Ser consciente de la dimensión política de nuestro cuerpo supone saber respondernos a preguntas sencillas pero potentes: cómo y dónde cultivo una mente lúcida abierta, informada y despierta, la consciencia de qué pensamientos cultivo; qué miro y de dónde aparto la mirada; cómo escucho, desde dónde y a quiénes escucho y a quiénes no; cómo hago de mi boca un lugar para la denuncia y el anuncio, para saber callar y hablar desde el amor y no desde la maledicencia. Supone también descubrir si mi corazón es grande, amoroso y generoso, si mis entrañas se estremecen ante el dolor de los demás o pasan de largo indiferentes, si son fecundas en vida, valores, esperanza; si mis manos son parteras de vida, que dan, levantan, ayudan, pasan por la vida echando una mano, construyendo el manto de la solidaridad; si mis pies se hacen próximos a quienes me necesitan o dan rodeos, si se dirigen en protesta y manifestación allí donde se defienden los derechos de las personas, de los animales, de la madre tierra; si vivo mi sexualidad sin dejarme atrapar por los estereotipos de género y siendo consciente de la desigualdad sexual y la violencia machista para denunciarla y luchar contra ella; si hago de mi piel un lugar de contactos reconstructores, si renuncio al despelleje, si soy consciente que me identidad última es mucho mayor que los límites del contorno de mi piel…
Lo personal es político es para mí también una llamada a ser conscientes de nuestra manera de situarnos en la realidad. Y no hay consciencia sin tiempos de silencio, hondura y profundidad. No olvidemos que he dicho que nuestra espiritualidad se muestra en el talante con el que afrontamos la realidad.
Nuestros valores, creencias, actitudes no son algo privado y sólo personal sino que somos nosotras las personas humanas las que construimos una cultura u otra, las que apoyamos o no unas políticas determinadas. Sin nuestra colaboración activa no habrá cambios significativos sociopolíticos y económicos.
No somos la ciudadanía aun conscientes, al menos en los países llamados democráticos, de nuestro poder para sostener (con nuestros votos y apoyos) o derogar unas políticas determinadas, unos gobiernos u otros. No hemos tomado consciencia de que ninguna conducta nuestra, incluso podríamos hoy decir ningún pensamiento, emoción, actitud es exclusivamente algo individual.
Esa consciencia de que lo personal es político nos cuestiona nuestra vida cotidiana: preguntarnos qué talante cultivamos, qué hacemos con nuestro dinero, en qué lo invertimos, dónde guardamos nuestros ahorros, que consciencia tenemos de los productos que compramos, no sólo si los necesitamos o no sino qué huella social y ecológico tienen detrás, a quienes damos nuestro voto y desde donde hacemos esa decisión, ¿desde la mirada puesta en el bien común de las mayorías excluidas, “sobrantes”, sufrientes?,.
Se trata de ir adquiriendo hábitos de conducta nuevos, solidarios y conscientes no sólo de hechos aislados, sino de sentir la urgencia de trabajar nuestra persona y comunidades en la dirección de la justicia, el amor, la paz, la defensa de los derechos.
En este trabajo de nuestras personas es muy importante que nos demos cuenta de qué hacemos o cómo manejamos nuestros impulsos más primarios e inconscientes que tienen que ver con el miedo, el poder, el placer tal como de una manera magistral pone de relieve Annie Marquier [19]invitándonos a despertar y cultivar el “cerebro del corazón” y por tanto todo lo que va en la dirección de construir un Nosotros más justo, solidario, respetuoso. Esta es una tarea personal imprescindible y nadie puede hacerla por nosotras.
Poder hacer esta tránsito necesita que nos empeñemos en educarnos y educar en un cambio de conciencia, ir pasando de una consciencia individualista o tribal (la tribu familiar, afectiva, de grupo, clase, país…) a una consciencia más holística, donde hagamos verdad otra manera de pensar, vivir, relacionarnos…
Es decir descubrir que vivir una espiritualidad política nos la jugamos en el talante con el que afrontamos la realidad porque esto es clave y nuclear para colaborar en hacer posible otra sociedad, otro mundo no solo posible, sino cada vez más imprescindible
4.2 Además de la necesaria transformación personal vivir una espiritualidad política exige consciencia lúcida de las causas, y mecanismos culturales, educativos, estructuras sociopolíticas, económicas… que crean, sostienen el mundo que tenemos y dificultan la construcción de un mundo más justo y un planeta sostenible y biodiverso. Poder hacer esto nos exige mucho esfuerzo de estudio y búsqueda de información alternativa para no dejarnos manipular por tantas falsas informaciones
4.3 Pero no basta la consciencia lúcida, es necesario la concientización, movilización y resistencia ciudadana. El empeño colectivo para derogar ese sistema y demoler los mecanismos de muerte que lo sustentan.
He comenzado expresando el momento crítico que vivimos y la urgencia de un profundo cambio de paradigma hacia otro más humano y más respetuoso con el planeta si queremos sobrevivir y crecer en humanidad y salvar el planeta.
En esta coyuntura actual tal como denuncia Leonardo Boff: “El bien común fue enviado al limbo”[20] de la preocupación política. En su lugar, desde el neoliberalismo imperante, se han impuesto las nociones de rentabilidad, flexibilización, adaptación y competitividad. La libertad del ciudadano es sustituida por la libertad de las fuerzas del mercado, el bien común por el bien particular, y la cooperación por la competición. Como consecuencia, cada uno se siente impelido a garantizar lo suyo: su empleo, su salario, su casa , su familia. Y este peligro es de tod@s nosotr@s pues estamos más configurados de lo que creemos por esta mentalidad.
En este contexto, ¿quién va a implementar el bien común en nuestro mundo y en nuestro planeta Tierra tan amenazado gravemente? ¿Qué organismo mundial se está enfrentando a esta situación que destruye el bien común planetario hasta ponerlo al límite de sus posibilidades? ¿A qué organismos podemos pedir responsabilidades porque que a pesar de todas las declaraciones de derechos humanos éstos se siguen violando sistemáticamente?
Si no podemos esperar la solución de los organismos mundiales nos queda descubrir la fuerza de la ciudadanía, la fuerza de la necesaria vinculación de todas las fuerzas de resistencia globales, de todos los colectivos, movimientos, grupos, partidos que buscan un nuevo paradigma.
Como ciudadanía nos urge hacernos conscientes de nuestra responsabilidad sociopolítica y también de nuestro poder. No se nos puede olvidar que lo grandes cambios a favor de la sociedad, a favor de los que peor lo están pasando a lo largo de la historia, han venido de abajo, de la sociedad organizada y consciente, de la sociedad formada, de la sociedad que se resiste a resignarse pasivamente y reclama cambios y que no se conforma con votar cada tres o cuatro años y dejar de ejercer el control absolutamente imprescindible de qué pasa con los bienes comunes, en qué se utilizan, para que se usan
Guillermo Sullings en su último libro hace una interesante propuesta, que es una llamada al despertar de la sociedad. Su llamada es a todos los movimientos, grupos de resistencia, colectivos, partidos que apuesten por el cambio, la ciudadanía más lúcida y despierta converjan en un proyecto alternativo de cambio para formar lo que él llama la Nación Humana Universal.[21]
En definitiva de nuevo una llamada al despertar ciudadano para que seamos capaces de volver a poner el bien común de toda la humanidad y la vida por encima de los intereses del capital. Y esta llamada es para que no sólo la vivamos, lo luchemos socialmente sino que lo exijamos a nuestros gobernantes. Este es precisamente el objetivo de la espiritualidad política.
Esta tarea es sin duda ingente y muy variada y son muchas la voces lúcidas y valientes que nos invitan a movilización y resistencia ante tantas fuerzas de muerte que nos amenazan.
Una de estas voces proféticas es para mí el Papa Francisco de muchas maneras y en muchos lugares levanta su voz denunciando e invitándonos a toda la ciudadanía a movilizarnos.
Recojo brevemente algunas de las propuestas que hizo en la Evangelii Gaudium, donde nos ofrece unas líneas de discernimiento, sobre a qué resistirnos y cómo ante los desafíos del mundo actual [22] y en la Laudato sí donde nos hace una llamada angustiada y urgente a salvar el planeta Tierra, [23]
El Papa Francisco llama a la humanidad a actuar de una manera contundente para que con nuestras palabras y hechos sepamos decir:
· No a una economía de exclusión y de inequidad (nº.53-54).
[53] Esta economía mata (es asesina) y genera una cultura del descarte que provoca una exclusión que afecta en su raíz la pertenencia a la sociedad y da lugar a la globalización de la indiferencia, ya no se nos conmueven las entrañas, porque la cultura del bienestar nos anestesia.
· No a la nueva idolatría del dinero ((55-56. Esto está generando una profunda crisis antropológica: la negación de la primacía de las personas en aras de la adoración del dios dinero. La dictadura de la economía reduce al ser humano a ser un consumidor. El afán de poder y de tener no tiene límite. Todo (personas, medio ambiente, vida del planeta) queda fagocitado por el afán de obtener beneficios. El mercado queda divinizado.
· No a un dinero que gobierna en lugar de servir(57-58) Urge una economía y una cultura a favor de la vida.
· No a la iniquidad que genera violencia y descarte de personas(59-60). El Papa Francisco con gran lucidez dice: Mientras no se revierta la exclusión y la inequidad será imposible erradicar la violencia. Mientras se siga excluyendo a gran parte de la población se producirá una inevitable explosión social porque este sistema es injusto en su raíz. La inequidad instaurada en las estructuras genera violencia y muerte. La represión violenta no sólo no resuelve sino que crea más conflictos y cada vez más graves. Tampoco es solución una educación que intente tranquilizar y domesticar. El cáncer social de la corrupción de gobiernos, empresas, instituciones sólo provoca cada vez más irritación y violencia.
También el Papa Francisco nos pide también decir:
· No a una economía que además de asesina es ecocida [17-52] porque que está destruyendo nuestra Casa común, provocando un cambio climático que amenaza al planeta entero y dejando claro que quienes más sufren esta degradación son los países empobrecidos ampliando la exclusión, el descarte y las muertes prematuras. Por ello es urgente “escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres”.[49]
· No a una política y una información sometida al poder del dinero. El interés económico prevalece sobre el Bien común y se manipula la información para no ver las consecuencias de los proyectos que destruyen el planeta. [54], para justificar el actual sistema financiero, [56] ocultando que el agotamiento de recursos fundamentales favorecerá, ya está pasando, escenarios de guerras, “disfrazadas detrás de nobles reivindicaciones”[57].
· No a la indiferencia cómplice. El Papa pone de relieve la debilidad de las reacciones tanto políticas como sociales ante problemas tan graves y acuciantes. Reconoce que en algunos países hay avances en la lucha contra la expoliación del planeta, y la lucha contra las varias contaminaciones pero se “no alcanza a modificar los hábitos dañinos de consumo” [53] y con mucha contundencia afirma : “Si alguien observase desde fuera la sociedad planetaria, se asombraría ante semejante comportamiento que a veces parece suicida” [55]
· No al negacionismo de este gravísimo problema. Con mucha lucidez en la encíclica Francisco pone de relieve que ante crisis profundas que requieren decisiones valientes, la tentación es negar que está pasando lo que está pasando porque con esa negación o evasión nos justificamos para seguir con nuestro estilo de vida, producción, consumo. Este mecanismo es autodestructivo: no ver la gravedad de los problemas, no luchar para reconocerlos, postergar las decisiones urgentes, actuando como si nada ocurriera. [59]
Yo añado colectivamente necesitamos también decir no:
· No a unas leyes de extranjería injustas, inhumanas, que provocan no solo exclusión sino miles de muertos.
· No a los muros físicos que aíslan, excluyen, cierran las fronteras entre países y los muros psíquicos, mentales, existenciales que dentro de cada persona y de las sociedades levantamos.
· No a los recortes y violación de derechos humanos
· No al maltrato de los animales y de la tierra.
· No al machismo, patriarcalismo, sexismo que niegan de hecho la igualdad fundamental entre mujeres y hombres.
No son menores los desafíos culturales que nos piden discernimiento y actuación urgente[24], muchos de ellos consecuencia tanto de la globalización e imperio del sistema neoliberal tecnológico vigente, como de la profunda crisis espiritual de la humanidad que conlleva crisis ética, crisis de sentido, crisis de humanidad, crisis religiosa.
Esos No a los que estamos invitadas a decir con nuestra vida son el mejor modo de decir Sí a la defensa de las vidas más vulnerables, sí a la defensa de los derechos humanos, sí al respeto de los animales y de la tierra, Si a hacer verdad en la vida cotidiana que somos Unidad, Familia Humana.
5UNA ESPIRITUALIDAD POLÍTICA como camino para colaborar en “dar a luz” una sociedad nueva, un mundo nuevo construido sobre el Bien Común y la globalización de la sociedad.
«Nadie puede ser feliz sin participar de la felicidad pública, nadie puede ser libre sin la experiencia de la libertad pública y nadie, finalmente, puede ser feliz o libre sin implicarse y formar parte del poder político.»
HANNAH ARENDT[25] (filósofa política alemana y posteriormente Estadounidense, origen judío)
Termino enumerando las principales tareas de una espiritualidad política que nos concierne a todas las personas, a la ciudadanía con sus dirigentes políticos, empujando nuestro mundo hacia la construcción del bien común al menos en estas direcciones
a) En el plano estructural por el acceso justo de todas las personas a la alimentación, la salud, la vivienda, la energía, el agua, la seguridad, la cultura, la belleza, la educación y el despliegue de su ser espiritual. Es decir la satisfacción de sus necesidades convertidas en derechos humanos.
b) En el plano económico el paso de una economía de mercado a una economía centrada en la defensa de la vida en toda su amplitud, con una urgencia especial a las vidas más amenazadas, explotadas, espoliadas, a las especies en extinción, a las zonas del planeta más devastadas por la codicia del dinero.
b) En el plano social por el reconocimiento y el respeto a la pluralidad, la convivencia pacífica, la formación política y espiritual de la ciudadanía, para hacer verdad una participación ciudadana lúcida y regida por la ética del bien común y el respeto y defensa de los Derechos Humanos. Una sociedad más justa, no-violenta, inclusiva y por tanto con capacidad para gestionar las diferencias sin discriminación alguna por razones de sexo, raza, cultura, religión, clase…
c) En el plano político supone radicalizar la democracia. Es decir favorecer la participación de todas las personas. En la generalización de la democracia en el conjunto de las relaciones e instituciones sociales, fomentando la construcción continúa de los grupos y de las personas humanas como sujetos sociales a todos los niveles, incluida las relaciones humanas y la relación entre mujeres y hombres.
d) En el plano ecológico en el respeto, cuidado y defensa de toda la vida del planeta, el respeto a los ciclos de la tierra, sus recursos y su biodiversidad, que haga posible un planeta sostenible.
e) En el plano cultural hacer verdad una auténtica interculturalidad en la construcción del “Bien Común” universal. No podemos seguir identificando cultura, civilización, desarrollo con la civilización occidental. Urge un cambio en el sistema educativo, quizás hoy más que nunca es importante educar la inteligencia espiritual y holística.
d) En el plano espiritual, cultivando y educando nuestra inteligencia espiritual y holística que nos posibilite una mirada integradora que nos haga conscientes de la Unidad que somos, que nos haga responsables de nuestro ser y hacer, pues todo repercute en todo, todo tiene relación con todo. Esa consciencia debe llevarnos a vivir en coherencia ética y responsabilidad no solo social sino ecológica.
Con el deseo que el hambre de espiritualidad, de silencio y calma que hay hoy en nuestra sociedad sea un aliciente para vivir cotidianamente trabajando por hacer verdad históricamente que Somos Unidad, en lenguaje cristiano somos una sola familia de hij@s y herman@s. Que la mística se haga verdad en una espiritualidad política.
Dentro del plano espiritual, sin idenficarla pero sí englobándola quiero poner de relieve la dimensión religiosa y al tiempo la necesaria renovación de las religiones para que sean un aliento para la transformación de nuestra realidad en la gran familia que Dios quiere. Pero el diálogo Teologías espiritualidades cambio social se lo dejo a Juanjo Tamayo que es su especialidad y seguro lo bordará-
SÍNTESIS FINAL. La urgencia de una espiritualidad política.
Termino con la misma afirmación del comienzo: La espiritualidad o es “política” o tiene el peligro de convertirse en espiritualismo, y la política o es ética y defiende el bien común, y por tanto todos los derechos o es una prostitución de la misma.
Ha llegado el momento de unir ambas realidades de un modo urgente e inseparable. Dejar de considerarlas como un lugar para los profesionales para reconocerlas como una responsabilidad personal y colectiva. Una responsabilidad que brota del sentir profundo (pathos) que nos hace escuchar el grito de la Tierra y el clamor desgarrador de millones de hambrientos de pan y de derechos.
Debemos imponernos cómo misión inexcusable llevar a cabo la gran transición desde una cultura de imposición a una cultura de conciliación; desde una economía de guerra a una economía del cuidado de la vida; desde una postura de súbditos a la asunción de un papel de ciudadan@s responsables y participativ@s; de una cultura de la resignación a una cultura de la esperanza activa; de una cultura del des-cuido a una cultura del cuidado, de una cultura materialista a una cultura espiritual.
Pero tenemos que asumir que, sin la contribución individual de cada persona, no hay horizonte colectivo. Estoy hablando de recuperar la vocación política. La que ha perdido sentido para muchas personas, pero, sin la cual, nos vemos abocados al abismo.
Por fin, el siglo XXI puede ser el siglo en el que todos los habitantes de la tierra sin excepción, educados y por tanto capaces de dirigir con sentido nuestra propia vida, dejemos de ser espectadores resignados e impasibles para convertirnos en actores de la construcción de lo Común, sobre los sólidos cimientos de principios universales compartidos, de genuinas democracias a escala local y planetaria.
Vivimos un mundo en emergencia global entendida como peligro y como esperanza de lo nuevo que está emergiendo[26]. Se acaba un tiempo y un mundo nuevo quiere nacer. Pero no va a nacer sin nuestra colaboración.
Nacerá a través de nosotras las mujeres y hombres que estemos dispuestos a colaborar con el bien común, con el cuidado de toda vida y eso supone la lucha contra todos los mecanismos de muerte presentes en este momento histórico. Y esto es lo que exige de un modo inapelable vivir una espiritualidad política.
[1] He explicitado qué entiendo por una espiritualidad para el momento presente en MARTÍNEZ OCAÑA, E., (2018, 2ª) Espiritualidad para un mundo en emergencia, pp.17-22, Narcea,
[2]Cfr. MARTÍNEZ LOZANO, E., (2012) Vida en Plenitud. Apuntes para una espiritualidad transreligiosa, Madrid, Ed. PPC, pp. 7-12; 25-35
[3] Casaldáliga, P. – Vigil, J.M., (1993), Espiritualidad de la liberación, San Salvador, UCA, p. 23; Igual acepción se encuentra en Galilea, S. (1985), El camino de la espiritualidad, Bogotá, Ed. Paulinas, p. 26
[4]Sobrino, J., (1990) "Espiritualidad y seguimiento de Jesús" en Mysterium Liberationis T II, Madrid, Trotta, p. 450
[5]BOFF, L. (2003) La voz del arco iris, Madrid, Ed. Trotta, p.123
[6] El primero en hablar de la inteligencia espiritual fue ZOHAR, Danah en el año 2000. ZOHAR, D., E - MARSHALL, I.( 2001) Inteligencia espiritual, Plaza Janés, entre los escritores españoles destaca TORRALBA, F., con su obra (2014) Inteligencia espiritual ,Plataforma Actual, que lleva 6 ediciones.
[7] WONPNER, F., (2008) Inteligencia holística, Universidad de los Lagos, inteligencia holística”. “Este tipo de inteligencia se basa en el uso constructivo de puntos de vista alternativos y en evolución de la realidad y de las formas múltiples de conocer, no se limita solamente a los aspectos intelectuales y reduccionistas de un problema sino que se goza en la complejidad y enriquece todas las relaciones o implicancias que están presentes en él. Se platea también la hipótesis de que la inteligencia holística está relacionada con el uso simultáneo de ambos hemisferios cerebrales y que, en el ámbito del desarrollo de las personas, se puede estimular este tipo de inteligencia con ejercicios que combinan el uso de ambos hemisferios cerebrales alternadamente. Quien lleva ya varios años profundizando en este tipo de inteligencia y cómo educarla es GALLEGOS NAVA, R. (2001) La Educación del Corazón. Doce principios para las escuelas holistas. Ed. Fundación Internacional para la Educación Holista. Guadalajara, México. . (2001) Una visión integral de la educación. El corazón de la educación holista. Ed.Fundación Internacional para la Educación Holista. Guadalajara, México. (2003) Aprender a Ser. El nacimiento de una nueva conciencia espiritual. Ed. Fundación Internacional para la Educación Holista. Guadalajara, Méxi0; (2003) Pedagogía del Amor Universal. Una visión holista del mundo. Ed. Fundación Internacional para la Educación Holista. Guadalajara, México
[8] Sobrino, J., (1990) "Espiritualidad y seguimiento de Jesús" en Mysterium Liberationis T II, Madrid, Ed. Trotta, pp. 449-458
11 INNERARITY, D., La política en tiempos de indignación, (2015) ed. Galaxia Gutemberg, p.
[10] CERVANTES, C., (ed.) (2015) Espiritualidad y política, Kairós, p.9
11 Síntesis tomada de TAMAYO, J. J. “Francois Hourtart: http://www.atrio.org/2017/07/francois-houtart-el-paradigma-del-bien-comun-de-la-humanidad 29-VII- 2017, Algunos libros suyos son: HOUTART, F., (2012) El camino a la utopía y el bien común de la humanidad, Ruth Casa Editorial y (2012) Un paradigma poscapitalista: el bien común de la humanidad ,Rut Casa Editorial
[12] SOBRINO, J. Fuera de los pobres no hay salvación, Trotta, 2007, 54-55
[13] Desde hace tres años un grupo de personas de diversos países, especialidades y sensibilidades hemos puesto en marcha un grupo informal, fundamentalmente on-line para ayudarnos a comprender los cambios tan profundos que estamos viviendo y cómo afectan a nuestra vida cotidiana, a la ciencia, a las religiones de un modo especial a la católica, a nuestra concepción de la vida, al modelo de humanidad que emerge…y el material muy rico intercambiado lo hemos puesto a disposición de todas las personas que estén interesadas en ello, para acceder https://paradigmasemergentesblog.wordpress.com/participa/
[14] SUBIRATS, J., (2012), ¿Nuevos movimientos sociales para una Europa en crisis? Enlace: http//eurobask.org//ficheros FTP/LIBROS/UNIVERSITAS, pdf. Sobre lo impredecible de este tiempo en que vivimos recomiendo el excelente libro de FONTANA, J., (2013), El futuro es un país extraño. Barcelona, Ed. Pasado y Presente
[15] De SOUSA SANTOS, B., (2003), Crítica de la razón indolente, Bilbao, Ed. DDB, p.13. Los subrayados son míos.
[16] MARTÍNEZ OCAÑA, E. (2018) 2ª ed. Espiritualidad para un mundo en emergencia, Narcea
[17] CASTELLS, M., (2012) Redes de indignación y esperanza, Ed. Alianza.
[18] MARTINEZ OCAÑA, E., Cuando la Palabra se hace cuerpo en cuerpo de mujer, Narcea, 2016 4ª ed. Cuerpo Espiritual, Narcea, 2017 2ªed,
[19] [19] Matemática y profunda conocedora de la Conciencia humana, conocida sobre todo en nuestro país por una entrevista cuyo sugerente título es: “El corazón tiene cerebro” (Entrevista realizada por Ima Sanchís a Annie Marquier, matemática e investigadora de la conciencia en “La Contra” de La Vanguardia, 26 marzo 2012). Son muchas sus publicaciones donde desarrolla su pensamiento, pero para este tema contamos con dos libros traducidos al español: La libertad de ser, (1998) Traducido en 2012, Ed. Luciérnaga y para mí el más interesante El maestro del corazón (2007) Traducido en 2010, Ed. Valinor Annie Marquier.
[20] BOFF, L. “El bien común fue enviado al limbo” ,Web L.B. 2015, 02-20
[21] No es este el lugar para desarrollar esta interesante propuesta que él desarrolla con todo lujo de detalles en SULLINGS, G., (2017) Encrucijada y futuro del ser humano. Los pasos hacia la Nación Humana Universal., Ed. León Alado.
[22]PAPA FRANCISCO, Evanglii, Gaudium,, 24, Noviembre, 2013, C II : En la crisis del compromiso comunitario [52-60]
[23] Papa Francisco, Encíclica Laudato sí, 24 de mayo, 2015
[24] Pero no tengo ya espacio ni tiempo para afrontarla.
[25] Citado por Gutierrez-Rubi, A., “El espíritu de la política”, o.c. 44,
[26] He desarrollado este tema en MARTINEZ OCAÑA, E., Espiritualidad para un mundo en emergencia, Narcea, 2018, 2ª ed